47. Templanza

197 28 12
                                    

Eathan cargó a Edward en brazos. El brujo se acurrucó en el pecho de mi amigo y lloró cogido a él. Eathan lo abrazaba, lo acunaba del mismo modo que lo hacía conmigo. Algunos soldados se reían al ver que un hombre cargaba a otro de ese modo. 

El agua de la fuente salió disparada, en un tornado de emociones, mías, y de mis amigos. Los cubrió por completo, a todos ellos y pese a estar en pleno verano, una brisa, fría como la escarcha, los heló.

No podía matarlos, pero eso fue un aviso. Un aviso claro de que iba a cargarme el mundo de apretarme lo suficiente.

Una vez en la alcoba del Rey Yarel le abrió la camisa a Edward, tumbado sobre la cama. Estaba herido en un pulmón. Una flecha lo había alcanzado de lleno intentando proteger a los suyos. Puede que no de forma accidental, y alguien iba a pagar por ello. Nadie hería a los míos y salía impune.

Iba a matar a Barack, iba a sacarle las entrañas al sol. Me había tendido una trampa, me había hecho pasar por la villana de la historia, girándome en contra a aquellos que defendía...

Las manos de Eathan encontraron mi cuerpo. Su abrazo, por la espalda, pegándome a él; su cabeza sobre mi hombro, sus labios acariciándome la mejilla.

—No ha sido culpa tuya. Ellos empezaron la batalla, quisiste salvarlos, y no te dejaron. Ellos son los culpables de sus propias desgracias, no te fustigues, te lo ruego...

Negué, frustrada, llena de dolor y rabia. Edward me sonrió desde la cama y me animó a acercarme. Me senté a su lado. Acarició mi brazo.

—Tú querías salvarlos, yo también, todos nosotros. Pero ellos quieren eliminarlos, Barack sabe cómo hacerlo... —Tosió por el dolor en el pecho. Miré a Yarel.

—Dame tu espada —ordené al rubio.

El rey frunció el ceño. Deslicé la hoja sobre mi mano y cogí una copa. Deposité mi sangre en ella y la acerqué a Edward.

—Bebe. Curé a Damon con ella en la cámara de Axel, sanará tu herida. —Se tomó el contenido y a los segundos la herida había cerrado—. Combate el veneno, teóricamente no debería causarte ningún problema más...

Bajé la mirada pensando en todas esas vidas que se habían llevado a la cárcel. Yarel estaba mordiendo sus labios, con su pierna sacudiendo la cama entera, apretando sus manos, nervioso. Miró a su novio y rebufo.

— Perdóname... Lo siento... Yo no sé qué hacer ahora, te lo juro... No sé qué hacer...

Yarel se puso a llorar. Escondió su rostro tras sus manos. Edward se acercó a él, arrastrándose sobre el colchón y le aparto una mano de su rostro. Tiró de él, tumbándolo, y besó sus lágrimas. Apoyó su frente sobre la de ese chico y suspiró:

—Contra el mundo, contra la muerte, contra el destino... Contra todo, a tu lado, Yarel...

—Contra todo a tu lado, Edward...

Haititti Cuttín... —murmuró el brujo.

Haititti Cuttín Ochín... —respondió el rubio.

Eathan tomó mi mano con fuerza y con un ladeo de cabeza me invitó a abandonar la habitación. Debíamos dejarlos tranquilos. Merecían paz, sosiego, tras lo ocurrido.

Una vez en el pasillo Eathan se aferró a mis hombros con su brazo, arropándome, consolándome. Nos fuimos a mi habitación, a la alcoba del Guardián. Entramos y cerró con cuidado. No iba a permitir según que barbarie. No iba a dejar que muriera gente inocente. Me giré hacia mi amigo.

—No te acomodes. Nos vamos —anuncié.

Me miro antes de poder sentarse en uno de los sillones. Abrí el armario, todavía con ropa de mi padre. Busqué y encontré dos capas oscuras. Ambas con capucha. Le tiré la de mayor tamaño a Eathan.

—Van a vigilarnos. Cúbrete con eso. Debemos ver a Finn —expuse.

—No creo que ir a ese lugar sea una gran idea. Nos han visto como los villanos de esta historia, van a querer matarte. —Me puse la capa, él también.

—Que mala suerte la suya, soy inmortal. —Le sonreí con altivez y abrí la puerta— ¿Confías en mí?

—Pondría mi corazón en tus manos y sé que estaría más seguro que en las mías. Creo en ti, siempre lo hice, siempre lo haré, pero esto no depende solo de tus decisiones. Nos han parado una trampa demasiado creíble.

—Y se la vamos a aguantar —afirmé.

—Me he perdido —dijo él pestañeando repetidamente.

—Voy a ser la villana, la mejor, a vistas del Consejo. Pero voy a salvar a esos seres, aunque sea lo último que haga. No voy a dejar que los ejecuten por traición, y para ello, voy a atizar la llama.

Lo guie hasta el exterior, andando a toda prisa por los pasillos de palacio. Nos fundimos en las sobras de Vilangiack, pasando por callejones cerrados, húmedos y antiguos. Usamos salidas creativas a pequeñas encerronas de los guardias, que vigilaban y buscaban a los brujos que habían logrado escapar. Recé para que estuvieran lejos a esas alturas.

Conocía la ley de Eralgia, sabía que ese encarcelamiento terminaría en forma de asesinato, sabía que no los juzgarían de forma justa, porque mis leyes eran injustas, como todas. Sabía que los colgarían, los usarían como ejemplo.

No solo para amenazarlos de que no se revolucionasen de nuevo, sino, como precuela del genocidio que lo precedería. Querían una excusa para terminar con esas criaturas, y no iba a dejarlos. Gregör apareció en uno de los callejones, de la nada. De una esquina oscura, casi lo atropello. Nos quedamos mirado a los ojos.

—Eminencia, el mapa. Muestra un punto en Save, creo que esta vez es...

No. No iba a dejarle. Axel quería apartarme de Eralgia para que siguiera hundida, para que la revolución terminase con los cimientos de mi país. Negué y lo atajé:

—Marque el punto. —Me miró anonadado—. Apunte las coordenadas exactas, iremos cuando podamos. Ahora no, no hasta que resuelva este embrollo. —El hombre miró a Eathan, buscando su apoyo. Mi amigo se encogió de hombros.

—A mí no me mires, manda ella y tiene mi apoyo, es mi Guardián. —Intercambiamos una mirada firme. Gregör relajó sus hombros.

—Es vital que vaya, podría ser la única oportunidad que tengamos de atraparlo. Está en su país, tiene sentido. —Miré a Gregör fijamente.

—No voy a correr a por Axel ahora, porque es lo que él quiere que haga. Ha estado jugando con nosotros, con Damon y conmigo, apretándonos contra las leyes, contra nuestros títulos y entre nosotros. No le voy a dar el gusto de hacer aquello que él espera.

—Eminencia, Axel puede estar preparándose para atacar Save y querer recuperar su trono.

—Axel no va a recuperar su trono, Save tiene al Demonio más poderoso que existe gobernándole. Si ha sido tan imbécil de plantarse en ese país, dentro de horas, Damon le va a traer su cabeza. Yo tengo un país que está desmontándose, y que amenaza con cernirse en una guerra civil. Damon es capaz de acabar con Axel, sin mí y sin nadie más que su sombra. Apunte la coordenada y si así lo desea, mándesela a al Rey de Save, y adviértalo. Él se lo agradecerá, tanto como yo le agradezco sus consejos y su ayuda. Discúlpenos, pero debemos apresurarnos. —Tiré de Eathan. Gregör masculló algo sobre su pecho, molesto.

—Eminencia, solo estáis retrasando lo inevitable. —Me giré de golpe.

—No hay nada inevitable, Gregör. Incluso usted ha evitado la muerte, así que, mientras me quede un aliento, voy a intentar impedirlo todo, lo que sea. 

-----------------

Hola!!

Este es el mes del orgullo 🏳️‍🌈 y para mí, Yarel y Edward, son y serán mi pareja favorita🧑🏾‍🤝‍🧑🏼.

Solo quería deciros que améis a quién améis, procurad hacerlo lo mejor que sepáis💕. Que nadie puede juzgaros por nada, y menos por dar amor😍.

✨Os quiero muchísimo, quered a los demás muchísimo, y no dejéis de buscar la felicidad.✨

Un abrazo muy muy fuerte para celebrar que nos queremos con todos los colores!🏳️‍🌈💗

Nos vemos en Eralgia?! Os espero!!

Laura Pujol :)

ERALGIA IV, La CondenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora