10. Latidos

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Mi progenitora me guio hasta un banco algo más apartado de la multitud, cerca del lago.

—Acabas de secuestrar al Guardián de Escolapio delante de toda la nobleza, eres impresionante. —Sonreímos con complicidad.

—Ya estoy harta de tener que esperarme y pedir cita para hablar con mi hija. —Me cogió la mano y me sonrió—. Felicidades, ya eres madre... Ahora vas a comprender muchas de mis preocupaciones, muchos de mis miedos, y muchos de mis castigos...

Hice una mueca graciosa y ella se puso a reír conmigo. La miré con ternura. No era en absoluto lo que esperaba de mi vida, toda esa locura, pero, la tenía a ella junto a mí, y nada podía salir mal con mamá cerca... Ella me acarició la mano y perdió su mirada en el lago cuando murmuró:

—Me hubiese gustado tanto que tu padre hubiese estado aquí, junto a nosotras... Él estaría orgulloso de ti, preocupado, como siempre, porque una hija es mucha responsabilidad, pero, orgulloso hasta la última migaja de su cuerpo de ver en quién te has convertido. —Abracé con fuerza a mi madre.

—Vas a ser la mejor abuela del mundo para Anna, ya lo has estado siendo. La cuidas del mismo modo que lo hiciste conmigo, así que, si ella está contigo, sé que va a ser la mejor versión de sí misma.

Nos sonreímos y Eathan apareció justo detrás de nosotras. Le dio un beso a mi madre y uno a mí.

—Me dais miedo madre e hija juntas —afirmó con una sonrisa vacilona. Mi madre sonrió a mi amigo—. ¿Lista para ser la abuela más increíble del mundo? —Se miraron con complicidad.

—Eres un adulador innato, como tu padre —Eathan sonrió divertido y se sentó detrás de mí. Mi madre nos observó a ambos—. Vais a ser unos padres estupendos, y Anna, va a ser una niña muy afortunada de teneros cerca. Intentad no dejarla sola, amarla y cuidarla, y cuando vosotros tengáis responsabilidades, yo cuidaré de ella. Al fin y al cabo, no se me da tan mal criar Guardianes de Escolapio.

—¿Podría haber salido peor? Lo dudo... —bromeó Eathan abrazándome contra su pecho y haciéndome cosquillas.

—¡Agh! ¡Tú no eres mucho mejor que yo! —gruñí entre risitas.

—Por lo menos yo no abro boquetes con la cabeza en las madrigueras del Reino Nomö —masculló él entre sus dientes apretados mientras me pellizcaba para hacerme reír.

Estuvimos un largo rato hablando con mi madre. Ella nos contaba batallitas de cuando yo era niña, y nos preparaba para cuando nuestra niña empezase a crecer, a hacerse mujer, y entonces, vendría la cabezonería, y si se parecía a mí, iba a ser de récord.

Eathan comentó un par de cosas al respecto, recalcando mi capacidad innata de niña para meternos en líos a ambos. Mi madre se veía feliz, llena y contenta, y yo, disfruté ese momento, con ella, con mi maestra en la vida, en el querer...

Cayó la noche y los invitados se fueron retirando, no sin antes cerciorarse de tener todos y cada uno de ellos una cita concretada conmigo para hablar de política, economía, y todos esos temas que odiaba mi padre, y, por ende, yo misma.

Recogimos todo con la ayuda de Edward, el brujo hacía maravillas. La señora Fabyä, encargada de organizar mi casa y procurar que todo estuviese en su sitio, estaba profundamente enamorada de mi amigo y sus habilidades. Si hubiese podido lo hubiese atado a una silla de la cocina solo para poder disfrutar de su ayuda.

Dejé a Anna en su habitación, durmiendo tranquilamente. Había sido un día largo, agotador para cualquiera, más para la niña protagonista de la celebración. El hecho de haberla escogido como sucesora no había levantado mucho revuelo.

ERALGIA IV, La CondenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora