Narra ____
Dios, ¿por qué me fui corriendo y dije eso? Soy muy tonta... Ya no tengo nada de dignidad, o bueno, quizás un poco. Ahora estoy en una habitación pequeña, no la reconozco.
Veo algunas partituras musicales en un rincón, pero no las entiendo muy bien.
Estaba examinando el lugar cuando una voz desconocida me interrumpe.
—Hola, ¿quién eres y por qué estás en mi habitación? —dijo una chica con flequillo y mejillas rojas. Se veía muy linda, además de tímida, y usaba un uniforme.
—Lo siento, no sabía que era tu habitación. Soy ____, amiga de Klaus. Perdón si te incomodé —dije, avergonzada, mientras intentaba salir.
—No te preocupes... Yo soy Vanya, la hermana de Klaus —respondió con una tímida sonrisa.
—Lindo nombre... Bueno, me voy con Klaus. Y, de nuevo, disculpa —ella asintió con la cabeza y salí rápidamente de su habitación.
Estaba nerviosa. ¿Qué hago ahora? ¿Qué pensará Cinco de mí? Y ¿dónde está la habitación de Klaus?
Como no tenía muchas opciones, regresé a tocar la puerta de Vanya. Ella abrió de nuevo.
—¿Qué sucede, ____? —preguntó con curiosidad.
—Es que... No sé dónde está la habitación de Klaus...
—Ahh, sí, está al final del pasillo —me señaló el lugar con una sonrisa y le di las gracias antes de irme.
—¡Ahora qué hago! Seguro piensa que soy una loca obsesionada —dije, mientras Klaus y Ben se reían.
—____, no te preocupes. No dijo nada malo. Además, apuesto a que tú también le gustas. ¡Eres muy linda! —me animó Klaus con una sonrisa.
—Y te trata muy bien, lo cual es raro en él... Bueno, además de con Vanya... —susurró Ben, aunque lo escuché claramente.
—¿Vanya? ¿La chica linda con flequillo? —pregunté, y ellos de inmediato se pusieron tensos.
—No... No nos digas que ya la conociste —dijo Klaus, visiblemente preocupado.
—¿Por qué? —pregunté, confundida.
—Es que... Digamos que no es muy conocida. Padre no nos deja hablar mucho de ella, ni el público sabe casi nada sobre su existencia...
—¿Pero por qué?
—Simplemente porque no tiene poderes, y eso es todo...
—Ok, pero... ¿Por qué Ben mencionó a Cinco y Vanya juntos? —pregunté, mirándolos desconcertada.
—Bueno... Hace un tiempo creíamos que ellos tenían algo, ya que siempre estaban juntos. Pero ahora... ya no se ven tan seguido como antes... —dijo Ben, observándome.
—Ohh... —sentí una punzada en el pecho, pero no tan fuerte como esperaba.
—Pero no importa... —agregó Klaus, intentando restarle importancia.
—Sí... Bueno, creo que ya debo irme, está algo tarde... Adiós —sonreí, aunque mi sonrisa se sintió forzada.
—¡Nos vemos otro día! —Klaus me despidió con un beso en la mejilla.
—Adiós, ____ —Ben también se despidió tímidamente.
Estaba mirando por mi ventana hacia la calle. Veía niños riendo, parejas paseando, gente corriendo...
La verdad es que me sentía un poco incómoda con lo que había dicho Ben y Klaus antes. Cinco me atrae, sí, pero nada más... O tal vez sí, porque sus coqueteos hacia mí me están empezando a interesar. Pero, ¿y si lo de él y Vanya es real? ¿Y si solo me está usando?
Es la primera vez que un chico se comporta así conmigo, y estoy muy confundida.
Estaba sumergida en mis pensamientos cuando un llanto me interrumpió. Era mi hermanita Juliette.
Fui a su habitación. Al parecer, acababa de despertarse. Como papá no estaba, ni Damien, me tocaba encargarme de ella.
La tranquilicé y comencé a jugar con ella para que se calmara.
(...)
Me desperté al escuchar la voz de mi padre. Estaba hablando por teléfono, probablemente algo relacionado con su trabajo.
Me quedé un rato mirando al vacío, pensando en las cosas que haría hoy... aunque probablemente no haga nada.
Me levanté de la cama por el hambre que tenía. Quería desayunar algo dulce. Me puse las pantuflas, que estaban tiradas en diferentes lugares de la habitación.
Bajé las escaleras, viendo a mi papá seguir conversando por teléfono, y a mi hermano desayunando.
—Buenos días, papá y Damien —dije en un susurro, pero lo suficientemente fuerte como para que ambos me escucharan. Hicieron una mueca de saludo.
Busqué lo que iba a usar para mi desayuno.
Después de terminar de desayunar, fui directo a mi habitación y me tiré en la cama, intentando volver a dormir.
Un rato después, escuché cómo tiraban piedras a mi ventana. Me levanté y fui a ver. Era Klaus, quien seguía lanzándolas.
—¡Hey! ¿Qué pasa? —pregunté, asomándome por la ventana.
—¡Hola, ____! Solo quería hablar contigo. Estoy aburrido y hoy tengo el día libre —sonreí y bajé para abrirle la puerta.
Al parecer, ya sabía dónde vivía.
—Hola, pasa —le dije con una sonrisa, y él entró dando pequeños saltitos.
—¡Qué linda casa tienes! Se siente muy viva... ¿Tienes algo de comer? Hoy prepararon verduras en casa y no puedo comer nada de eso —preguntó.
—Amm... Sí, ven. Tengo pizza, la puedes calentar en el horno —le dije, llevándolo a la cocina.
—Gracias, me moría por comer algo chatarra. Casi nunca como esto. ¡Gracias! —sonreí amablemente.
—Tu habitación es muy bonita. Me encanta tu póster de... No sé quiénes son, pero se ven cool —dijo Klaus, observando mi pared con la caja de pizza en las manos y una rebanada en la otra.
—Son Paramore... Una banda que se ha puesto de moda, pero ya los escuchaba antes de que lo fueran. Es mi favorita —respondí mientras él asentía con un pedazo de pizza en la boca.
—Pon una canción para escuchar —me pidió con entusiasmo, y yo asentí con una sonrisa, y fui hacia mi radio para poner alguna canción.
Después de mostrarle a Klaus algunas canciones de Paramore, él estaba encantado, bailando con ellas.
Yo, en cambio, estaba algo cansada, recostada en mi cama, mirando hacia la academia y pensando en ese chico de ojos verdes...
Creo que pensar en él lo invoca o algo así, porque lo vi salir de su ventana y sonreírme... Esa maldita sonrisa. De repente, desapareció.
—¡Hola, ____! —dijo una voz a mi lado. Era él, parado junto a mi cama, haciéndome voltear para verlo mientras Klaus se quedaba boquiabierto.
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EL CHICO UMBRELLA ||𝐶𝑖𝑛𝑐𝑜 𝐻𝑎𝑟𝑔𝑟𝑒𝑒𝑣𝑒𝑠©
Fanfic¿Creen que un amor adolescente puede durar para siempre o solo es una etapa pasajera? Para Cinco Hargreeves y ______, la respuesta es clara: lo suyo no es solo una fase, sino un amor verdadero que desafía las expectativas y los límites de su mundo.