-¡Esto tiene que ser una maldita broma! -susurro las palabras horrorizadas debido a la edificación que ven mis ojos.
Paseo la vista del panfleto entre mis manos que muestra una hermosa Villa Paradisiaca en Escocia, rodeada de vegetación y un hermoso estanque, hasta la casa prácticamente en ruinas que se alza frente a mí.
«¡Decidido! Esto tiene que ser una maldita broma de muy mal gusto ¿Por qué diablos me pasa esto cuando creo que mi vida puede comenzar a mejorar nuevamente?».
Siento como las piernas me tiemblan un poco y me dejo caer sentada en el sucio suelo de gravilla que conduce hasta la destrozada casa. Es como si ya nada pudiese ser peor. Se supone que este lugar se convertiría en mi nuevo inicio, una nueva vida llena de oportunidades. Dejé todo y a todos los que conocía en Los Ángeles por tal de venir a este lugar aislado de la humanidad. Aunque, para ser sinceros, no es mucho lo que tenía allá tampoco.
Hace aproximadamente un mes hubiese jurado que mi vida era perfecta, estaba viviendo el mejor momento que pueda experimentar una mujer a los treinta años. Era jefa de campaña y marketing en una revista importante sobre arquitectura, tenía una casa hermosa y lo más especial de todo, me iba a casar. Ya mi novio, o mejor dicho mi ex novio y yo estábamos a apenas a varios días para decir nuestros votos frente a un juez y unir nuestras vidas ante las leyes civiles y de Dios ¡Sí! Sé que todo se escucha muy romántico ¡Y lo era! Lo era hasta que llegué más temprano de lo usual a casa y lo encontré revolcándose en mí cama con mí jefa.
En prácticamente unos minutos pasé de tenerlo todo a no tener nada, ni carrera, ni sueños, ni ilusiones y mucho menos un prometido. Incluso el muy cretino se atrevió a echarme en cara que era culpa mía: «¡Qué si trabajas mucho Annie! ¡Qué si nunca estás en casa! ¡Qué no te lo tomes a mal, pero eres sosa en la cama y yo necesito la pasión que tú no me das!». Pero bueno, no pasa nada, el problema se resolvió sencillamente y como los adultos responsables que somos, eché al cerdo de mi ahora ex prometido y a la urraca de mi jefa de la casa exactamente cómo mismo me lo encontré ese día: ¡En pelotas! arrojé todas sus ropas por una ventana y luego, por si no estaba claro que me iban a despedir, pedí la baja laboral. Luego de eso me sumergí en una depresión sin fondo.
Necesité toneladas de helado de chocolate, muchas películas y varias botellas de vino para intentar salir del bache de la autocompasión. Por mucho que doliera, necesitaba dejar eso de lado y enfrentarme a un problema mayor: Estaba sin trabajo y los ahorros que tenía en mi cuenta personal no durarían toda una vida. Intente optar por varias editoriales, pero la mayoría tenían todas las plazas de marketing ocupadas, también llame a otras empresas, aunque también fue en vano: algunas exigían idiomas que yo no dominaba y otras no podían pagarme.
Por todo esto, como mujer independiente y madura que soy, «Nótese el sarcasmo», por segunda vez en el mismo mes me sumergí en una ola de depresión y autocompasión. Continúe viviendo de mis ahorros hasta que, hace una semana atrás, mientras buscaba trabajo por internet me topé con un pequeño sorteo Online para ganarse una Villa en Escocia y ser dueño del lugar. La verdad no me mostré muy interesada por dos simples razones, la primera: Nunca gano nada, no soy buena en los juegos de suerte o azar, siempre pierdo, y la segunda razón: Pensé que era un anuncio basura.
Cabe destacar que tampoco me gusta participar en ese tipo de rifas por internet, nunca se sabe cuándo pueda ser una estafa y termines perdiéndolo todo o con un hacker invadiendo tu ordenador, sin embargo, el aburrimiento era demasiado fuerte y yo no tenía nada que perder. Entre al sorteo, tan solo debía poner mi nombre y escribir una pequeña composición sobre porque debía de ser yo quien obtuviese la propiedad. Opte por las respuestas sentimentalistas:
Cuando era niña siempre desee tener una enorme casa para mí en medio de la naturaleza. Sería mi hermoso lugar, mi castillo y fortaleza impenetrable. Un lugar que me viese cumplir mi sueños y metas, que albergara en sus paredes la historia de mi vida, lo bueno y lo malo, mis secretos y fantasías. Un hogar en el cual conformar mi familia y que luego esa familia crease la propia, una estrella de esperanza a la cual siempre poder regresar. Sin embargo, a medida que crecemos, los sueños de la infancia se quedan en la infancia, debemos preocuparnos en ser adultos y muchas veces eso significa dejar de imaginar. Aun así, existen opciones como estas que nos permiten volver a soñar ¿Me ayudarían a lograrlo?
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¡Oh la la con el Highlander!
RandomSi te gustan las historias de emociones fuertes, grandes locuras y con protagonistas decididos, con sus amoríos y desamoríos, sus ironías y mucho humor busquen una silla y prepárense para leer. Mi nombre es Annie Hoover y esto no ha hecho más que in...