Capítulo 24

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Una hora y cuarenta y ocho minutos fue lo que duró la película; una hora y cuarenta y ocho minutos llenos de risas y alguna que otra lágrima que se derramó por mi mejilla casi para el final del filme. Antes de darnos cuenta Dean estaban tan, o incluso más, sumergido en la película que yo; y no es para menos, las locuras de los protagonistas eran únicas: el mundo editorial y ajetreado neoyorquino, el apresurado compromiso por conveniencia, el viaje a Alaska, «¡Joder! ¡Qué belleza Alaska!», y todo ello por no mencionar el hermoso enamoramiento de los protagonistas; como el personaje protagonizado por Ryan Reynolds va a buscarla al final para casarse con ella, simplemente magnifico.
No es de extrañar que todos deseen una vida como la de los protagonistas de películas románticas, siempre tienen finales felices en los que todos sus sueños se cumplen.

No obstante, siendo del todo sinceros, gran parte de la película me la pasé distraída entre los brazos de Dean quien ni en un solo segundo dejó de abrazarme o darme besos en la zona del cuello y los hombros, permanecíamos en ropa interior bajo la manta, comiendo chucherías y bebiendo vino. Hacíamos bromas y Dean se reía de qué sucedería si fuese yo, una chica de ciudad, a la que un ave le roba el móvil de las manos en medio de la nada.

—Me asustaste con que me iba a comer un lobo la noche que Wall-E se rompió y tuve que regresar a Mystic House en tu coche. —Le recuerdo, aún en ese momento no me había decidido a trabajar con él y Dean no dejaba de dar por culo.

—Lo admito, me lo inventé todo.

Golpeo su brazo fingiendo molestias.

—¡Te estabas burlando de mí!

—Solo un poquito. —Muestra una de sus sonrisas encantadoras mientras me abraza más a su cuerpo—. Quería que regresaras conmigo ese día, ¿qué puedo decir?

—Eres idiota.

—Es tu culpa.

—¿Mi culpa?

—¡Claro! ¿No te das cuenta que desde que apareciste todo lo que hago ha sido para llamar tu atención?

—¿Me estás diciendo que me ayudaste con Mystic House para llamar mi atención?

La comisura de sus labios se alza en una sonrisa, siento su pulgar acariciando mi mentón y ascendiendo hacia la mejilla y los labios.

—De verdad me interesaba ese terreno, pero digamos que cuando te conocí me interesó algo más de ese lugar, algo, o más bien alguien, que me hizo desear insistir más en mi propuesta.

Sonrío y dejo que Dean acerque su rostro al mío, alzo mi mano y vuelvo a enredar mis dedos en sus oscuros cabellos. Me encanta la sensación que producen los castaños cabellos contra la piel de mis manos a la par que sus labios devoran los míos. Dean muerde mi labio inferior con suavidad dándole un pequeño jalón hacia delante; no necesito ningún espejo ni nada por el estilo para darme cuenta de que mi boca está roja y un poco hinchada, puedo sentir la sensación.

—¿Sabes? —bromeo—. Si deseabas llamar mi atención ten solo te hubieses puesto una falda desde el inicio.

—¿O sea que lo que te gustó fue la falda?

—Voy a hacerle una ampliación a esa foto.

Rompo en carcajadas y Dean me lanza hacia el sofá de nuevo para besarme y hacerme cosquillas, sin embargo, el sonido de unas pequeñas garras arañando la puerta nos detienen. El Highlanther a mi lado se pone en pie para ir hacia la puerta y abrirla, en todo el recorrido que hace no puedo dejar de mirar su trasero solo cubierto por la fina tela de sus bóxers y moviéndose al compás de sus pasos.

—Es injusto que un hombre tenga un trasero como el tuyo y yo esté plana.

—Eso es que de caerte tanto se te ha quedado como tabla.

¡Oh la la con el Highlander!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora