Me encantaría poder decir que los últimos tres días tan solo fueron a mejor, que las noches en Mystic House son cálidas y acogedoras, que las ratas poco a poco desaparecieron con mi presencia o que la casa verdaderamente no se hallaba tan deteriorada y llena de mugre como consideré a primera instancia ¡Joder! ¡Incluso me encantaría decir que ya las reparaciones comenzaron y que con cada día que pasa es menos el tiempo que me queda para regresar a Los Ángeles! La verdad es que podría decir muchas cosas optimistas sobre mi situación actual, sin embargo, siempre me he caracterizado por ser más realista que optimista, por lo que no vale la pena mentir.
Estos tres últimos días en Mystic House solo han parecido empeorar por minuto. Con suerte solo he podido limpiar el baño, la cocina y mi habitación, el resto de la casa continúa teniendo la apariencia de un lugar que lleva abandonado más de cinco décadas, si tuviese que decir algo bueno es que por lo menos logré conseguir algunas sábanas y fundas limpias para la cama; aunque para ser del todo sincera este último hecho no representa que durmiese como un angelito en la noche, todo lo contrario. Desde que leí el maldito artículo de las antiguas dueñas de la casa no he logrado pegar ojo. No me considero una persona supersticiosa, ni siquiera creo en leyendas o fantasmas; no obstante, a cualquiera le daría un poco de terror pasar las noches en soledad en una casa abandonada en medio de la nada donde supuestamente asesinaron a tres brujas y se pueden escuchar los gritos de estás cada vez que hay tormentas.
«Poniéndolo en esa perspectiva la compañía de las ratas no parece tan desagradable».
Para colmo, como si mi suerte no pudiese empeorar, descubrí que las palabras de mi ¨vecino¨ eran ciertas, ninguno de los albañiles o arquitectos de la ciudad quiere reparar Mystic House. Por lo visto, Escocia es una tierra de muchas leyendas y yo no soy la única que les tiene miedo a las almas errantes de las tres brujas.
—Vamos Annie, anímate, ya verás como todo mejorará. —Intenta convencerme Sarah mientras me entrega una taza de café con chocolate.
La cafetería de la morena se ha vuelto un punto de referencia para mí cada vez que necesitaba venir al pueblo a comprar algo para la casa, que eso es casi siempre.
—¡Dios! Creo que terminaré arreglando ese antiguo caserón yo sola.
—¿Has hablado con Dean?
Involuntariamente frunzo el ceño y suelto un bajo gruñido. Sé que la chica no me pregunta por mal y que solo intenta ayudar, no es culpa de ella que Campbell sea un completo idiota.
—Sí—contesto un poco diferente—, Pero he decidido buscar a alguien más.
Luego de mi último encuentro con Dean me he topado con él demasiadas veces para mi gusto: en las tiendas, en la carretera, incluso en esta misma cafetería el día anterior. Por lo visto Dean era bastante querido y respetado en la región, yo parecía ser de las pocas personas, por no decir la única, que no soporta su presencia.
—Annie, cuando te dije que le preguntaras a Dean fue por un motivo en específico. —Sonríe con suavidad—. Todos le tienen miedo a tu casa, por eso es que la propiedad estaba en una rifa, no mucha gente desea estar ahí.
—Tú no parecías tenerle miedo la primera vez que hablamos de mi casa.
—Eso es distinto. —Sonríe—. A mí me encantan las historias de fantasmas, pero eso no implica que no le tenga un poco de temor al antiguo caserón, solo que mi curiosidad es más grande. —Se encoge de hombros—. La mayoría de personas aquí están apegados a las tradiciones y leyendas, y la casa de las tres hermanas siempre ha sido una historia muy fascinante.
En otras palabras, para que alguien del pueblo me ayude tendría que ser un milagro divino. Quizás algún joven que se acabe de graduar o algo. Por estadísticas las personas jóvenes son menos propensas a creer en leyendas locales. Me quedo pensando en esta posibilidad varios segundos hasta que una nueva duda invade mi mente.
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¡Oh la la con el Highlander!
RandomSi te gustan las historias de emociones fuertes, grandes locuras y con protagonistas decididos, con sus amoríos y desamoríos, sus ironías y mucho humor busquen una silla y prepárense para leer. Mi nombre es Annie Hoover y esto no ha hecho más que in...