Capítulo 28

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—¡Losh hombresh son una mierda!

Vuelvo a beber de la copa en mi mano mientras que Sarah intenta apartar el alcohol de mis manos. Estamos en el despacho de la planta baja de Mystic House; la misma habitación en la que se encuentra el retrato de Lilian y la puerta al sótano.

—Annie cariño, ha sido un día bastante malo ¿Vamos a la cama?

—No quiero. —Inflo mis cachetes como si fuese una pequeña niña berrinchuda.

¿Es inmaduro? Sin duda alguna, ¿Es saludable ahogar las penas en alcohol? No lo creo, pero ¡Joder!, ayuda y desahoga y eso es lo único que necesito en este instante.  Luego de mi discusión con Dean estaba destrozada, me dije a mí misma que no debía llorar, que no debía deprimirme; no hoy que me libré de Paul, pero fue en vano mis palabras de auto consuelo. Duele un infierno saber la opinión del Highlander sobre nosotros, sobre todo ahora que había decidido no vender el viejo caserón y, finalmente, quedarme aquí, quería intentar mantener una relación, hacer como él dijo y ver a donde nos llevaba esto.

«Pero no tiene sentido, no si lo que me dijo Dean era su verdadera opinión.»

Recuerdo que al llegar a casa llamé a Sarah y, aunque no estoy muy segura de las palabras que le dije, mi amiga noto mi necesidad de compañía y vino a apoyarme. En algún punto de la tarde comenzamos a descorchar botellas de vino para desahogar las penas y así terminé como estoy ahora.

—Losh tíos no sirven; son unos capullos insensibles que solo se preocupan por ellos. —Alzo mi dedo índice como alguien que está dispuesto a dar un profundo discurso—. Es por eso que he tomado una sería decisión, —Breve pausa dramática—. Voy a volverme lesbiana.

Nada más suelto las palabras una carcajada escapa de mis labios y termino sentándome en una silla porque de repente creo que el mundo está bailando el aserejé a mi alrededor. Creo que de verdad es tiempo de parar de beber.

—Annie. —Sarah intenta mostrarme una sonrisa tranquilizadora—. No digas tonterías cariño, todo tiene solución.

—La tiene—respondo muy convencida—. Mañana en cuanto salga de la estación voy a buscar un comprador para este lugar y me largo directo a Los Ángeles.

—Huir no arregla las cosas. —Sarah toma mis manos entre las suyas brindarme apoyo.

—Tampoco quedarme aquí y verle la cara a ese idiota. —Siento mi pecho oprimirse al recordar sus palabras.

Y cómo si el destino no pudiese ser más cabrón tocan a la puerta de la casa en ese instante. Sarah parece aliviada por algún motivo y se levanta a toda prisa para abrirle al nuevo invitado dejándome sola por unos instantes en la habitación donde solo me mantengo observando el retrato de Lilian. No pasan ni tres minutos que Sarah regresa a la habitación; no obstante, esta vez no viene sola. Junto a ella camina cierto Highlander alto de cabellos oscuros y ojos de un azul profundo como el cielo.
Dean tenía el ceño un poco fruncido y esto no mejoro al verme, pero como cuando uno está borracho tiene la loca ideología de que solo se vive una vez y que para morir nacimos, mis siguientes palabras no le temen al peligro, solo suelto una carcajada mientras las digo.

—¡Llegó el hijo de pu…!

—¡Annie! —Me regaña Sarah con prisa y solo me rio más.

—Perdón, perdón.

Dean mira al techo y suelta un claro suspiro de exasperación para luego pasear su vista a mí.

—¿Qué estás haciendo Annie?

—Pos celebrar, me libre hoy de Paul y de ti ¡Ala! Dos capullos menos en mi vida.

La risa histérica escapa de mis labios y al escuchar los gruñidos del Highlander eso solo va en aumento. La pobre Sarah parece debatirse que hacer mientras se encuentra en el medio de ambos, luce nerviosa y no es para menos: Ni Dean quiere estar aquí no yo quiero verle; la tormenta puede volverse huracán en cualquier momento.

—Llame a Dean porque ustedes necesitan hablar, esta tonta pelea no puede seguir y menos por un malentendido.

Ambos observamos a Sarah que en seguida adquiere baja la vista avergonzada, sin embargo, hay que aprovechar que hoy es un día para ser valientes y que gracias al alcohol no mido bien mis palabras.

—¡Bien! —Me levanto del asiento donde me hallo y tengo que sujetarme al respaldar por unos segundos dado que todo a mi alrededor da vueltas—. ¡Si hay que hablar vamos a hablar! —Camino hacia Dean como puedo y antes de darme cuenta le estampo un guantazo en todo el rostro, vuelvo a alzar la mano, pero esta vez es Highlander me sostiene la muñeca impidiendo que le pegue, sonrío y con la mano libre doy un pequeño toque en la punta de su nariz—. Eres una puta mierda y tampoco eres mejor que Paul.

La furia parece aumentar en los ojos azules que me observan.

—¡Estás borracha Annie! Es mejor que vayas a dormir.

—Que haya bebido no significa que mis palabras sean menos ciertas. —El ceño en los ojos de Dean se dispersa un poco y puedo notar una pizca de dolor en su mirada, pero ahora mismo no me importa su dolor—. De verdad quería quedarme contigo aquí, joder que quería. —Ahora el Highlander me observa con sorpresa—. Hiciste que me enamorase de ti, pero al mínimo malentendido no me dejas ni explicar ¿Acaso todo lo que me dijiste fue mentira?

Dean da un paso atrás y aparta la mirada, pero aun así sostiene mis muñecas.

—Me estás queriendo decir que en verdad pensabas quedarte conmigo, —La voz de Dean suena como una burla—. ¿De verdad quieres que me trague ese cuento cuando ayer me dejaste bastante claro que no tenía que interceder en los problemas tuyos y de su pareja y te reuniste con él?

—¡Paul no es mi pareja y lo hice por ti maldito idiota! —grito y puedo sentir como Dean y Sarah se sobresaltan, la pobre de mi amiga no debe saber ni dónde meterse.

Dean abre la boca para decir algo, pero no pienso dejarlo, así que primero hablo yo.

—Lo hice por ti, Paul iba a denunciarte por golpearlo, te podía haber llevado a un juicio y bastantes moretones tenía en la cara como para que te acusaran de violencia o problemas de ira. ¡Y una mierda que quería reunirme con él! ¿Pero te cuento algo? Tuve que hacerlo, porque era la única manera en que tú no pasaras la noche en una reja. Tuve que reunirme con él y chantajearlo, tuve que enojarlo para que me gritar y perdiera el control y se viese ante todos como que tenía problemas de ira y de ese modo no quedaría como que fuiste tú quien inicio la pelea. ¡Tú me lo has dado todo y yo no quería que ese imbécil intercediera! Quería quedarme contigo. Pero estás tan sumergido en tu propia irá y tu propio dolor que no eres capaz de ver eso

Mi voz se va perdiendo en las últimas palabras y siento una lágrima descender por mi rostro. Dean abre y cierra su bica como quien busca las palabras adecuadas para hablar, su rostro muestra una confusión perceptible.

—Si todo esto es así—dice al fin— ¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque no iba a arriesgarme a que volverás a caer en sus provocaciones y terminaras golpeándolo una segunda vez. —Paul posee talento natural para causar esa reacción—. Y luego no me diste chance a hablar, me echaste de tu casa y me dejaste clara tu postura.

—Pandita yo…

—¡No Dean! —Mi voz es recia y ahora soy yo quien da dos pasos atrás y logro soltarme del agarre del Highlander—. No más Pandita, ahora soy yo quien no quiere escucharte y quiero que te vayas.

—Annie…

—¡No! Me dijiste lo que pensabas, ahora te lo digo yo a ti, venderé la casa y te daré tu parte del dinero, lo que sea que estábamos teniendo se acabó; soy yo la que no te necesita ni quiere nada de ti.

Dean da un paso en mi dirección y yo retrocedo otro, fijo mi vista en el suelo.

—Me gustaría que te fueras hoy, por favor, quiero descansar.

Dean va a volver intentar acercarse, pero ahora es Sarah quien le detiene, de reojo puedo ver como con un gesto de cabeza le pide que no lo haga.

—Mañana será otro día, ahora ambos tienen que pensar—dice en voz baja y dirige a Dean hacia la salida, yo en particular necesito contener las lágrimas, pero cuando mi amiga despide a Dean y vuelve a mi lado no puedo contenerlas, solo lloro y de todo corazón espero que Sarah no se equivoque.

«Mañana será otro día.»

¡Oh la la con el Highlander!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora