Epílogo

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1 año después.

Un año ha pasado desde que decidí no regresar a Los Ángeles y mantenerme en Escocia con Dean y, debo admitir, ha sido de los mejores años de mi vida. Entre Mel, Nathan y yo creamos la revista online, que, si al inicio comenzó siendo solo de arquitectura, nos hemos vuelto todo un periódico en noticias del sector de los decorados y los mejores lugares para vivir. Yo dirijo parte del proceso desde Escocia y también he hecho reseñas de cada rincón de Inverness desde cada punto de este maravilloso lugar para vivir y tener negocios; si me enamoro a mí esta tierra de aventuras también enamorará a más de uno.

Dean y yo estamos viviendo juntos y agrandamos los cultivos de vino entre sus tierras y las mías, como prometí he conservado Mystic House con todos sus antiguos accesorios pertenecientes a las hermanas; ahora todos saben la verdad de tres mujeres que fueron condenadas injustamente y aun así no le tuvieron miedo a vivir.

De manera personal he aprendido mucho también, he reconocido lo que es una verdadera relación al lado del Highlander. Amor no es hacer menos a tu pareja, no es controlar cada aspecto de su vida, no es destruir su autoestima solo por sentirte mejor tú, tampoco es gritar, no es insultar, no es pegar, no es maltrato psicológico, no es pedir perdón para luego continuar cometiendo los mismos errores y luego justificarse en las faltas del otro. Amor es apoyo mutuo, es compartir, es aprender a respetar, es aceptarnos como somos, es ser fuerte juntos, es hablar de los problemas y solucionarlos como pareja. Muchas son las mujeres que han sufrido estos tratos en sus vidas, yo fui una de ellas y, por ello, les aconsejo: Ni se rindan nunca, no piensen que son menos, todas podemos ser especiales para la persona adecuada que nos demostrará que el mundo no es solo en tonos oscuros sino que también hay colores hermosos, que nos amará y respetará porque lo merecemos, yo lo descubrí junto a Dean y ha sido la experiencia más hermosa de mi vida…aunque puede que pronto se convierta en la segunda experiencia más hermosa de mi mundo dado que algo importante está a punto de pasar.

Entro a la casa con una sonrisa en labios y con Duncan correteando entre mis piernas. El corazón me late con fuerza a la espera de poder contarle al Highlander lo que acaban de decirme, está en el estudio revisando unos papeles de la producción de vino, sin embargo, cuando me ve llegar deja todo a un lado para atenderme.

Se levanta de la mesa y camina en mi dirección hasta llegar a mi lado y depositar un tierno beso en mi mejilla.

—Mi Panda hermosa.

—Te tengo una sorpresa.

Su mirada brilla y sonríe con picardía.

—¿Qué casualidad? Yo también.

Ahora la asombrada soy yo, cada vez que Dean tiene una sorpresa siempre se va a lo grande.

—¿Qué es? —pregunto con curiosidad y el Highlander niega con la cabeza.

—Tú primero.

Realizo un rápido puchero, pero me muestro de acuerdo. De todos modos, prefiero no esperar mucho o puede que pierda el valor que he intentado formular desde el pueblo hasta aquí. Abro mi bolso y saco dos pares de zapaticos de bebés tejidos, un par de color rosa y el otro de color amarillo. Dean abre los ojos de par en par y me carga entre sus manos dando un fuerte abrazo y me besa, parece que está a punto de echarse a llorar y no es para menos, después de todo, está a punto de ser papá.

—¿Niño o niña? —pregunta sonriendo y mirando de un par de zapatos al otro.

—Ambos.

Respondo con una sonrisa y suelto una carcajada al ver que Dean abre los ojos incluso más, por un instante temo que se desmaye. Me di cuenta hace pocas semanas, pero no le había dicho nada hasta que no me reuniese con el médico hoy y me lo confirmara, por suerte tengo el tiempo suficiente como para que se notase el sexo de los niños a pesar de que mi barriga aun no comienza a inflarse del todo. Cuando me dijeron que traía gemelos casi exploto de la emoción, sobre todo porque me han dado la misma fecha de parto que a Mel que, por cierto, está esperando su primer bebé de Nathan también.

—¿Entonces tendremos una Pandita y un Highlander pequeñitos? —pregunta Dean volviendo a abrazarme, la felicidad no se contiene en su cuerpo.

—¿Y qué querías decirme tú? —pregunto sin poder contener mi curiosidad por un segundo más.

Dean saca una pequeña cajita negra del bolsillo de sus pantalones y poniéndose de rodillas la abre poco a poco. Llevo mis manos a mi rostro antes que las lágrimas se escapen al observar el anillo con la piedra aguamarina en su centro con forma de lágrima.

—¿Te casas conmigo? Esta vez te lo pido correctamente con el anillo y de rodillas. —dice como broma a mi petición de hace un año en la estación de ómnibus.

Yo solo siento y Dean, luego de poner el anillo en mis manos, vuelve a ponerse en pie y darme un fuerte beso entremezclado con las lágrimas.

—¿Te pondrás el kilt en la boda?

—Me pondré lo que quieras.

—¿Y este es nuestro por y para siempre?

—Mejor —responde el Highlander entre mis labios—. Es nuestro ahora eterno.

¡Oh la la con el Highlander!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora