Observo la arrugada fotografía en la que Clara y yo salimos entre mis manos; los últimos meses me debatí demasiado qué hacer con la imagen, es complicado cerrar este capítulo de mi vida, un capítulo del que me siento demasiado culpable. Durante los últimos años de nuestra relación convertí la existencia de Clara en una miseria, en momentos llenos de soledad y, cuando por fin estábamos juntos, las peleas parecían interminables.
No voy a mentir, me sentí dolido y traicionado en el mismo instante en que me enteré que iba a casarse y esperaba bebés, después de todo, yo sí la amé o, mejor dicho, la quise a mi manera. Esperé que nuestra situación pudiera arreglarse, pero comprendí que ya era tarde y solo me quedó desearle felicidad. Comprendí que siempre exigí más de lo que yo mismo estaba dispuesto a ofrecer, que una relación son dos personas y no tiene sentido que los afectos y los intentos de amor fuesen unidireccionales, porque seamos sinceros, si fuese por mí hubiesen existido demasiadas prioridades antes que Clara en mi vida…y ella también merecía ser feliz.
¿La quise? Sin duda alguna; ¿La amé? Obviamente no. Solo quise una familia e hijos a los que cuidar y ella se veía tan malditamente conveniente que pensé que pensaría igual que yo. Me equivoqué, le hice daño…la culpa me tomó por un tiempo, pero ahora veo todo con claridad. Ambos teníamos derechos de continuar nuestros caminos y sentirnos a gusto junto a personas que en verdad valoráramos. Clara lo descubrió hace tiempo, yo he necesitado un poco más. Necesité encontrar a una pequeña Pandita cayéndose por unas escaleras y que me demostrara su odio puro para percatarme de que simplemente había intentado forzar algo en el momento incorrecto.
Cuando de verdad se siente las emociones salen solas a la luz. Anoche, mientras le contaba mi historia a Annie fue el antes y el después que necesitaba y, sus palabras diciéndome que sería un buen esposo y padre, me hicieron percibir más que nunca que no quiero que se marche. No ahora, quiero que en verdad se quedé. Sé que soy un bruto, un idiota con cabezonerías y lo más probable es que no pueda darle el estilo de vida que ella tenía en Los Ángeles, pero lo único que me interesa es…No quiero perderla.
Annie aun duerme en mi habitación mientras yo bajé a la cocina, deseo cerrar por completo una vieja herida para poder seguir adelante. Saco un mechero de uno de los cajones del estante y me dirijo al fregadero. Acerco la flama a la fotografía mientras noto como poco a poco esta se va quemando; existe una frase de William Shakespeare que dice: Conservar algo que me ayude a recordarte sería admitir que te puedo olvidar.
Yo no quiero que el recuerdo de Clara me persiga como un fantasma hasta que poco a poco muera en el olvido; ¡No! Todo lo contrario, prefiero recordarla como una vieja amiga que me ayudó a aprender mucho de la vida y las emociones; es por ello que sonrío mientras la fotografía que tantas pesadillas me ha causado se quema en el fregadero. Sin embargo, falta una cosa para dejar ir esta etapa por siempre y avanzar al siguiente paso. Busco mi móvil en los bolsillos de mis pantalones y cuando finalmente le tengo en mi mano y me dispongo a marcar el número que aun mantengo registrado el toque del timbre en la puerta me lo impide.
Dejo el móvil sobre la encimera luego de soltar un exasperado suspiro y me encamino a la entrada de la casa. Puedo imaginar quien está al otro lado de la puerta, no son muchas las personas que vienen de visita a esta zona. Al abrir la puerta veo la radiante sonrisa de Nathan en el umbral, trae entre sus manos algunas bolsas de compras y algunos planos.
—¿Qué te demoró tanto? —pregunta mientras el mismo se abre camino hacia la cocina—. No hay un poco de café para tu mejor amigo; Momo me botó de la cama para traerte todo esto y ni siquiera pude desayunar.
Intentando contener la carcajada; Nathan generalmente se despierta de mal humor cuando su padre le envía desde tan temprano para hacer recados, pero hoy en particular está demasiado gritón y energético, cierro la puerta y le sigo a la cocina.
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¡Oh la la con el Highlander!
RandomSi te gustan las historias de emociones fuertes, grandes locuras y con protagonistas decididos, con sus amoríos y desamoríos, sus ironías y mucho humor busquen una silla y prepárense para leer. Mi nombre es Annie Hoover y esto no ha hecho más que in...