Visita

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John estaba preocupado.

Tenía esa pesadez en sus hombros, el nudo en su garganta y la mania de morder la gomilla de su lápiz.

Hizo las últimas llamadas asegurándose de tener la habitación lista para su amiga en París, la reservacion había sido exitosa, todo listo para recibirla mañana por la mañana. Pero no dejaba de pensar.

Ella era importante para él, habían sido buenos amigos desde la secundaria, siempre cuidando uno del otro, hasta cuando conoció a Paul y él adoptó la misma forma de cuidar a _______. Era como su hermana menor, un miembro más en su pequeña familia, su propia familia, y le dolía verla así.
Deseaba profundamente que el viaje fuera de ayuda, una distracción, algo que la mantuviera cuerda.

¿Cómo había permitido todo?

Ni siquiera notó alguna señal, un indicio de que aquel modelo estuviera detrás de su querida amiga. Había lidiado por años con ese tipo de hombres, aquellos que se aprovechaban de inocentes como ______. Ella era, hasta cierto punto demasiado sensible. No tenía padres que se preocuparan por su bienestar ni nadie en quien confiar aparte de él y Paul. Y luego llegaba ese sujeto a arrebatarle lo poco que tenía.

John se quitó las gafas. Al menos había terminado el proyecto con ese idiota. Su primera intensión había sido hablar con Madame Marié y hacer que lo despidieran, destruir su carrera así como él había destrozado a su amiga, pero no, no podía, ella se lo había pedido. Así que recurrió a buscar un regalo especial para levantarle el ánimo, Paul había dado la magnífica idea, aunque le prohibió que le hiciera compañía. "Ella necesita espacio" habia dicho. Espacio, espacio le habían dado algunos días y terminó volviendo su departamento en un contenedor de basura. Pero ya era demasiado tarde para buscar un par de boletos extra para despegar con ella.

Lo único que le quedaba era esperar a que lo superara por su cuenta. Casi podía sentirse como un padre.

Escuchó dos pequeños golpes en la puerta de su oficina, miró la hora en su reloj dándose cuenta que ya eran las once y probablemente sólo quedaba el guardia de seguridad en el edificio, así que se le hizo extraño.

—Pase— dijo, esperando todo menos a la figura masculina que se apareció frente a sus ojos.

David Bowie, quien a diferencia de otros días durante las sesiones, lucia desaliñado, con ese flameante pelo alocado, un saco grande y la camisa a botones suelta, mirando directamente hacia él en busca de más aprobación para adentrarse en la oficina. John asintió con la cabeza señalando la silla frente a sí escritorio. Él se movió rápidamente hasta allí.

—He venido a hablar con usted, si me lo permite— dijo despacio haciendo que se lo cuestionase, aun quería romperle la cara pero había sido bastante educado.

John buscó un cigarrillo,analizándolo de reojo. Parecía nervioso, cosa que no había visto antes, siempre con ese porte intimidante; ahora parecía un pequeño ratón sobre su silla.

—Hable— le respondió receloso, mirando como se inclinaba en su silla sin querer perder el contacto visual entre los dos

—Yo no traicioné a _______—

—¿No cree que es algo que debe hablar con ella?— se levantó de su escritorio, intentando mantener la calma. La tensión estaba creciendo entre ambos.

—Lo quise hacer, pero no la encuentro, le dejé cartas hace unos días, y tampoco tengo su teléfono—

—Pues, buena suerte— dijo simplemente, guardando el montón de papeles de su escritorio. Así que las cartas sin abrir en el departamento de su amiga eran de él. Y ella ni siquiera lo sabía.

—Usted no entiende— se levantó de igual forma, John se giró hacia él, pensando que se le echaría arrojaría en cualquier momento —Fue un error—

—Hasta donde yo sé, no negaste nada de lo que le dijeron a ella, fuiste bastante sincero al menos por una vez—  alzó la voz, mostrando su verdadera molestia

—Jamás mentí, ni siquiera recordaba haber dicho eso, fue en una fiesta, un comentario tonto mientras estaba ebrio— se llevó la mano al puente de su nariz, a su frente y haciendo los mechones de pelo hacia atrás, lamiendose los labios, quizá manteniendo la calma tanto como él.

—Ya se lo dije, esas explicaciones se las debe a ella— encendió el cigarrillo desesperadamente, arrojando la cajetilla

—Por favor, he venido hasta aquí porque es lo último que me queda, por favor ayúdeme a hablar con ella— se acercó al escritorio —Por favor— pidió suplicante

John miró aquellos ojos, parecían tristes, tenía pequeñas ojeras, y tal vez, le importaba de verdad. Tal vez todo era cierto. Pero, ¿Qué era mejor para su amiga?, ¿podría establecer una relación con alguien completamente diferente a ella?. De todas formas no le correspondía decidir por ella. Y un ejemplo de ese tipo de relación eran él y Paul, de distintos mundos pero tan unidos al mismo tiempo.

–Dime algo, ¿La amas?—

—Mucho— respondió sin dudar —Y ya no puedo seguir así, necesito hablarle—

—Bueno...— suspiró dándose por vencido —Aunque quisiera ayudarte, ella ya debe estar en el aeropuerto—

—¿Aeropuerto?...— parecía desconcertado —¿Por trabajo?—

—No, no— se dejó caer a su silla, soltando el humo de sus labios —Fue de viaje unos días, no está muy bien, sería estúpido explicarte por qué—

Hubo un silencio incómodo. David también volvió a su silla, pensativo.

—¿Irá a París?—

—¿Cómo lo sabe?— preguntó sorprendido, él no le respondió

—Usted es importante para ______—

—¿Por qué lo dice?—

—¿Puede darme mis disculpas con ella? estoy seguro que a usted si lo escuchará— se levantó, dándole la espalda, para caminar hacia la salida

—¿Se va a ir verdad?— lo miró sin poder creerlo, no se había equivocado con él, era un cobarde, había mentido de nuevo —¿Usted irá a Italia? Es mañana que debe presentarse allá ¿o no?—

–Por favor, hágalo— dijo antes de cerrar la puerta. John no podía estar más enojado. Debió darle una buena paliza apenas le vió entrar.

Apagó su cigarrillo, pensando en hablarle a su amiga y decirle lo sucedido, pero no, ella ya no estaria en su departamento. Quizá mañana podía decírselo, por lo mientras, lo único que necesitaba era descansar.

Tomó sus llaves y su saco, listo para irse a casa, Paul lo estaría esperando ya con una buena película, y ambos se quedarían pensando en su amiga. Y en ese maldito, David Bowie.

As The World Falls Down Donde viven las historias. Descúbrelo ahora