Cuentos de un capítulo con alguna posible, quizá, continuación. Diferentes situaciones y universos alternos. Escenarios meramente ficticios, no se apoya la violencia de ningún tipo.
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Los días solían pasar de manera aburrida en mi vida, no soy alguien que viva grandes experiencias día a día, era algo aburrido y monótono hasta que la conocí. Tal vez era porque era común que los licántropos fueran parte del mundo que no me sorprendió mucho toparme con uno de ellos en la tienda donde estaba por comprar algunos comestibles, las opiniones sobre ellos aún estaban divididas, había quienes luchaban por sus derechos ya que no los podían ver solamente como animales, claro que poseían características de animales como sus orejas y colas, algunos incluso tenían los dientes parecidos a su raza animal pero eso no les hacía ser menos humanos. Otra parte estaba satisfecha con solo tenerlos de mascotas, apreciarlos, cuidarlos, mantenerlos bajo control, la verdad no solía opinar sobre ello, para mí solo eran personas un poco diferentes, quizá a algunos les guste ser solo mascotas y a otros llevar sus propias vidas.
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Caminé entre los pasillos buscando algunas bolsas de frituras y ahí fue cuando me topé con ella, a primera vista todo parecía ser normal así que solo pasé a su lado pero por alguna razón volteé a verla y noté como rápidamente agarraba alguna caja de algo y la escondía en su ropa, repito que me considero una persona aburrida así que aquel impulso donde sujeté su muñeca y hablé tan seriamente como pude incluso a mí me dejó desconcertado.
- No deberías robar ¿Acaso no te han dicho que eso es malo? –Aunque hablé con seguridad podía sentir una parte de mi temblar–
No hubo respuesta, solo silencio, un silencio espeso que poco a poco de aligeró cuando la vi devolver la caja de cereales que había escondido en su ropa, aún sujetando su muñeca la observé de reojo, era una chica de baja estatura en comparación a la mía, parecía sacarle al menos tres cabezas y la observé desde arriba. Sujeté con firmeza su muñeca y con mi mano libre agarré la caja de cereal y la metí en la cesta que llevaba y comencé nuevamente a caminar entre los pasillos con ella junto a mí, no me atreví a soltarla por alguna razón.
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