Pétalos

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Au: Hanahaki Disease.

Advertencias: Ninguna.

Apoyé mi hombro en la pared mientras trataba de controlar mi respiración, la tos me rasgaba la garganta, lo que había comenzado como una leve incomodidad había escalado hasta convertirse en un ardor constante que a veces aumentaba y me hacía toser

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Apoyé mi hombro en la pared mientras trataba de controlar mi respiración, la tos me rasgaba la garganta, lo que había comenzado como una leve incomodidad había escalado hasta convertirse en un ardor constante que a veces aumentaba y me hacía toser. Respiré profundamente y continué arreglándome, me miré al espejo para colocarme labial y me fijé en mis marcadas ojeras, últimamente no había dormido bien. Suspiré con algo de cansancio para luego agarrar mi bolso junto con mis llaves y salir de casa para ir al trabajo, el camino se me hizo corto ya que mi mente divagaba en pensamientos sin sentido, antes de darme cuenta ya estaba en la cafetería.

Saludé a todos al llegar y comencé con mi rutina diaria, la mañana transcurrió de manera tranquila, con pocos clientes, observé nerviosa el reloj que tenían sobre la barra y comencé a mover mis manos ansiosa, pronto llegaría él, era habitual la hora en que llegaba para pedir su habitual café, el chico de ojos oscuros que lee atentamente un libro. No sabría decir exactamente qué fue lo que llamó mi atención, tal vez fue aquella vez que lo ví leer uno de mis libros favoritos lo que despertó mi interés, en definitiva sucedió como cuando despiertas, así sin darme cuenta me encontré a mi misma enamorándome de un chico al cual no conocía realmente, viéndome incapaz de encarar aquel sentimiento que deje crecer tan libremente. Comencé a verlo mientras pasaba junto a él al atender a otros clientes o cuando esperaba en la barra a qué algo pasara, los días se convirtieron en meses y lentamente se convirtió en mi cliente favorito, sin darme cuenta memoricé pequeños detalles, como la forma en que humedece sus labios cuando está inmerso en su lectura, la manera en que distraídamente disfruta el aroma del café antes de dar el primer sorbo, como juega con el borde del libro antes de pasar una página.

Me resigné a solo ser una leve expectadora de sus pequeños actos de presencia en mi vida, como dos actores secundarios.

El sonido de la campanilla de entrada me trae de vuelta a la realidad y estoy a punto de dar la bienvenida hasta que lo veo, sus ojos están bajos como de costumbre, piensa en lo que está por ordenar aunque siempre pide el mismo café, juguetea un momento con sus dedos sobre la portada del libro que lleva leyendo hace unos días.

- ¿Quieres lo de siempre? –Trato de que mi voz suene suave y calmada a pesar de mis nervios–

Cómo respuesta él asiente y va a la mesa de siempre dónde no tarda en abrir el libro para retomar su lectura, siento el rubor subir a mis mejillas y con algo de emoción me dirijo a preparar su café mientras ignoro las miradas de complicidad por parte de mis compañeros. La emoción llena mi cuerpo y sonrío de manera boba, termino de preparar su café y ,con todo el valor que suelo reunir para hacer esto a diario, le entrego de manera silenciosa su café.

Vuelvo a la barra para esperar atender más clientes a pesar de que no ha llegado ninguno, lo observo leer como de costumbre, humedece sus labios y puedo ver una pequeña sonrisa formarse en ellos dándome a entender que pasó algo de su agrado en aquel libro y como un balde de agua fría siento todo mi cuerpo estremecerse de manera dolorosa, por un momento me cuesta respirar y disimulando lo mejor que puedo voy rápidamente al baño, al cerrar la puerta tras de mí toso con fuerza sobre el lavado mientras cierro los ojos por el dolor, siento mi garganta arder y un sabor metálico invade mi boca junto con una suave y extraña sensación. Toso tratando de recuperar oxígeno y finalmente abro mis ojos para encontrarme con pétalos manchados con pequeñas salpicaduras de sangre, mis ojos se humedecen pero rápidamente limpio todo para no romper en llanto, las palabras del doctor resuenan en mi cabeza al recordar su explicación del Hanahaki y me siento culpable por no tratar de mejorar mi situación, sujeto mi cabeza y planteo las soluciones, me reprendo por no atreverme a hablarle a aquel chico de los libros, tal vez someterme a cirugía podría ser la opción menos arriesgada pero ¿Que tal si después no puedo volver a enamorarme? ¿Podría vivir una vida sin sentir la emoción de amar? ¿Sin sentir realmente la sensación de felicidad al tener a alguien a mi lado? ¿Podría vivir sin sentir?

Salí del baño y volví a mi puesto, atendí a algún nuevo cliente y seguí observando a aquel habitual chico leer, tal vez era impresión mía pero me pareció ver su rostro un poco sombrío así que solo logré asociarlo a su lectura. El día transcurrió con normalidad, sentí las horas pasar lentamente, en el momento de mi descanso me encerré en el baño mientras dejaba escapar unas cuentas lágrimas al sentir mi garganta arder, no comí nada y solo me límite a beber algo para tratar de aliviar un poco el dolor. Continué trabajando con normalidad hasta que mi turno acabó, sorpresivamente aquel chico seguía ahí pero ya no leía, observaba por la ventana los tonos naranjas que bañaban las calles. Sonreí al pensar en los hermosos crepúsculos que pintan coloridamente el cielo con sus tonos cálidos en esa hora mágica.

Caminé despacio hasta su mesa para retirar la taza vacía antes de terminar por completo mi turno, desee salir a disfrutar del atardecer y la suave brisa. Mis dedos rozaron levemente el libro al recoger la taza y mis ojos se elevaron encontrándose con los suyos, todo mi cuerpo se paralizó y sentí terror invadir mis pupilas. Sus labios se elevaron en una sonrisa, una sonrisa que activo el hermoso caos dentro de mí, tapé mi boca con mis manos y traté de no toser hasta que sentí que me ahogaba, de manera inevitablemente los pétalos que salían de mi boca caían suavemente hasta el suelo. Me avergoncé de mí misma, tan solo una sonrisa bastó para hacerme quedar en una situación tan desgarradora para mí, quedar expuesta de tantas maneras me hizo querer llorar y de manera inevitable mis ojos comenzaron a arder mientras mi vista se distorsionaba por las lágrimas que se acumulaban.

Observé mis manos llenas de pétalos, me recordé mentalmente lo estúpida que era y seguí llorando en silencio. Una mano acarició las mías y pude ver cómo aquel chico de los libros sujetaba unos cuantos pétalos para detallarlos. En silencio abrió su libro y me ofreció un dibujo, una flor perfectamente dibujada, los pétalos de la flor eran exactamente iguales a los que se encontraban en mis manos hace unos momentos y con confusión lo miré.

- Siempre creí que las amapolas serían perfectas para tí, chica del café –Se acercó y pasó sus dedos de manera delicada por los pétalos que aún sujetaba– veo que no estaba tan equivocado.

- Mi nombre es Meredith –Mordí mis labios y sentí mis ojos arder nuevamente– chico de los libros.

- Scott –Su rostro se iluminó por el reflejo de la luz dorada del atardecer y me sonrió mientras guardaba los pétalos entre las hojas de su libro– por favor no mueras, después de observarte durante meses y por fin hablarte, no puedes morir ahora. Al menos permíteme conocerte antes de que la persona que te hizo esto te deje morir.

- Si te enamoras de mí, entonces creo que sobreviviré.

Sonreí levemente mientras detallaba su expresión de asombro. No, no quiero arriesgarme a dejar de sentir, aunque me rompan el corazón y me destrocen por dentro, podría morir sabiendo que amé aunque sea una vez, aunque ahora frente a mí esté este lindo chico invitándome a salir y tal vez incluso a vivir.

 No, no quiero arriesgarme a dejar de sentir, aunque me rompan el corazón y me destrocen por dentro, podría morir sabiendo que amé aunque sea una vez, aunque ahora frente a mí esté este lindo chico invitándome a salir y tal vez incluso a vivir

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Hanahaki Disease: Es una enfermedad ficticia que afecta a una persona con un amor unilateral (o mal correspondido) haciéndola toser pétalos de flores. La única manera de eliminarla es a través de la intervención quirúrgica para remover la enfermedad pero, al realizar la cirugía, se remueven los sentimientos (la capacidad de amar) como daño colateral. La otra forma de "curar" está enfermedad es que el sentimiento de amor sea recíproco entre ambas partes.

 La otra forma de "curar" está enfermedad es que el sentimiento de amor sea recíproco entre ambas partes

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