Charla

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Atrapado en un laberinto de pasillos sin rumbo claro, sus pensamientos se entrelazaban en un torbellino de confusión

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Atrapado en un laberinto de pasillos sin rumbo claro, sus pensamientos se entrelazaban en un torbellino de confusión. La ansiedad crecía dentro de él, mientras sus pasos aceleraban el pulso de su desesperación. Cada puerta que intentaba abrir se resistía a sus esfuerzos, cerradas como guardianes implacables que negaban su liberación.

Corría sin rumbo, girando en cada esquina como un animal acosado, en busca de una vía de escape que se le escurría entre los dedos. Entonces, el eco de una puerta abriéndose y una voz grave colisionaron con sus sentidos, provocando una descarga eléctrica de alarma en su ser. Sin pensarlo dos veces, se lanzó a una nueva carrera desenfrenada, ahora huyendo de lo desconocido.

Su corazón palpitaba con una furia desbordante, parecía querer escapar del propio pecho. Cada músculo se estiraba y contraía con una determinación feroz mientras avanzaba. Finalmente, se encontró frente a dos imponentes puertas blancas, majestuosas.

En el centro de las puertas, tres ventanas verticales de tamaño reducido permitían vislumbrar un destello del mundo exterior, aunque de manera limitada. Como ojos curiosos, esas pequeñas aberturas se asomaban al paisaje de pinos y árboles que se extendían más allá. Sin detenerse, su mano se aferró a la fría manija de la puerta, sus dedos se cerraron con una fuerza decidida, como si estuvieran ansiosos por liberar lo que se ocultaba detrás.

Un instante de incertidumbre flotó en el aire, pero su impulso era incontrolable. Un torrente de energía lo impulsó a empujar con todas sus fuerzas, como si su determinación fuera suficiente para mover montañas. La puerta cedió con un chirrido metálico, desplegándose hacia el exterior con un suspiro de liberación. Como si la naturaleza misma lo recibiera, la luz del sol bañó el umbral, contrastando con el tumulto oscuro que quedaba atrás.

Ante sus ojos se abrió un escenario de grandiosidad natural, con imponentes pinos y árboles que se alzaban hacia el cielo. Era como si las puertas blancas fueran el portal hacia un mundo de paz y serenidad, una pausa en medio de la tormenta que le recordaba que aún existía belleza en el caos.

Cuando se dio cuenta se levantó exaltado con su corazón queriendo salir de su cuerpo, solo era un mal sueño al darse cuenta de que todavía se encontraban afuera recostados en pasto con la vista de preocupación de Erik

Un mal sueño, Alejandro, pregunta Sebastián con su mano posada en su hombro, sintiendo la tensión que lo embarga.

, responde Alejandro, inhalando y exhalando para calmar sus nervios, mientras su corazón sigue agitado.

Ya traje el agua, anuncia Ed, acercándose con un jarrón de líquido rojizo, esbozando una sonrisa reconfortante al ver a Alejandro.

Despertaste, aunque estás muy agitado. ¿Estás bien?, indaga Sebastián, inclinando su cabeza para observarlo detenidamente. Alejandro pasa una mano por su cabello y responde Sí, estoy bien, solo fue un mal sueño.

Entre el bosque y la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora