Nuevo comienzo

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Alejandro está bien, todo como siempre lo revisaremos mañana

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Alejandro está bien, todo como siempre lo revisaremos mañana

En una habitación blanca y luminosa, varios niños se encontraban jugando. Uno de ellos, con cabello castaño, se quejó de que era aburrido estar allí y sugirió salir. Su amigo, que estaba a su lado, también se unió a la conversación.

"Ellos dijeron que estaba lloviendo", —pero no parece tan fuerte, comentó otro niño de cabello negro mientras miraba por la ventana. Apenas se veían algunas gotas y los grandes árboles eran lo único que se podía observar a través de la ventana con seguro para evitar que los niños salieran por ella.

Uno de los niños se acercó a la puerta blanca, la única que no tenía seguro. A pesar de que nadie la abría por miedo, él decidió abrirla sin pensarlo dos veces.

Abre lentamente los ojos por la luz que entra por la ventana mirando su cuarto. Se forma un leve ceño en su rostro en el cual se pueden apreciar leves ojeras debido a la falta de sueño.

Se escucharon unos toques en la puerta, lo que hizo que girara su vista hacia ella. En ese momento, pudo observar cómo asomaba un mechón de cabello castaño oscuro y rizado, acompañado de unos intensos ojos negros y unas cejas pobladas. Su rostro se destacaba por tener facciones suaves y delicadas.

—Buenos días, Alejandro —habla Sebastián, entrando caminando hasta los pies de mi cama para sentarse en el borde.

—No he podido dormir bien, ¿Sabes?, pero mejor que otros días, supongo —habla mostrándole una leve sonrisa ante la gracia que logró dormir un poco, más que otras ocasiones.

Sebastián observó a Alejandro por un momento, notando las notables ojeras bajo sus párpados. Aunque su rostro estaba relajado, eran sus ojos los que le daban esa apariencia cansada de vez en cuando.

—Ve a bañarte, yo prepararé el desayuno —dijo levantándose de la cama y salió del cuarto cerrando la puerta.

Decidió levantarse y caminar sintiendo el frío piso descalzo hacia el baño para tomar un baño.

—Es silencioso—solo se mira el vapor del agua, por lo que puede parecer un poco acogedor.

Con el agua quitando cualquier rastro de la espuma, daba vista a marcas en su cuerpo poco a poco visibles, él simplemente no es que no le gustara su cuerpo, simplemente no quería ver ni quería recordar nada.

Simplemente, salió y se cambió observando su cuarto.

 Su cuarto es pequeño, pero le gusta. Es de color blanco, en medio está su cama de metal. Se encuentra una ventana al lado de su cama desde donde se puede apreciar el tejado y el gran árbol. La ventana tiene una pequeña repisa donde tendría que poner algo. Al lado izquierdo de la pared, justo arriba, se encuentra una ventana horizontal larga, y abajo se encuentra su escritorio, nada ostentoso, con más libros y cuadernos, junto con un pequeño mueble donde está su ropa. Y por último, el baño a la derecha.

Saliendo del cuarto, se dirigió hacia las escaleras para ir a la cocina, donde Sebastián servía los platos con el desayuno.

—Eres otro cuando te bañas —elogió en un tono divertido caminando hacia la mesa —

El de cabello negro sirvió los platos en la mesa, había hecho unas tostadas con tocino y huevo junto con unas fresas. Aparte también no podía faltar el café.

Y ya sabes a donde mandaras tu carta de admisión Comentó mirándole con aquellos ojos oscuros con un tono neutro.

La verdad no lo séestaba picando. Con el tenedor, las fresas, hablar de la escuela siempre le ponía mal, no sabía por qué.

Deberías elegir una, no te estoy apresurando, tómate tu tiempo, por cierto, creo que se me tostaron de, más las tostadassacándole una sonrisa, el de cabellera negra, quien se había metido un pedazo a la boca.

Por lo, menos ahí estarás tú mandarás mi admisión entonces a Lankasthermordiendo un pedazo de tostada

Siempre hablas mal de tus desayunos, aunque sea mentiraLuego de eso la pasaron hablando de cosas sin sentido mientras desayunaban y el rizado, haciendo reír de vez en cuando al pelinegro. Solo una vez a la semana Sebastián entraba un poco, más tarde de lo habitual.

Apenas tenía una vida normal y tranquila con quien charlar hasta desayunar con alguien sin sufrir, así que veamos hasta donde llegaba.

Apenas tenía una vida normal y tranquila con quien  charlar hasta desayunar con alguien sin sufrir, así que veamos hasta donde llegaba

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Entre el bosque y la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora