Hijo de papá

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Alejandro

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Alejandro

El agua caliente caía sobre el cuerpo de Alejandro, calmando su piel y su mente. Esta vez había dormido bien y estaba mejor de su resfriado, pero aun así seguía usando su bufanda y tomando medicamentos. Sebastián le acompañó a la enfermería y pidió unas pastillas para aliviar su malestar.

Se escuchaba el sonido de las gotas de agua cayendo. Erik ya había salido del cuarto y solo estaba él. Hoy saldrían a comprar cosas y buscar trajes, ya que tenían permiso para salir los fines de semana.

Al salir de la ducha, se envolvió en una toalla alrededor de su cintura, dejando su pecho y las cicatrices expuestas mientras se secaba. En su habitación, Alejandro sentía el peso de las cicatrices y las marcas que cubrían su cuerpo. Eran las huellas físicas de los golpes que su padre le había infligido en repetidas ocasiones, una verdad dolorosa que solo él y Sebastián compartían en secreto. Se dispuso a buscar ropa en el armario.

Mientras se colocaba los pantalones y agarraba el suéter que se pondría...

De repente, solo se escuchó la manija siendo abierta y algo dentro de él se removió. Supo que algo malo pasaría. Erik entraba por la puerta hablando —Ya estás listo—.

...

Erik

Se encontraban el grupo de amigos completo en el centro de la sala de estar de los dormitorios, se disponían a salir temprano para ir a desayunar. Al igual que ellos, los demás estudiantes charlaban sobre qué harían en el día. El lugar parecía estar tranquilo, pues muchos aprovechaban para salir durante esos días.

—Ya quiero irme— exclamó desesperado Ed estirándose en los asientos.

—Eres muy impaciente, es temprano aún —añadió Nikolas, con los brazos cruzados junto a Andreas, sentado a su lado—. Aún falta mucho tiempo.

—Quizás ya esté listo para ir por él —comenté y me levanté para caminar hacia el pasillo en el que se encontraba nuestro cuarto. Los grandes ventanales del pasillo dejaban ver los pinos verdes. Al llegar a la puerta y entrar, En ese momento recordé «siempre toca antes de entrar»

Erik entró en la habitación sin sospechar nada, hasta que sus ojos se posaron en el pecho desnudo de Alejandro. Su expresión pasó rápidamente de sorpresa a preocupación mientras observaba las marcas y cicatrices que decoraban la piel de su amigo. Sin decir una palabra, su mirada hablaba por sí sola, transmitiendo compasión y dolor al descubrir el sufrimiento oculto que Alejandro había soportado en silencio.

Sabía lo que había pasado, Sebastián se lo había contado, pero nunca les había dicho sobre esto. Erik se acercó a Alejandro, llevando una mano a su pecho como si al hacerlo pudiera confirmar su existencia. Intentando de negar que eso fuera real, quizás su mente le estaba jugando una mala pasada. En cambio, el corazón de Alejandro latía rápidamente, estaba alarmado. Nunca había previsto que alguien más se enterara.

Entre el bosque y la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora