La dulce Emile.

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Boston, Massachusetts. USA.

Era verano, la ciudad era realmente bella y aún no la había conocido del todo.

Me encontraba sentado caminando por la Bahía Back. desde donde me encontraba podía ver los enormes rascacielos del centro de la ciudad.

Hacía más o menos un mes y medio que había llegado aquí, y aún no lograba sacar aquella horrible imagen, ver a Esther con otro, fue algo que no pude soportar.

Aún no podía creer como fui tan imbécil al caer en su juego. Por su culpa lo había perdido todo, perdí a Jessica, quien había estado con migo por un largo rato ya...

¡Qué cobarde! Ni siquiera tuve las agallas para darle cara y decirle lo que sucedía, ella no tenía la culpa de nada, fue una víctima de mi estupidez.

Luego está mi madre... Ella quien me había dado un apoyo incondicional toda mi vida y yo le fallaba de ésta forma. ¿¡Qué diría si supiese la verdad!? ¡No! No podía ni imaginarlo.

A la hora de mi partida, ella no me contrarió en ningún momento, aunque yo sabía perfectamente el daño que le he causado al momento de irme.

Pero... yo necesitaba arreglar mi vida, aclararla... Gracias a Dios a través de los años había ahorrado y ese dinero me ayudó a instalarse aquí.

Había conseguido ya un empleo por las tardes como mesero en un pequeño restaurante cerca de mi departamento y me he inscrito en una universidad para asistir en las mañanas y así poder terminar la carrera que tanto anhelaba.

Años atrás había estudiado arquitectura y me faltaba un año para terminar la carrera, pero con la muerte de mi padre, tuve que desechar ese sueño para empezar a trabajar y ayudar a mi madre con los gastos.

Talvez el venir aquí había sido una buena idea y en realidad espero que funcione, por que de algo estoy seguro, sacaría a Esther de mi cabeza y encarrilaría mi vida.

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-Come on man, be more fast! The restaurant is full. - Me ordenó Carlos, un señor ya pasado de edad, es el chef y dueño del restaurante.

Me apresuré a llevar las órdenes a sus respectivas mesas, hoy el restaurante estaba que desbordada de gente y Emile y yo, apenas y dabamos a vasto, llevando y trayendo órdenes.

Emile es una dulce chica que conocí aquí en el restaurante, ha sido muy amable con migo en el tiempo que he trabajado aquí.

Cuando el restaurante cerró al fin, me sentí aliviado, hoy había sido muy agotador, el restaurante había ganado mucha fama gracias Carlos a que es un excelente chef.

El día siguiente me encontraba ordenando las mesas antes de abrir el restaurante, Emile me ayudaba mientras cantaba y bailaba las canciones de su iPod con los audífonos puestos. Siempre hacía lo mismo.

Me divertía verla siempre tan alegre, tan llena de vida, casi que la envidiaba por eso, por tener la alegría que a mí me faltaba, por que a pesar de que me iba muy bien con mi trabajo y en la universidad, nada lograba llenarme.

¡Diablos! ¡Me hacía falta ella! 

¿Como puede ser que aún sienta algo por ella después de todo lo que ha hecho? Desearía poder tenerla aquí con migo, olvidarnos de todo y de todos, pero también siento un gran odio y rencor que me hace desear no verla nunca más...

¡Todo ésto es demaciado complicado! Talvez, hubiese sido mejor, que nunca hubiera regresado.

-Hey Jon! - Me llamo Emile. La miré. - Vaya chico, andas en las nubes. -Rió. 

El juego de Esther Donde viven las historias. Descúbrelo ahora