Aquí estoy y siempre estaré

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-Eres un imbécil. - Carcajeó apuntándome con el arma. - Así que... mejor te mato yo mismo.

Cerré los ojos, esperando el disparo. Había llegado mi fin, le había fallado a Esther.

Cuando el estruendoso sonido de un disparo llegó a mis oídos, todos mis músculos se contrajeron. Tardé varios segundos en comprender que me encontraba bien, el disparo no fue dirigido a mí.

Abrí mis ojos lentamente y mi topé con la cara de mi amigo Alonso, quien empuñaba un arma.

-Amigo... - Dije soltando un largo suspiro. - Gracias, ¿cómo supiste dónde estaba?

-Te seguí cuando saliste como loco. No podía dejar que hicieras ésto solo.

-Gracias, de verdad. - Me puse de pie. - No estuviera vivo de no ser por ti.

-Tranquilo, hermano. - Miró al rededor. - ¿Y Esther?

-No la he encontrado aún, el lugar es bastante grande.

-¿Te parece si nos dividimos para buscarla? - Preguntó.

Asentí en confirmación.

-Muy bien yo iré por éste lado - señalé una entrada a mi espalda, - Tú ve por ese. - Indiqué un pasillo frente a nosotros.

-Muy bien. - Dicho ésto, desapareció de mi vista.

Tomé el arma que había caído al suelo tras el disparo al hombre moreno, aún tenía todas las balas. Seguidamente comencé a recorrer el lugar, seguí el largo pasadizo, subiéndo unas escaleras, comencé a escuchar voces, no lograba comprender qué decían exactamente, el sonido era distorsionado, seguí caminando intentando entender lo que decían. Cuando el camino me obligó a girar a la derecha, las voces se hicieron más claras.

-Olvídate de él. - Apenas logré escuchar. - Yo puedo darte todo lo que quieras... sólo olvídate del imbécil de Jonnhy.

¡Oh Dios mío! Era él... Esa era la voz de Bryan.
Comencé a caminar más rápido, abriendo y cerrando todas las puertas que encontraba, intentando seguir la voz.

-¡Pero no puedes! - Gritó, se escuchaba bastante molesto. - Ahora lo único que nos queda es el presente y yo lo aprovecharé.
-Bryan por favor detente. ¡Ya basta! 
-¡Cállate perra!

No puede ser, eso no se escuchaba nada bien, ese maldito le estaba haciendo daño a Esther a mí Esther, comencé a caminar aún más rápido, no, a correr, entre habitaciones y pasillos, temía llegar tarde, ¡pero éste maldito lugar parecía un jodido laberinto!

-¡Detente! - Escuché que gritó Esther.

¡Dios Santo! Podía identificar por su tono que estaba llorando.

-¡Jon! - Gritó. - ¡Jon ayúdame! ¡Jon tengo miedo! ¡Ayuda! 

Todo era como un déjà vu. Continué corriendo por los corredores y habitaciones siguiendo la desesperada voz de mi chica, la escuchaba cada vez más cerca.

-¡Esther! - Grité. Ella debía saber que yo estaba aquí, que iba a rescatarla.

Cuando el pasillo me llevó a girar a la izquierda y abrí la puerta al final de éste, mi corazón se detuvo.

Ver la horrible imagen del pedazo de animal de Bryan sobre Esther, besándola, tomándola fuertemente de las manos y verla a ella allí, indefensa, llorando, hizo que perdiera total control de mis actos.

Me lancé sobre el imbécil de Bryan tomándolo del cuello de la camiseta que aún llevaba puesta, lo quité de encima de Esther y lo tiré contra el suelo con todas mis fuerzas.

El juego de Esther Donde viven las historias. Descúbrelo ahora