El juego de Jon.

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"Ok Jon, respira. Todo saldrá como lo planeaste. No hay de qué preocuparse"

-Jonnhy, estás más blanco que un papel. - Me informó Emile.

-Creo que me falta el aire. - Apenas hablé.

-¿Estás seguro de que aún respiras? - Preguntó cómico Alonso.

-No lo sé, creo que he olvidado como hacerlo. - Bromeé intentando relajarme un poco.

-A ver Jon, tu tranquilo. Todo ha quedado perfecto. - Sonrió mi amiga.

Pasé mi mirada por el lugar. Es verdad. Todo ha quedado realmente fantástico, tal como lo había imaginado, todo gracias a la ayuda de Emile, Alonso y Jessica... ah y cómo olvidar al señor Carlos, quién amablemente se ofreció a prestarnos su local por ésta noche.

El teléfono de Alonso comenzó a sonar.

-¿Hola? - Preguntó.

Cuando recibió respuesta al otro lado del aparato me miró.

-Perfecto, cariño.

Esperó nuevamente la respuesta mientras asentía al escuchar a la persona al otro lado de la línea.

-Sí, yo le digo. - Me giñó un ojo. - Igual, amor. - Y colgó. Levantó la vista hacia mí, de nuevo. - Bien Jon, era Jess. Dice que falta al rededor de media hora para llevar a Esther de vuelta al departamento.

-Deberías irte ya. - Habló Emile. - Nosotros estaremos terminando de arreglar los detalles.

-Y ayudarme un poco en la cocina, también. - Se quejó Carlos, asomando su cabeza desde la puerta de la cocina. Todos reímos.

-Muy bien. Me voy. - Caminé hasta la salida y me giré a ellos antes de alejarme por completo. - Muchas gracias, de verdad.

Ellos sonrieron y yo me encaminé rápidamente a mi departamento. Debía alistarme para lo que vendría.

[...]

Me miré nuevamente al espejo y empecé a reír como un verdadero tonto recordando noches pasadas. Al parecer, los papeles se invertirían ésta noche. Ya no sería "el juego de Esther" ahora será "el juego de Jon". Reí nuevamente ante mi análisis de la situación.

Esperaba que de verdad todo lo de ésta noche funcionara, me había esforzado bastante preparando todo y no solamente yo, sino también mis amigos quienes no pudieron negarse a la idea cuando se las expliqué, hace unas semanas atrás.

Sentía como mi corazón latía a mil hora, mis nervios estaban a flor de piel. Debía controlarme un poco, no quería que Esther sospechara nada. Respiré profundamente en un intento de relajación, el cual se esfumó al instante en que escuché como se introducía una llave en el cerrojo de la puerta. Rápidamente, me escondí.

*POV. Esther*

-Gracias por llevarme de compras hoy, Jessica. - Le sonreí cuando nos detuvimos frente al edificio de apartamentos.

-No hay de qué Esther. - Apagó el motor del auto. - Recuerda que salir te hace bueno.

-Sí. - Concordé. - Bueno, gracias de nuevo.

Me bajé del auto y me encaminé al interior del edificio. Fue realmente divertido ir de compras con Jess, ella me ha ayudado bastante en sus sesiones y además, se ha convertido en una gran amiga. Que irónico, ¿no creen?

Entré al departamento y dejé la bolsa con el hermoso vestido que Jessica insitió que comprara, sobre el sofá de la sala. Caminé hasta la habitación y allí me deshice de mis tacones, tirándolos en una esquina. Me detuve frente a la coqueta, mirándome al espejo, mientras me quitaba los aretes y el collar.

El juego de Esther Donde viven las historias. Descúbrelo ahora