Noche de viernes, o mejor dicho madrugada de sábado. Abrí lentamente la puerta principal de la casa y la cerré de igual manera, todo estaba oscuro. Al parecer ya mi madre y mi prima se habían dormido.
Entré a mi cuarto de puntillas, me quité la camiseta y la tiré en una esquina. Me tumbé en mi cama, estaba agotado.
Había sido una buena noche en la discoteca, aún tenía el sonido de la música en mi cabeza.
Me arrullé en las frías sábanas, cuando de pronto sentí una suave y delicada mano en mi hombro, me giré y me encontré con los hermosos ojos verdes de mi prima.
-¿Qué sucede? - Pregunté.
-No puedo dormir.
-Ve y acuestate, el sueño ya llegará.
-¿Puedo dormir contigo?
Dudé por un segundo, pero... ¿qué podría pasar? Todo era cuestión de control.
-Si tía nos ve mañana, le diré que tuve una pesadilla, ya sabes cómo es...
-Está bien.
Ella se acostó al fondo de la cama y se giró para quedar de frente, nos mira mis fijamente por unos largos segundos sin decir nada. De pronto, divisé en su rostro como aparecía aquella sonrisa maliciosa.
-¿Te acuerdas cuando nos bañabamos juntos desnudos? - Susurró.
-Éramos unos niños.
-Jugábamos siempre juntos.
-Lo sé.
-Primo... quiero jugar. - Ronroneó.
-Esther no empieces... si no, vete a tu cama.
Ella se sentó sobre mí y empezó a menear su cintura como el primer día.
-Por favor primo, aquel día tu madre nos interrumpió.
-Detente.
Se inclinó y me dio un delicado beso en los labios.
-Esther... para... o no podré controlarme. -Fue ahí donde me di cuenta que estaba empezando a tener una erección y que mis manos estaban en su cintura, acompañando sus movimientos.
-No lo hagas Jon, no te controles. No con migo.
-Mamá nos escuchará.
-Su cuarto está al otro lado del pasillo. No te preocupes.
Me sonrió picaramente, quitándoce la blusa de su pijama, dejando libres sus perfectos pechos que bailaban al ritmo de sus movimientos.
-Sé que quieres jugar. - Susurró mientras me miraba fijamente y en sus ojos ardían la pasión y la lujuria.
Mi respiración estaba agitada y talvez afectado por los tragos de más... fue inevitable... no pude más. Me contagié de su mortal mirada.
Tomé sus pechos entre mis manos y empecé a jugar con ellos, apretandolos, mientras que Esther no paraba de moverse sobre mi miembro.
Se inclinó, tomando el cabecero de la cama, dejando sus pechos desnudos en mi rostro para que pudiera disfrutar de ellos, saborearlos, pasando mi lengua por sus pezones. Escuchar sus gemidos era algo que me prendía como nunca jamás y eso nos hacia disfrutar más.
La tomé con furia por su melena, con furia por permitirme hacer esto, le estampé un fuerte beso registrando el interior de su boca con mi lengua, mordiendo sus carnosos labios. La aparté tomandola por el pelo.
Así como la pasión y la lujuria se encendían dentro de mí, el enojo también lo hacía. Enojo con migo mismo por mi cobardía de no detenerla. Enojo hacia ella por permitirnos a ambos estar en estas condiciones.
-¿Esto es lo que querías Esther? Te vas a arrepentir por hacerme esto. Intenté ser paciente con tigo pero ya no puedo más. Eres hermosa Esther y tu belleza es mi maldición. - Bufé sintiendo la mezcla de mis sentimientos arder.
-Así me gusta Jon. Se cruel. Te haré gozar como ninguna de las malditas con las que te has acostado lo ha hecho. - Bramó.
Empezó a besarme, bajando por mi cuello, por mi pecho, arañandolo. Parecía un animal, una diosa del sexo, si es que podía llegar a compararsele, pero no... ella no tenía comparación.
Bajó sus besos y lengua hasta el borde de mis pantalones, desabrochandolo.
-Esta vez nadie nos detendrá. - Sonrió al ver mi abultada entrepierna. - Ya no somos niños, hemos crecido.
Bajó mis pantalones junto con el boxer... dejando libre mi enorme erección. Los ojos de mi prima se abrieron de par en par al ver a mi amigo.
-Y él también... - Dije. Estaba poseído, poseído por la pasión y la lujuria que ella me provocaba.
Tomó entre sus manos mi pene con firmeza y se lo metió a la boca, lamiendolo. Su lengua pasó de arriba a abajo. Chupó mis testículos. Jugó con mi capullo, sabiendo que eso me exitaría aún más.
Ella era una experta, quien sabe con cuantos más ya había jugado de la misma manera que lo hacía con migo.
Continuó jugando, haciéndome gemir de placer. Enredé mis dedos entre su cabello, exigiéndole así, un ritmo más rápido que seguir. Estaba a punto de correrme.
-Sigue... sigue... sigue. - Gemía para que no se detuviera.
Y finalmente me corrí entero en su boca. Fue placentero mirar como se bebía todo de mí y como se relamía los labios. Parecía disfrutarlo también.
-Te toca gozar a tí primita. -Dije tirandola contra la cama y con brusquedad quitándole el pequeño pantaloncito que andaba.
Acaricié su zona por encima de sus bragas mojadas. Minutos después se los quité con ansias.
Ella abrió sus piernas ante mí, sin más. La miré por unos segundos. Es una diosa definitivamente. Y sin pensarlo dos veces, hundí mi rostro en su sexo, lamiendo sus labios vaginales. Introduje primero un dedo en su interior mientras que Esther se retorcía de placer, introduje un segundo dedo y luego un tercero. Sacandolo y metiendolo, poco a poco aumentado la velocidad con que lo hacía.
Sus gemidos aumentaban cada vez que le metía los dedos y aumentaba la velocidad. La estaba acercando al orgasmo.
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El juego de Esther
Short StoryEsta es la historia de dos primos que después de no verse por 6 años, se reencuentran, pero algo ha cambiado con Esther, ella ya no es aquella niña inocente que Jonnhy recordaba, ahora ella lo enredará en sus juegos eróticos. ¿Podrá Jonnhy resistir...