Hace miles de años en las tierras de Aridum, existieron 5 poderosos hechiceros a los que llamaron los dioses. Estos eran capaces de controlar los cuatro elementos de la naturaleza. Pero esto ha logrado a alterar a los humanos. Y después de tanto al...
Este es el +18 del capítulo 29. No esperen leer algo súper fuerte, porque esos extras me da pena subirlos JAJAJA. Este es uno bonito, y espero que lo disfruten.
Prosiga a leer♥️
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Claire Grace
—Olvidémonos del mundo, amor —dice Eloy.
Sus manos acarician con delicadeza mi espalda. Nuestro beso es demasiado intenso. Nuestras respiraciones aceleradas y nuestras intensiones bastante claras.
Ya sé por dónde va esto y realmente no tengo intensiones de detenernos.
Dejo de besarlo un segundo y lo miro a los ojos, sonríe con algo de inocencia.
—No tenemos qué... —dijo en un susurro y soltó mi cintura para apoyarse con una mano hacia atrás en la cama y con la otra acarició mi mejilla—. Luego, ¿Sí?
Sonreí ligeramente y tomé ambas de sus manos para indicarle que las devolviera a donde estaban antes, pero cuando las puso en mi cintura, decidí que no me parecía suficiente.
Bajé sus manos a mis caderas y tomé su rostro entre mis manos para besarlo con suavidad.
Mordí su labio inferior ligeramente, haciendo que suelte un suspiro y sus manos bajan ligeramente más, pero se detiene.
—Deberíamos detenernos —dijo en voz baja—, no quiero apresurar esto.
—Estoy bien con ello —dije de igual manera—. Está bien.
—Claire...
—Yo quiero esto —le aseguré.
Sonrió de lado y asintió. Volvió a besarme con dulzura y nos dio la vuelta, haciéndome quedar debajo de él.
Comenzó a soltar uno a uno los lazos de enfrente de mi vestido.
—¿Estás segura de esto? —pregunta algo preocupado de que no quiera—. No quiero esto si no estás cómoda, no quiero hacer nada si no lo quieres o no estás segura —sonreí con ternura por ello—. Mi reina, lo digo en serio, no quiero que te sientas presionada o no lo sé.
—Está bien, Eloy —dije lentamente y contorneé su mandíbula con delicadeza—, yo quiero hacerlo.
Él asintió no muy convencido de mis palabras, así que lo hice mirarme a los ojos.
—¿O es que tú no quieres? —pregunto y él comienza a asentir con rapidez.
—Por supuesto que quiero, Claire, no tienes idea de cuánto —rió por lo bajo y sonreí—. Sólo es que no quiero hacer nada que no quieras.
Lo atraje a mí para besarlo nuevamente y subí una de mis piernas a su cadera. Comienzo a desabrochar su traje y lo saco, dejándolo con el camisón.
