Hace miles de años en las tierras de Aridum, existieron 5 poderosos hechiceros a los que llamaron los dioses. Estos eran capaces de controlar los cuatro elementos de la naturaleza. Pero esto ha logrado a alterar a los humanos. Y después de tanto al...
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Magia, algo que según los ignorantes, no existe.
Pero de hecho, es con lo que nací, crecí, y con lo que vivo cada día, pero no puedo utilizarla, por lo menos no aún, es por la seguridad de ella.
He aprendido a quererla, aunque ella y todos piensan que realmente la odio. Pero, ¿Cómo se puede odiar a un ser tan lleno de luz?
Todavía no puedo creer que pasé tanto tiempo viéndola como una enemiga, cuando realmente es quién me saca sonrisas más seguido. Intento disfrazar esas sonrisas tiernas que me provocan su actitud con sonrisas cínicas, o de arrogancia.
Tal vez, sólo necesitaba un poco de luz para poder encontrar mi inspiración perdida en la oscuridad.
Inspiración a luchar por algo. Por alguien.
Sólo quiero protegerla y mantenerla a salvo, aunque encerrado en este lugar y con todo lo que tengo que fingir, no puedo hacer mucho. Pero me he prometido a mí mismo una cosa; Haré lo necesario para que ella esté bien.
Y si quedarme encerrado aquí y fingir que estoy privado de todo poder es lo que tengo que hacer, lo haré hasta que sea necesario.
—Tienes visitas— escucho la voz de un guardia y sonrío.
Escucho los pasos de unos tacones y luego de unos segundos ella aparece frente a mí.
Lleva un vestido rojo y una capa roja con detalles dorados, como de costumbre, la corona sobre su cabeza y unos mechones sueltos en su cara que se escapan de su peinado.
—Hola— me saluda y dice mi nombre con detenimiento.
