Hace miles de años en las tierras de Aridum, existieron 5 poderosos hechiceros a los que llamaron los dioses. Estos eran capaces de controlar los cuatro elementos de la naturaleza. Pero esto ha logrado a alterar a los humanos. Y después de tanto al...
¡Hola! Hace mucho que no publico nada en este libro como tal, pero aquí está el extra que les prometí en Instagram.
Les aviso que no es como el otro extra +18 que ya leyeron, este está un poquito más picante... if you know what I mean 😏🔥
En fin, espero que les guste tanto como a mí.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Claire Grace
Al llegar a nuestra recámara, abrí la puerta, aún sin soltarme de los brazos de Eloy, los cuales estaban amarrados a mi cintura.
Nos adentramos al lugar como si no hubiéramos estado durmiendo aquí durante el último año y medio, como si nunca nos hubiéramos aventurado a vernos sin ropa, como si nunca hubiéramos intimado antes.
Es bonito, pero extraño sentir los nervios escocerme en la piel, como si realmente fuera la primera vez que tuviéramos sexo, es como si nunca antes nos hubiéramos tocado, o las noches de placer puro hayan sido borradas por completo.
—¿Estás bien? —le escucho preguntar cuando sus dedos se deslizan en una caricia suave, subiendo por mis brazos hasta que posa ambas de sus manos en mis hombros—. Te siento algo tensa —comenta justo antes de dejar un pequeño beso en la curva de mi cuello y mi hombro—. ¿Acaso estás nerviosa?
No pude evitar soltar una pequeña risita al ver que lo había captado. Era increíble la manera en la que ese hombre me conocía.
Eloy se había vuelto bastante perceptivo desde que formalizó nuestro compromiso, pidiéndome él mismo que fuera su esposa. Ese momento fue perfecto, pues él no tenía la necesidad de hacer algo como eso, ya estábamos prometidos al otro desde que nuestro vínculo se formó, sin embargo yo siempre tuve la espinita de que me hubiera gustado la típica propuesta de matrimonio, y él me cumplió ese deseo el día que se arrodilló frente a mí, con el corazón en la boca y las manos temblando.
El punto es que desde ese entonces, aprendió a observarme, a notar cada uno de mis gestos y en ello, saber qué pasaba por mi cabeza.
—¿Se me nota tanto? —susurré algo divertida colocando mi mano sobre la suya—. Te debe parecer estúpido.
—No lo es —me asegura tiernamente.
—Lo es —contraataco—. Lo hemos hecho incontable número de veces, no tiene sentido que me ponga nerviosa ahora.
Mi esposo saca su mano de debajo de la mía, tomando suavemente mis dedos y dándome una vuelta paran que pueda encararlo y verle a los ojos. Se quedó mirándome muy fijamente durante algunos segundos más.
La sonrisa que se expandía en su labios sólo irradiaba dulzura y felicidad, lucía realmente encantado con lo que veía. Lucía encantado viéndome a mí.
—Déjame intentar adivinar —comenzó, sosteniéndome de la cintura y apegándome con fuerza a él—. Estás nerviosa porque es la primera vez que haremos esto estando casados.
