DISTRACCIÓN

23 2 4
                                    

KETHER

Estuve atento a cada uno de los movimientos de los guardias que me cuidaban la espalda durante las primeras 4 o 5 horas mientras me encontraba llevando a cabo mi tarea de recuperar los microchips. Prácticamente me aprendí cómo lucían, la ropa y armas que llevaban y el momento exacto en que cambiaban de lugar con otros de sus compañeros, que era cuando la puerta se abría, lo que me daría apenas un par de minutos para actuar sin que nadie se diera cuenta de lo que hacía.

Sabía que además de estar resguardado por guardias, tenía un par de cámaras vigilándome de las cuáles no me había notificado el primo del jefe, pero las cuáles había visto reflejadas en los monitores mientras los encendía. También sabía que el programa reflejo que tenía cada una de las computadoras era fácil de manipular, eso lo supe cuando entré a la carpeta del programa mientras analizaba uno de los microchips en una de las computadoras y aunque no fue tan sencillo cubrir mis huellas, al final logré hacerlo en el tiempo preciso para evitar que se dieran cuenta de mi actuar.

Aunque tardé más de lo esperado y tuve que ver cómo mis padres sufrían de crueles maltratos por culpa de mis fallas, cuando finalmente logré encontrar la manera de enviar el mensaje de ayuda sin que se dieran cuenta, me preparé para el siguiente cambio de guardias, que era justo el mismo momento en que llegaban a recoger los 20 microchips que me habían entregado para hacer la restauración y contando el tiempo que debería tardar el hacker experto en revisarlos para asegurarse que no los había engañado, entré en acción.

Con el corazón acelerado y las manos temblándome por el nerviosismo que sentía ante la posibilidad de haberme equivocado en mi análisis y ser descubierto, observé por última vez el monitor en donde se mostraba el video en vivo de la cámara que estaba grabando a mis padres y respiré profundamente antes de apagarlo para no desconcentrarme en caso de que hubiera cometido algún error y ellos sufrieran al ser golpeados o lastimados nuevamente por mi culpa.

Consecuentemente, abrí la carpeta del código del programa reflejo e hice las modificaciones pertinentes en él para que no grabara mis movimientos en los siguientes tres minutos y, contando el tiempo de partida con ayuda de golpeteos suaves con la punta de mi pie sano, comencé con la operación.

Un minuto para entrar a la base de datos de la compañía telefónica y un minuto más para buscar el número de Liam, el cual por fortuna había memorizado porque antes de dárselo para que contactara con su hermana y poder ayudar a Leslie, yo fui quien instaló el chip al celular. El tercer minuto lo ocupé para enviar el mensaje, que debía ser sutil, pero no demasiado por si es que llegaban a interceptarlo.

Recordando el teclado clásico de los teléfonos de antes, los que solían usar los números para escribir los mensajes de texto cuando no existía el WhatsApp ni las redes sociales en general y confiando de que aún si Liam no lo entendía a la primera, seguro que buscaría la ayuda de sus amigos, Los Captores, quienes antes habían sido capaces de entender mis mensajes, al final lo que decidí enviar fueron los números 767 que en el teclado clásico era un claro S.O.S.

Sin poder dar marcha atrás y sin tener tiempo para arrepentirme, cerré los ojos y respiré profundamente un par de veces para tranquilizarme antes de volver a encender el monitor en donde observé a mis padres en la misma posición y sin nuevas marcas. Suspirando aliviado por eso último, conecté un nuevo microchip en el lector y regresé a mi tarea, fingiendo que nada había pasado y esperando que mis huellas no me delataran justo como lo había planeado.

Nervioso, mantuve mis ojos fijos en los dos monitores que me encontraba manejando y evité, a toda costa, ver el tercero, pues durante los siguientes 10 o 20 minutos estuve temiendo por haber sido descubierto y que las consecuencias pudieran ser, por tanto, mortales para mis padres, pues sabía, si ellos morían, todo mi plan habría fracasado y de nada habría valido el riesgo.

Con el corazón a punto de salirse de mi pecho y los ojos cristalizados, una hora después de haber enviado el mensaje y sin esperarlo, volteé a ver el tercer monitor en donde las luces del cuarto se habían encendido para dejarme ver a Liam dentro, ayudando a soltar el amarre de mis padres y dando indicaciones con señas a los 15 o 20 tipos armados con metralletas y rifles que lo acompañaban.

Agradecido con mi amigo por haber ayudado a liberar a mis padres, ya ni siquiera me importó ver cómo los tipos que me estaban cuidando me apuntaron con sus armas mientras me exigían que no detuviera mi tarea, pues ellos dijeron, si alguien entraba de la única forma en que me rescatarían sería muerto.

Fingiendo que iba a seguir con mi tarea, observé y analicé una vez más el sitio en que me encontraba. Haciendo memoria, recordé que el imbécil del primo del jefe había dicho que sus hombres tenían órdenes de atacarme si me rebelaba, más de no de matarme, ya que solamente yo sabía cómo recuperar los microchips y había demostrado durante las últimas horas que realmente era así, por tanto, supuse que si les hacía saber que conocía ésta orden que había sido dicha por su jefe ellos se darían cuenta de que había descubierto su mentira y posiblemente se distraerían tratando de comunicarse con sus compañeros para saber qué hacer conmigo.

Pensando en eso último, calculé el tiempo preciso que les tomaría hacer la llamada y el posible retraso con que llegaría la respuesta, que si no había llegado hasta el momento debía de ser porque aún no habían hecho saber al primo del jefe de la llegada de Liam o quizá porque no me encontraba en el mismo sitio en que estaban mis padres y, por ende, no les preocupaba. Sin embargo, deseché ambas teorías cuando los disparos comenzaron a escucharse en el techo y rápidamente me puse de pie.

Logrando llamar la atención de los dos guardias que me vigilaban y haciendo que ambos me apuntaran con sus rifles, levanté mis manos en señal de rendición y les hice saber que tenía la certeza de que no me podían matar, pues si lo hacían y su jefe sobrevivía, obviamente éste los iba a matar porque yo era el único que podía recuperar el resto de los microchips que hacían falta.

Haciendo que ellos dudaran y comenzaran a cuestionarse entre sí, escuché cómo uno de ellos hacía el famoso llamado a otro de sus compañeros a través del radio que cargaba y, justo como lo predije, se quedó esperando la respuesta. Luego, el segundo de ellos se acercó a la puerta para tocarla y tratar de hacer que le abrieran los que estaban afuera, algo que no esperé que pasara pero que terminó por ayudarme a poner en práctica mi siguiente movimiento.

Aprovechando la distracción de ambos, tomé uno de los monitores y lo desconecté como pude para después lanzarlo de un solo golpe al suelo para provocar un estruendo en el cuarto. Ambos guardias me miraron sorprendidos y, por suerte no entendieron mi idea desde el primer momento, así que tomé el segundo monitor y también lo lancé al suelo, hice lo mismo con el tercero e incluso con la cámara, el teclado y la misma mesa sin que ninguno de ellos lo evitara.

- ¡YA BASTA! ¡DETENTE! – me dijo el que estaba esperando la respuesta del radio, con rudeza apuntándome con su arma, aunque sin atreverse a atacar por temor a lo que le dije que le pasaría si me mataba.

No se si debo agradecer al escándalo que hice lanzando los monitores, al sonido de las cadenas de mis pies golpeando el piso o a los gritos de aquel guardia, pero a algo habré de agradecer porque no pasó ni media hora más antes de que la puerta estallara como producto de una granada que había sido puesta por fuera y que provocó la muerte instantánea del guardia que estaba en la puerta mientras el segundo de ellos apuntaba hacia el agujero que se abrió en la pared.

Me tiré al suelo rápidamente para evitar que la lluvia de balas me diera cuando el segundo guardia intentó atacar primero desde atrás de mí y la respuesta a su acción fue dada por una pistola automática agresiva, que soltó balas en su dirección y que no supe que fue de Liam sino hasta que éste fue quien apareció en mi campo de visión.

~O~

Nota de la autora:

¡YES! ¡OH SI! ¡TRES HURRAS PARA LIAM!

La verdad, no puedo evitar pensar que el pobre de Kether está en paños menores.... jajajaja...perdón Kether, pero al menos estás a salvo...  XD

Una vez más, gracias por darle la oportunidad, no olvides votar y comentar, bueno, bueno... ya no te molesto más... ¡Gracias por leer!

POR ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora