LIAM
Cuatro meses después de luchar de manera constante, contra el cartel del pacífico, me encontraba tan cansado y malherido, que sentía que ya no podía dar una sola batalla más. Desafortunadamente, una de mis promesas no la había podido cumplir, ya que Tadeo había fallecido en uno de nuestros encuentros con los miembros de aquel grupo organizado, cosa que me hacía sentir extrañamente culpable, aunque yo no me encontraba, siquiera cerca de él cuando sucedió su deceso.
El resto de mis amigos, seguían a mi lado, heridos, casi todos, por culpa de la lucha a mano armada, sin embargo, nadie se quejaba, pues todos estábamos seguros de que, debíamos seguir peleando por recuperar el honor de nuestra banda. Sonriendo con dificultad, cada noche acampábamos en distintos refugios temporales, en donde, poco a poco, el número de personas disminuía, pero pocos hablaban al respecto.
Fue durante una noche del quinto mes, cuando mi lucha, tomó otro rumbo. Pues escuché hablar a un grupo de chicos, acerca de la partida de las últimas tres chicas de la banda hacia un refugio de protección, mismo que no era más que un lugar de intercambio, pues ya hacían falta más armas y municiones.
Pensando en que hacía unas semanas que un par de guardias del jefe se habían llevado a Bárbara y Viviana con ellos, diciéndonos a los miembros de nuestro grupo, que se las llevaban para protegerlas, me mal-viajé, imaginando que quizá y solo quizá, ellas en realidad no estaban siendo protegidas, y, como ellas, tampoco lo había estado Leslie, en ningún momento, corrí hasta mi campamento y encaré a la única persona que podría darme información.
En ese momento, mis amigos se encontraban tomando cerveza y comiendo alitas de pollo, mientras hablaban de cualquier tontería alrededor de la fogata, cuando llegué hasta ellos y solté mi pregunta al aire, aunque dirigida a él.
- ¿Estás seguro de que se han llevado a las chicas de la banda para protegerlas? -
Dije mirándolo a los ojos, logrando que todos desviaran las miradas hacia cualquier lado, al igual que lo hizo Abraham, quien dio un sorbo a la cerveza que tenía en su mano, fingiendo no haberme escuchado.
Molesto por su actuar, llegué hasta él y lo tomé del cuello de la camisa para levantarlo de su asiento y obligarlo a mirarme, cosa que no habría podido hacer meses atrás, antes de ganar músculos y fuerza con los entrenamientos. Él soltó la cerveza, que cayó precipitada al suelo y se derramó toda, al mismo tiempo que el resto de mis amigos se acercaban pidiéndome soltarlo. Pero él los detuvo diciéndoles que estaba bien, que me dejaran.
- ¡Dime que no es verdad lo que estoy pensando! - dije con voz seca, fuerte y llena de coraje sin sentido, apretando mi amarre, lo que hizo que él me mirara, pero, aún sin decir nada, me dejó continuar.
- ¡Dime que no la rescaté de un monstruo para mandarla al infierno! ¡Dilo! - Dije con la voz entrecortada y los ojos al borde de las lágrimas, mirando como Abraham bajaba la mirada.
- ¡No! ¡Mírame y dime que no es cierto! - dije con tono suplicante, consciente de que sus palabras no iban a gustarme.
Pero no dijo nada y eso, me molestó aún más, por eso le escupí en la cara y le solté un derechazo, mismo que él no esperaba, pues lo hizo caer de culo al piso. Me lancé sobre él, furioso y le di golpe tras golpe hasta que Néstor y Víctor, lo más fuertes del grupo, me obligaron a dejarle, haciéndome retroceder sobre mis pasos, tomándome de cada brazo. Me dejé separar solo un poco, mientras el odio se apoderaba de mí, al saber, sin que Abraham me lo dijera, que él todo el tiempo había estado de acuerdo en que el jefe se llevara a Leslie.
Cuando Abraham se recompuso de los golpes, se levantó del suelo, con ayuda de Ariel y Boris. Finalmente se sentó en la misma silla de antes y mirándome a los ojos, con tristeza, dijo que se había hecho lo que se tenía que hacer.
- ¡No, no es verdad! - Repetí una y otra vez envuelto en llanto y sintiendo como el dolor en mi pecho incrementaba con cada bocanada de aire que tomaba.
Néstor y Víctor me soltaron al mismo tiempo, lo que me hizo caer de cara el piso, por fortuna, pude meter las manos a tiempo para detener mi caída. Luego, comencé a golpear el piso con mis puños, como si eso pudiera liberarme un poco o más bien dicho, casi nada, del dolor que se acumulaba en mi interior.
~o~
Nota de la autora:
Liam, debes de controlar tus impulsos.
Recuerda quiénes son tus verdaderos enemigos.
Bueno, tal parece que hay un misterio qué resolver. Porque claro, la desaparición de las chicas de los campamentos a nadie le pareció extraño y todos debieron haber pensado en que lo hacían para protegerlas, ¡sí, claro!
Ya me parecía raro que tuvieran armas y municiones por montones siendo que ninguno está trabajando y obviamente no son millonarios.
¡Están promoviendo el tráfico de chicas a cambio de armas, municiones y capaz hasta de la comida que se están llevando a la boca!
Lo que sí me parece muy bajo de parte de Abraham es no decir nada, aunque todos incluido Liam fácilmente podrían imaginar lo que pasaba, pero si él que es parte de los jefes de segundo o tercer rango, sabe lo que está pasando, ¿porqué no dijo nada?
La respuesta es simple, él no deja de estar bajo el mando del jefe, no puede ni debe tomar decisiones por sí solo y es injusto que Liam o cualquiera de sus compañeros lo culpen por ello. ¿O no?
¿Qué opinan de ustedes?
De haber estado en el lugar de Abraham, ¿habrían dicho a sus compañeros lo que pasaba?
¿Qué creen que haga Liam ahora que tiene la información en sus manos? ¿Y sus compañeros? ¿Se pondrán de su lado?
Una vez más, gracias por darle la oportunidad, no olvides votar y comentar, bueno, bueno... ya no te molesto más... ¡Sigue leyendo!
ESTÁS LEYENDO
POR ELLA
Teen Fiction"Dicen que el amor puede cambiarte, que te puede convertir en una persona que no eres... pero eso incluso, pasa en la familia o con los amigos..." Pensó Liam después de conocerla a ella, por quien dijo, sería incluso capaz de matar. Así, el día en q...