MIS PROTECTORES

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LIAM

En pocos minutos estuvimos en el hospital y aunque me permitieron avanzar al lado de Leslie, cuando llegamos a la sala de urgencias, me vi forzado a dejarla ir sola ya que los doctores y las enfermeras insistieron.

Caí de rodillas al suelo en el momento en que las puertas de la sala de urgencias se cerraron y, me aferré al suelo como pude sintiendo los forcejeos de los doctores y enfermeros que no paraban de pedirme que me retirara. Desistiendo al no poder moverme, me dejaron tranquilo o al menos eso parecía ser así pues se alejaron advirtiéndome que llamarían a seguridad. 

Fue entonces la voz de mi madre la que llegó a mis oídos disculpándose con los doctores y diciéndoles que ella se encargaría, la sentí rodearme con sus brazos como solía hacerlo antes. Acariciando mi espalda y depositando tiernos besos sobre mi frente, me dejé envolver por la calidez del abrazo de mi madre, que no paraba de decirme "Mamá está aquí Li, todo estará bien." Palabras que simplemente me dejaron indefenso, pues eran las mismas que ella repetía cuando yo me caía, me asustaba o incluso me peleaba con mis hermanos o los compañeros de la escuela.

Finalmente, el efecto calmante de sus palabras, me ayudó a tranquilizarme y dejándome guiar por mi madre, me levanté del suelo e incluso avancé hacia la sala de espera, sitio en que mi padre y mis hermanos aguardaban expectantes.

Abriéndonos paso, cada uno de mis hermanos se alejó del pasillo para permitirnos llegar a mi madre y a mí hasta las sillas en que mi padre me recibió también con un abrazo para después invitarme a sentar a su lado. Entre mi padre y mi madre que se sentó a mi otro costado, nuevamente la sensación de seguridad y protección que hacía mucho no sentía, me invadió y escuchándolos decirme que tuviera fe y confiara en que Leslie estaría bien, me permití liberar la pesada carga que me aprisionaba el corazón.

- ¡FUE MI CULPA! ¡FUE MI CULPA! – dije repetidas veces, tratando de convencerme de que, si algo le pasaba definitivamente no me lo iba a perdonar jamás.

Algunos minutos después, escuché murmullos cerca de mí y de reojo observé las sombras de algunos hombres armados, entrando en la sala de espera y colocándose en los costados para permitir entrar a alguien más.

Me separé del abrazo de mi madre para ver lo que pasaba y una sonrisa se pintó en mis labios al reconocer, la insignia de Los Captores en las bandas de los hombres armados que estaban en la sala y que abrieron el paso para que entrara Gustavo, el jefe de la banda.

Pese a que yo lo había visto momentos antes cuando bajó de la camioneta al llegar a mi rescate, que Gustavo estuviera allí significó más de lo que pensé, ya que en el pasado él había sido más que sólo un jefe para mí, un confidente, un protector y especialmente un amigo, así es como podría describir la relación que con él llegué a tener, pues en el momento en que entré a Los Captores lo hice como mero escape de la realidad en que vivía y fue él quien me hizo aceptar esa realidad con sus consejos y regaños, y, especialmente con su confianza puesta en mí al pedirme que tomara el rol de marcador, pues conocía mis habilidades y sabía que yo era capaz de hacer algo grande, que dejara huella y ayudara a mi familia a ver mi potencial también, fue eso lo que dijo el día en que renuncié para mudarme de ciudad.

Gustavo llegó hasta donde me encontraba y se presentó ante mis padres como el líder absoluto de la banda de Los Captores y de las pandillas de las regiones centro y sur de la República Mexicana. Mis padres asintieron, agradeciéndole por todo lo que había hecho y asegurándole que no sabían cómo se lo pagarían.

 En respuesta, él negó y extendiendo su mano frente a mí me invitó a estrecharla y mirándome fijamente me recordó que, si necesitaba cualquier cosa, se la pidiera y la conseguiría para mí y los míos. Estreché su mano y sin despegar mi mirada de la suya, le agradecí el ofrecimiento y su intervención para salvar a mi familia, pues, aunque me había tardado en llamarlos, en el momento en que lo hice, vinieron en mi ayuda y eso, me dejaría en deuda con ellos, de por vida. 

~O~

Nota de la autora:

Nunca, jamás has estado solo Liam...

Así como él, nadie en el mundo estamos solos aunque a veces parezca que es así y aunque no todas las personas cuentan con la fortuna de tener a sus padres para apoyarle cuando lo necesiten. 

Sea en forma de un pariente, un amigo o hasta un maestro, la ayuda está siempre allí y llegará para salvar hasta de la caída más dura, porque siempre hay una figura que se presenta para brindar la protección y el cariño que se necesita hasta en el peor de los momentos... nunca estamos solos... 

Una vez más, gracias por darle la oportunidad, no olvides votar y comentar, bueno, bueno... ya no te molesto más... ¡Gracias por leer!

POR ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora