TALENTO MALDITO

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KETHER

Hasta antes de que la guerra estallara, mis amigos solían subestimarme y considerarme inútil para todo lo que tenía que ver con armas y lucha cuerpo a cuerpo.

La verdad, todos tenían razón al criticar mi estado físico poco ejercitado y mi ausencia de músculos, ya que básicamente yo era un friki, amante de los videojuegos y un hacker nivel experto, por lo que la mayoría del tiempo me la pasaba sentado frente a la computadora o la pantalla del celular.

Sin embargo, llegó el día en que la guerra estalló y me vi en la necesidad de convertirme en un soldado en la vida real, fuera del universo de Call of Duty, que, para quien no lo sepa, es uno de los videojuegos de soldados más famosos de todos los tiempos, aunque no sé si es el mejor de todos, pero al menos entre mis favoritos sí que está.

Todo comenzó con el secuestro de Leslie y a partir de entonces, la vida de todos y cada uno de mis amigos se puso a disposición del jugador con mayor rango en nuestra vida, el jefe de Los Patriotas, que es la banda a la que pertenezco desde los 11 años de edad.

Cuando recién ingresé a ésta banda, en ella sólo se hacía trabajos de recolección y entrega de mercancía y básicamente entré porque en mi casa no tenía un verdadero hogar, pues mis padres estaban divorciados y solía ir de una casa a otra entre semana y los fines de semana para pasar casi nada de tiempo con cada uno de mis progenitores y, al ser hijo único, tampoco tenía mucho más que hacer que jugar videojuegos, lo que pronto se convirtió en mi pasión y mi perdición.

Fue a través de los videojuegos que me contacté con el primero de mis amigos fuera de las pantallas y que era perteneciente a Los Patriotas, Boris. Fue el quién me tendió la mano a través del chat y me invitó a participar en la pandilla en que él, Néstor, Viviana y Tadeo, sus amigos, estaban y, para no hacerte el cuento largo, después de salir con ellos un par de veces finalmente ingresé.

De un segundo al otro, el territorio de Los Patriotas creció y aunque pocos sabíamos el verdadero motivo, en realidad todo tenía que ver con el robo e intercambio de información a través de microchips y páginas web encriptadas, algo por lo que yo era culpable.

Debido a que yo era un genio computacional y eso lo digo no por echarme flores, sino porque, había trabajado diariamente para serlo; mi talento al fin sirvió para algo y en más de una ocasión, el jefe me pidió ayuda para robar datos tales como sitios de encuentro y entrega de mercancía o incluso para interceptar y modificar datos de otras pandillas y de algunos Cárteles de drogas, a quienes, el jefe después chantajeaba para que le dieran dinero, armas o le enviaran más personas para sus filas. Por supuesto, de este trabajo sucio no hablé con ninguno de mis amigos salvo por Boris, a quien consideraba mi mejor amigo y que a veces me ayudaba también.

Fue por eso, que el día en que Liam nos advirtió que Leslie tenía algo dentro del brazo, supe enseguida de lo que se trataba, más no quise explicar demasiado para no alertar a mis amigos, después de todo, la información dentro del dispositivo no podía causarle ningún daño a ella, pero sí a aquellos de quienes la información había sido extraída.

En pocas palabras, el problema principal no era que el jefe quisiera el dispositivo para su uso, sino que la información que dentro se encontraba debía de tener datos sobre el Cartel del Pacífico, del cual Zelo era miembro antes de muerto, pues Leslie especificó que había sido él quien se lo había puesto. Quizás alguna bóveda multimillonaria escondida o el sitio en que se entregaría alguna mercancía a gran escala que podría tratarse de armas o hasta alguna nueva droga proveniente de Estados Unidos o de Europa.

Al principio, solo hice conjeturas sobre lo que podría contener, pero en el momento en que Ariel me propuso analizarlo mientras Liam dormía, usé mis conocimientos tecnológicos y el apoyo de mi laptop para precisar que el dispositivo aquel, no sólo tenía información del Cartel del Pacífico, sino también de los Cárteles del Norte y del Noreste e incluso de algunas gangas de Estados Unidos. Fechas de entrega y tipos de mercancía que se entregaría, los cargamentos de hombres y mujeres provenientes de Sudamérica y la localización de túneles y cuevas repletas de oro, euros y dólares americanos en la zona fronteriza ubicada entre México y Estados Unidos, eran parte de la información que contenía este pequeño dispositivo.

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