LA ESCUELA

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NATALIA

Ese año yo cursaría 2º de preparatoria junto a Vera, mientras que Reymund, Ainara y Leire estarían en el primer grado, por lo que, tras la asignación de grupo, cada uno de mis hermanos y yo nos dirigimos a nuestras aulas.

Cuando llegué al salón que me tocaba, el maestro aun no ingresaba, pero mis nuevos compañeros yacían sentados en sus asientos o platicando entre sí, pues claro, ya se conocían, lo que hizo que yo me ganara algunas cuántas miradas de extrañeza al pasar entre ellos para buscar un asiento libre, mismo que encontré casi al fondo del aula, al lado de una chica castaña que se encontraba platicando con otro chico de rizos rojizos que al verme sonrió interrumpiendo a su amiga para presentarse conmigo como Yadier, acto que provocó una risita en la otra chica que no tardó en presentarse de igual forma como Luna, mientras estiraba su mano esperando que yo la tomara, lo que hice enseguida mientras ambos preguntaban a la vez mi nombre.

Lo anterior hizo que los tres nos riéramos al unísono, pues había sido demasiado extraño que ellos hablaran a la vez, pero luego de que ella se me quedara mirando fijamente y me hiciera sentir un tanto incómoda, dejé de reír, lo que hizo que Yadier le dijera que me estaba asustando, mientras ella, restándole importancia a lo que su amigo dijo, levantó las manos en señal de disculpa e inocencia, mientras decía que lo sentía, pero que le había causado gracia ver que, además de su amigo, había alguien más en la sala que tenía hoyuelos en las mejillas, cosa que me hizo sonrojar, pues era esa, la primera vez que alguien decía que sentía envidia por ser la única que no tenía.

Sonreí entonces, diciéndoles mi nombre y luego, como si ya nos conociéramos desde antes, me introduje en su plática, con la misma confianza con que me sentí recibida por ellos. Pocos minutos después llegó el profesor y nuestra plática quedó en pausa, para dar comienzo a la clase una vez que me presenté al resto de la clase, quienes ya se conocían entre sí y también al profesor de la materia de matemáticas.

Solo diré, que iniciar mi primer día del año con 5 problemas matemáticos de 3 páginas de resolución cada uno, no eran la mejor manera de hacerlo. Pero, finalmente, la clase terminó y, a esta, le siguieron Física y Literatura, la última, siendo una de mis favoritas.

Un par de horas más tarde, salimos al receso, en donde Yadier y Luna me presentaron a algunos más de sus amigos, con quienes compartimos el desayuno y algunas cuántas anécdotas entre las cuáles me vi en la obligación de hablarles acerca de mis 14 hermanos y hermanas, lo que, obviamente causó bastante intriga y generó miles de preguntas en mis nuevos amigos, quienes querían saber cómo le hacía para no volverme loca en casa, algo de lo que ni siquiera yo tenía idea.

Mientras el receso transcurría entre anécdotas divertidas con mis nuevos amigos, miré a Vera caminar por el patio siendo observada por más de 3 chicos, pues ella era una chica bastante atractiva, coqueta y vanidosa, lo que enseguida la volvió popular. Aunque no tan popular como a Reymund, que al parecer ya se encontraba hablando con uno de los grupos más populares de la preparatoria, pues era un grupo selecto de estudiantes que estaba conformado por chicos en su mayoría, que lucían como atletas, algo cliché para mi hermano que solía jugar baloncesto con gran destreza, por haber estado en equipos de este deporte en Estados Unidos, con anterioridad.

A quienes vi un poco más tímidas, fue a Ainara y Leire, quienes habían corrido con la suerte de quedar en el mismo grupo de su grado y, por tanto, estaban juntas como solían estarlo siempre en casa, sin mucha diferencia a cuando estaban en ella, a excepción de la presencia de una chica más que las acompañaba.

Sonreí pensando en que todos estábamos acostumbrados a ir a escuelas nuevas, tanto que se nos hacía normal llegar a una más y de inmediato hacíamos amigos, entonces recordé que en este momento el resto de mis hermanos debían estar igualmente adaptándose a su nueva escuela y me pregunté, si todo iba tan bien para ellos como lo estaba siendo para nosotros.

El receso terminó y todos regresamos a nuestras aulas, para continuar con las 3 clases que nos faltaban antes de culminar con nuestro primer día. Una vez que el timbre de salida sonó, me despedí de Yadier y Luna, quienes se fueron caminando por la acera al tiempo que yo me dirigía al auto de Reymund, a quien tuvimos que esperar mis hermanas y yo, pues al parecer se había puesto a jugar baloncesto a última hora con sus amigos y eso, lo hizo retrasarse en la hora que habíamos acordado estar listos para regresar a casa. 

~o~

Nota de la autora:

No sé tú, pero yo no sería capaz de integrarme tan fácilmente en una nueva escuela. 

Sin duda alguna, los chicos de ésta familia son especiales. Después de todo, mudarse tantas veces no debe ser sencillo y menos aún para entablar relaciones que podrían no perdurar más de un año. 

Pero hay que verle el lado positivo, con sus mudanzas tuvieron la oportunidad de conocer lugares nuevos y gente diferente. Esperemos que ésta sea la última vez que se cambien de casa y que las nuevas amistades de todos, los ayuden a acoplarse tan rápidamente como a Natalia.

Una vez más, gracias por darle la oportunidad, no olvides votar y comentar, bueno, bueno... ya no te molesto más... ¡Sigue leyendo! 

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