XLVI

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San observó las facciones del chico de la ventana deformarse de inmediato, una risa desesperada y algo maniática brotando de sus labios.

—¿Estás jugando, verdad?—Preguntó, la risa continuando.

San frunció el entrecejo. Claro que no lo estaba.

Se levantó lentamente, colocándose frente a Wooyoung, sujetando sus manos antes de mirarle a los ojos, intentando pedirle perdón por no ser ni poder hacer lo que realmente quería.

Él quería ser libre.

Él quería besarlo.

—Lo siento.—Susurró con tristeza.

Y Wooyoung simplemente se lanzó sobre sus brazos, envolviendolo fuertemente, escondiendo su cabeza en su cuello, sus lágrimas frías chocando contra su piel.

Esto le rompió el corazón.

No en el sentido literal, porque los corazones no pueden romperse así como así, pero el dolor que sintió fue como ese. Como el dolor que debe sentirse cuando verdaderamente te rompen el corazón.

—¿Por qué?—Sollozó contra su hombro.

Escuchar sus palabras ahogadas acrecentó su dolor. Si antes su corazón se había roto, ahora estaba triturado.

De nuevo, no literalmente.

—No lo se...

—Pero tienes diecinueve.—Chilló.

—A mi madre no le interesa eso.

—Pero tú... Tú... ¿Por qué aceptaste?

—Mi madre me dió el anillo y me obligó, Woonie... No tuve tiempo de responder. Emma aceptó al instante, apenas pude reaccionar.

—Pudiste haberte negado.—Susurró, aferrándose a la parte trasera de la ajustada camisa de San con fuerza, como si no quisiera dejarlo marchar.

No es que quisiera irse a alguna parte.

—No habría valido de nada. Ellas no me escuchan, Woonie... Ellas me ignoran. Es como si no estuviese ahí.

—Podrías intentarlo...

—No lo creo. Mi madre es tan controladora que me detendría incluso antes de pensarlo.

—No te rindas.—Casi suplicó, aún contra su cuello.

—Realmente lo siento, Woonie...

—No me llames Woonie si vas a rendirte.—Le reprochó, apartándolo bruscamente. San sintió el impulso inmediato de correr a abrazarlo cuando vió sus ojos hinchados y sus mejillas húmedas, pero se detuvo cuando su diccionario mental detectó enojo en sus facciones.

—Por favor, no me odies...

"Por favor. Por favor. Por favor. Si nos odia será tu culpa, idiota."

—No podría odiarte.—Sollozó sentándose sobre la cama de San y mirándolo fijamente a los ojos. San pudo jurar que pudo sentir el dolor del chico en su interior con solo este gesto.—Pero estoy decepcionado de que realmente no hagas nada para poder evitar esto... Ayer me dijiste que ibas a dejarla... Y hoy... Y hoy me dices que vas a casarte con ella.

San suspiró con tristeza y se acercó arrodillándose y mirándolo a los ojos. Tal vez no lo merecía. Tal vez no merecía sus ojos sobre los suyos. Pero los necesitaba. Los necesitaba para no derrumbarse junto a él.

"Eres un idiota, San. Míralo. Está llorando. ¡Está llorando porque no eres capaz de hacer nada por él! ¡Eres un...!"

Sus pensamientos se detuvieron cuando sintió las manos de Wooyoung sobre las de él. Involuntariamente, sus dedos habían comenzado a chasquear.

El Chico de la Ventana. woosan (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora