| SEIS |

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—Mami... Mami...

Siento como mi cuerpo es sacudido por una manito pequeña, tratando de despertarme e interrumpiendo mi sueño el cual me ha costado conciliar. El día ha sido muy pesado en la empresa y regresar a casa para jugar con Connor solo aumentaba mi cansancio.

Pero no podía negarle nada a mi pequeño niño de cabello azabache, tenía tres años ahora y sus energías parecen ser inagotables. Abro mis ojos lentamente y los froto para desaparecer el sueño y aclarar mi vista.

La habitación está oscura pero entra un poco de la luz del pasillo. Cuando mis ojos se aclaran un poco, noto a Connor sosteniendo su oso de peluche que ha sido un regalo de Eren el día de su cumpleaños.

—¿Connor? ¿Qué ocurre?

Prendo la lampara en mi mesa de noche para verlo mejor, tiene el cabello hecho un nido y sus mejillas empapadas por las lágrimas que se le derraman por los ojos. Se lanza a mi cuerpo mientras se sube a la cama, su pequeño cuerpo se abraza a mí, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello.

Lo abrazo y lo pego más a mí, acaricio su espalda e inhalo el aroma al champú de bebé que me encanta. Me pongo de pie para llevarlo hasta su habitación la cual se encuentra al final del pasillo, a unas recamaras alejadas de la nuestra.

—Mamá, un monstuo se comía mis juguetes y me quedaba sin ninguno para juegar. —lloriquea en mi cuello y sus lágrimas me mojan la piel—. Era peludo y negro, más gande que yo... incluso más grande que papá.

—¿Alguien más grande que tu padre? Imposible... —claramente él es muy pequeño para entender el sarcasmo de mi comentario y gracias al cielo que mi esposo no ha escuchado... Por cierto, ¿dónde está mi esposo?

Al llegar a su cama, lo meto bajo las sabanas y lo cubro con ellas, se acomoda sin soltar a su peluche el cual dice que lo protege de todo mal que acecha en las noches. Connor es un niño muy inteligente y a veces tiene pensamientos muy profundos para su edad.

—Amor, los monstruos no existen— acaricio su cabello, apartándolo de su frente —Pero, siempre que veas uno, diles que tu padre acabará con cualquiera de ellos si intentan molestarte.

—¿Puedo decirle qué tú acabarás con él, mami? Papá siempre hace lo que tú dices, quizá el monstuo te tenga más miedo a ti.

—Claro amor, puedes decirle eso. —sonrío, tratando de no reírme.

La mirada de Connor se ilumina como si le hubiese dado la solución a todos los problemas que lo acechan. Me acomodo a su lado y me abraza con su pequeño cuerpo, acaricio su cabello por largo rato hasta que siento su respiración calmada, mi indicador de que se quedó profundamente dormido.

Salgo de su cama y acomodo sus almohadas alrededor de su cuerpo para que no se caiga, noto lo hermoso que se ve durmiendo. Una punzada de dolor y desilusión se planta en mi pecho al darme cuenta del parecido que tiene con su padre y no conmigo.

Tantos cambios físicos, dolores de parto, desvelos y todo lo que pasé al estar embarazada para que el niño saliera igual al padre, parecía una puta broma.

Tampoco me molestaba tanto, que mi hijo fuese igual a Levi me llenaba de orgullo, era hermoso al igual que su padre. Salgo de la habitación y cierro la puerta lentamente para no emitir ningún ruido que pueda despertar a mi hijo.

Decido que lo mejor es ir a buscar a Levi el cual no ha subido a dormir aún, la última vez que lo vi estaba en su estudio.

Bajo las escaleras al primer piso y en el camino recojo los juguetes que Connor ha dejado desperdigados por ahí, ser madre era un trabajo de tiempo completo.

Una vida a tu lado || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora