| DIECISÉIS |

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Hay muchas cosas que odio en esta vida y una de ellas es el sonido de la alarma de Levi. Alarma que nos indica que son las cinco de la mañana y que hay que empezar el día.

Él se levanta de la cama y yo no me muevo para que se meta a bañar primero y yo poder dormir un poco más, me da un beso en la frente y me hago la dormida. El sonido de la ducha no me deja dormir pero al menos disfruto de unos minutos más en la cama amplia y cómoda.

El olor de Levi recién bañado me inunda las fosas nasales y me obliga a sentarme en la cama con el pelo hecho un nudo y la cara hinchada debido al letargo. Siento que la cabeza me duele un poco pero supongo que es porque acabo de despertar.

Ver a Levi ahí parado con la toalla rodeando su cintura y su cuerpo lleno de gotas de agua me hace querer lamer cada una de ellas.

Me meto a bañar, lavo mi cabello y aplico una mascarilla, me depilo todo lo que necesito depilar, me cepillo los dientes y disfruto del agua caliente por un rato. Me relaja y no entiendo el porqué de mi dolor de cabeza y la pesadez en mi cuerpo.

Cuando salgo Levi ya no está en la habitación así que empiezo a vestirme con mi ropa de trabajar que me hace ver elegante y sexy al mismo tiempo. Me pongo los accesorios y mi anillo de casada que no puede faltar.

No estoy para contarles la vez que lo olvidé en casa y Levi me hizo drama durante todo el día. Decía que si me quería divorciar de él, que se lo dijera. Me acusó de tener a otro en la oficina y trabajó conmigo al lado todo el día.

Tomo mi bolso y bajo hasta la cocina donde está Levi tomándose una taza de té y Connor comiendo su desayuno y listo para la escuela con su uniforme perfectamente ordenado.

—Buenos días. —Le doy un beso a mi hijo en la mejilla y uno a mi esposo en la boca, me sirvo una taza de café y me siento con ellos a comer.

Hay dos huevos revueltos, tocinos y tostadas en mi plato así que arraso con todo lo que hay ahí.

Pero no es hasta que bebo un sorbo de café que siento una molestia en la garganta al tragar, hago mala cara pero nadie lo nota. Termino mi desayuno con la molestia y nos vamos a empezar el día, dejamos a Connor en la escuela y nos vamos a la empresa.

Me encierro en la oficina y para el medio día no me siento nada bien. Tengo más frío de lo normal así que apago el aire acondicionado, la nariz me escurre y los ojos me pesan, me duele el cuerpo así que me acuesto en el sofá que hay ahí a descansar.

Escucho el sonido del teléfono a lo lejos y me obligo a despertar para tomarlo, el cuerpo me duele más y a pesar que siento que he dormido mucho solo ha pasado media hora. Me quejo con cada paso que doy y a cada segundo que pasa siento que se me va a desprender alguna parte del cuerpo.

—¿Diga? —Busco papel para limpiar mi nariz.

¿Estás bien? Te he dejado diez llamadas.

La voz de Levi es preocupada y suave, pero el volumen del teléfono hace que me duela la cabeza, no soporto la luz en los ojos así que los cierro y apoyo la frente en el escritorio.

Quiero decirle que me quedé dormida pero aparte de ser mi esposo es mi jefe, no me gusta tener beneficios que no tienen los demás por estar casada con él.

—Si, estoy bien. ¿Necesitas algo?

Te envié unas cosas al correo, revísalas y si hay algo que cambiar me lo traes.

Me despido de él y respiro hondo para concentrarme en el trabajo, reviso lo que me mandó y es un afiche que está más desordenado que mis cuadernos de la prepa.

Una vida a tu lado || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora