| ONCE |

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|| LEVI ACKERMAN ||

—Hazles caso a tus abuelas, no vayas solo a ningún lado, no hables y no aceptes cosas de alguien desconocido, cepilla tus dientes y cuídate mucho.

Escucho a mi esposa hablando a unos pasos de mi mientras yo leo la etiqueta de los productos de limpieza.

El mes pasado había llevado aromatizante de canela, posiblemente esta vez lleve de lavanda. Tengo que seguir pensando, es una decisión demasiado difícil.

—Papi te manda muchos besos y muchos abrazos.

—Yo no le envío nada.

Me pega en el hombro y ruedo los ojos, continúo con lo mío, ignorando todas las indicaciones que le da a Connor en lugar de dárselas a las señoras locas con las que habíamos dejado al cuidado de nuestro hijo.

Nuestras madres.

Les pareció una buena idea llevarse a mi hijo de cuatro años a su retiro espiritual. Puras mierdas.

Ni siquiera entiendo como había permitido que se lo llevaran cuando estaba claro que Connor ni siquiera estaba interesado en hacerlo. Acampar con señoras mientras meditan alrededor de una fogata y escuchar cómo se comen el culo entre ellas y se lanzan veneno no es una actividad interesante para un niño de cuatro años.

—Si amor te extrañaremos mucho, te veremos en dos días, ¿sí? Te amamos y te mandamos un millón de besos. —Empieza a despedirse y a lanzar besos al teléfono.

Su momento menos esquizofrénico.

Cuelga y regresa a mí. Los dos arrastramos una carretilla, ella la llena de la comida necesaria para el mes y yo la lleno con los productos que utilizábamos para limpiar.

Prioridades.

—¿No crees que llevas demasiado, Ackerman? —La miro, interrumpiendo mi lectura de los componentes del jabón para piso que sostenía en la mano. Desvío la mirada hacia su carretilla que además de la comida, la ha cargado de alcohol y snacks para la reunión que tendrá esta noche con los chicos.

—¿El burro hablando de orejas? —mira su carretilla y me pasa de largo, ignorándome.

Hacemos fila y ella se coloca delante de mí, pasando los alimentos a la banda. La chica de la caja mastica chicle con la boca abierta y tiene cara de odiar haber nacido. Me mira por un momento y sus mejillas se tornan rojas, cerrando la boca al masticar.

Gracias a Dios, empezaba a sentir un tic en el ojo.

Pasamos todos los productos y saco la tarjeta de la cuenta que compartimos con _____. Cada uno mete la misma cantidad de dinero al mes y con eso pagamos las compras de comida, las cosas de Connor o cualquier cosa que se tratara de nuestra casa.

Caminamos por el parqueo para llevar las compras hacia la camioneta y hubiese seguido mirando el camino de no ser porque el culo de mi mujer se cruza en mi campo de visión.

Hago memoria de cuando ha sido la última vez que lo he visto y fue apenas hoy en la mañana cuando la empotré sobre la pared del baño y la follé hasta que sus piernas quedaron disfuncionales.

¿Es posible que un culo crezca en una horas? Porque eso parecía.

Desde que Connor nació, el cuerpo de _____ cambió. Sus senos aumentaron de tamaño al igual que sus caderas y su culo. Cada vez que da un paso se contonea de una manera deliciosa y no puedo evitar imaginarme entrando en él lentamente mientras la sostengo del cabe...

—¿Sucede algo? —la miro cuando se detiene al verme. Niego. —Vienes muy callado.

—Todo está bien.

Una vida a tu lado || +18 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora