Todo sucedía muy rápido, tanto que apenas podía ser asimilado. Era como si el tiempo se hubiera acelerado repentina y salvajemente, poniendo a correr a todos en una carrera contra él, una en la que era imposible ganar, ya que el tiempo ponía sus propias reglas, unas normas ya escritas para un mundo en el que todo tenía un destino. Por más que pareciera lo contrario, por más que las decisiones tomadas fueran impredecibles, estas ya estaban prescritas desde antes que pudieran ser siquiera consideradas. Al menos así es como solía ser, pues ahora, en un mundo donde esta sagrada línea podía ser quebrada, alterada, el panorama lucía aterrador y alentador al mismo tiempo. Era perfecto para tomar oportunidades, para corregir errores o para evitar un daño en una realidad propia o alterna, sin embargo, esta moneda tenía otra cara, una en la que no se puede saber si se está haciendo lo que se supone que se debería hacer, en la que se es ignorante a lo que el tiempo ha escrito para nosotros, tomando libertades que tendrían consecuencias. A eso se arriesgaban al regresar en el tiempo casi dos décadas, sin embargo, fuera este su destino o no, no tenían otra opción. No podían saberlo.
Un día estaban tranquilos en casa, disfrutando de un delicioso pastel de ciruelas y, cuando se percataron, ya se encontraban caminando con unos icónicos trajes hacia la máquina que los llevaría a su misión. Sam se sentía confundido, abrumado. Nunca imaginó que tendría que hacer un viaje en el tiempo tal como lo hizo el hombre que le heredó el manto hace casi tres años, al menos no lo esperó tan pronto, pues, en esa realidad en la que prácticamente todo era posible, sólo era cuestión de tiempo para que un nuevo conflicto saliera a la luz, cada uno más complejo y peligroso que el anterior. Aun así, nunca se sintió demasiado intimidado o pequeño después de la batalla contra los Flag Smashers, y una gran parte de ese hecho se lo debía a Bucky, pues estuvo con él cada que se sintió indigno, cada vez que se sintió rechazado por un mundo malagradecido que le gritaba que no podía tomar ese escudo. Sin duda eran un complemento perfecto, cosa que le provocaba conflicto a Sam, pues sabía que Barnes lo había rechazado, pero desconocía la razón. Sólo le quedaba suponer e intentar leer la mente de quien se había detenido abruptamente a unos cuantos pasos de la máquina, probablemente recordando la última vez que vio aquel artefacto y a quien se fue en el mismo.
Sam volteó al notar que su compañero ya no lo seguía, lo observó por un momento, tenía el traje blanco y rojo que, francamente, no le sentaba muy bien. Aún no se colocaban los cascos, y Sam quería ver su rostro un poco más, pues al leer sus facciones pudo sentir su nostalgia. Aquellos ojos azules con cierta tonalidad gris mostraban toda su alma, revelaban todas sus emociones. Era claro que extrañaba a Steve, persona que un día significó su única conexión entre su pasado y su presente, el único recuerdo de la humanidad que le fue arrebatada y de la que pudo recuperar después de ser el Soldado del Invierno. Wilson sabía lo duro que fue para Bucky ver a su mejor amigo marcharse sin más. Ambos lo entendían, comprendían sus razones, pero eso no le quitaba lo doloroso al asunto. Se acercó cautelosamente a él, lo dudó al principio, pues no sabía si Barnes seguía abierto a esas muestras de afecto, a esas palabras reconfortantes o siquiera a ese tipo de miradas.
—Haremos esto juntos, como siempre lo hemos hecho —afirmó Sam, sabiendo que, sin importar su relación, estaría ahí para acompañar a Bucky y ayudarlo tanto como lo ayudó a él, sin condiciones—, a nuestra forma y hasta el final.
Bucky asintió con una muy ligera sonrisa, continuando hacia su destino al lado de quien le hubiera gustado llamar su prometido. No quería alejarse de Sam, el terror lo consumía descomunalmente, tenía miedo de que este se fuera sin él, de que se perdieran por diferentes tiempos o de que no volviera a verlo otra vez por cuestiones de ese estilo. A esto se le sumaba la presión de su secreto, tenía que decirlo en ese momento, en caso de lo peor, de no poder decirlo jamás, sin embargo, sabía que era contraproducente y un pésimo momento. El mundo estaba hecho un desastre, cosa que ya era lo suficientemente preocupante para Sam. Barnes no podía decirle algo de esa magnitud, de ese peso, cuando apenas podían cumplir una misión para evitar que todo se destrozara a su alrededor.
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La Línea Perfecta (SamBucky)
FanfictionEl tiempo no es más que una línea. Nadie es capaz de alterar lo que ya está escrito, tal vez se pueden tomar fracciones del pasado, sin embargo, no se puede cambiar algo en tu presente con una acción en el pasado, pero, si hubiera una oportunidad de...