Capítulo 6: Así Debe Ser

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El transporte no fue algo que hubieran considerado, pues, además de no saber a dónde irían más allá del primer destino, un automóvil no sería útil para ir al otro lado del mundo, como era el caso. Aunque debían admitir que no pensaron muy bien en eso antes de ir casi dos décadas en el pasado, no tendrían que hacerlo, pues ya lo tenían cubierto, de eso se encargó Riley, cumpliendo la pequeña ayuda que Sam le había solicitado aquella noche. Ahora, de una forma muy incómoda, estaban en un vuelo rumbo al Oriente para obtener aquella pieza, si bien estaban apretados entre el cargamento militar que llevaba el equipo de Riley para su misión en Afganistán, al menos no tuvieron que provocar más problemas al intentar pedir prestado un avión de una forma no muy diplomática, para no decir que evitaron robar temporalmente uno. Estaban en camino a dónde debían, eso era todo lo que parecía importar, aunque, muy adentro, Sam y Bucky sabían que había un par de asuntos de los cuales debían hablar.

Para empezar, el par, o más específicamente Sam, tuvo que mostrarle más pruebas al rubio para que este accediera a llevarlos como polizones en el avión, y a no delatarlos en el proceso. Aquel proceso para ganar su confianza incluyó algunos momentos que Bucky no estuvo feliz de ver, pues pudo apreciar una conexión única entre los otros dos a pesar de que la situación no permitía nada entre los mismos por lógicas razones. Bucky sabía que entre aquellos dos hombres no había un trato cercano, apenas cruzaron miradas y ligeras sonrisas, pero la forma en la que hablaban, aquella forma en la que se complementaban perfectamente era simplemente deslumbrante, una comunicación tan maravillosa que apenas utilizó dos días para convencer totalmente a Riley de que trataba con el Samuel que conocía, ciertamente distinto del de aquella época, pero conservaba esa esencia racional y humana que lo caracterizaba. Ese tipo de cosas nunca cambian, nunca se pierden.

Aquella interacción era apenas un reflejo, pues, lo más aterrador fue ser testigo de la interacción de Riley y el Sam de aquella época, esto se debió a que habían estado vigilando al rubio en caso de que se le ocurriera hablarle a su pareja sobre ellos, o incluso a alguien del ejército. El tiempo que no pasaron intentando convencerlo, se lo pasaron casi acosándolo y, de ambas formas, Barnes resultaba herido. Si no veía a su Wilson intentar no explicarle tantas cosas del futuro a Riley, veía a este último y a su pareja disfrutar los pocos momentos que tenían antes de irse a aquel viaje, y lo hacían de una manera tan práctica, despreocupados de la tragedia que les esperaba algún día, todo mientras armaban los expedientes o mientras hacía su plan de infiltración a la instalación.

Lo único que contenía a James de expresar sus celos, de explicarle a Sam esa cruda sensación de sobrar ahí, de gritarle la amarga idea de pensar que le haría algo similar a lo que Steve hizo hace años, lo único que lo ataba era saber que tendría que decir la verdad, pues dejar salir esos sentimientos conllevaría a una conversación más profunda en la que Wilson volvería a preguntarle qué le sucedía. Además, había rechazado el anillo, rechazando el corazón de quien lo ofrecía al mismo tiempo. Creía que no tenía derecho de interferir en algo tan difícil al haber sido el culpable de todo el desastre y toda la sofocante incomodidad en aquella atmósfera, incluyendo la propia. Lo hacía especialmente al ver la forma en la que Sam miraba las escenas de su pasado, una tristeza impresionante disimulada con aquellos ojos, un destello tan intenso y melancólico que reflejaba al verse a él en el pasado compartir una bebida con Riley, al verlos correr cuando el sol estaba por salir, al verlos trabajar como un equipo y amarse como pareja. Era tan complicado para ambos.

Las noches que pasaron en un pésimo hotel eran silenciosas, aterradoras y largas, apenas conseguían dormir un poco en el reducido tiempo que tenían para descansar, o al menos así lo fingían para no hablar con el otro, para hacerse pensar que en el lado opuesto de esa fría división que se habían puesto sólo había unos ojos cerrados y no unos inundados de tristeza. Estaban agotados y los nervios de aquella misión no ayudaban. Por esto, inevitablemente, ambos cerraron sus ojos en el vuelo, esperando sólo poder descansarlos un segundo, lograr dormir ya sería mucho pedir, sin embargo, el cansancio acompañado del incomodo, pero cálido lugar en el que estaban encerrados en su ilegal viaje poco a poco los vencía. Era un viaje largo, pero debían mantenerse despiertos en caso de que cualquier cosa sucediera, eso pensó Bucky mientras tenía sus ojos cerrados, le parecía absurdo, pero no había otra opción. Se permitió descansar otro segundo más, después abriría sus ojos. Así se lo prometió en su mente. Pero se perdió.

La Línea Perfecta (SamBucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora