III

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Desperté por unos golpes en la puerta.

–Joder.– maldije.– Ya voy.– Me levanté y abrí.

Mi padre estaba ahí parado.

–¿Qué quieres?– Pregunté frotándome los ojos.

–Ya es hora de despertarse.

–Pero, ¿qué hora es?

–Victoria se tiene que ir a ensayar y tienes que ir con ella, vístete.– Dijo yéndose.

Dí un portazo, ganándome un grito por parte de mi padre. Me puse los mismos pantalones de ayer, con una camiseta negra ancha. Me recogí el pelo en dos trenzas, pues no tenía ganas de peinarlo.

Cogí mi móvil y salí. Vic y papá estaban sentados en la mesa desayunando. Me acerqué a ellos y me senté.

–Comeremos todos juntos allí.– Habló mi hermana.

–Bien. Yo saldré esta noche.– respondió nuestro padre.– Estaré fuera dos días.– Me miró.– Espero que te comportes.

–No tengo la culpa de que me educases de puta pena.– dije.

–Agnés Alessia.– Se levantó de la mesa y dió un golpe con la mano.– No consentiré que me faltes el respeto.

–Ya está papá.– Mi hermana se levantó y lo calmó.

El resto del desayuno lo pasamos en silencio.

–Adiós papá.– Se despidió mi hermana.

–Pasadlo bien.

Salimos de la casa y fuimos caminando hasta el mismo sitio que ayer.

–¿Seguro que no te has follado a Damiano?– Pregunté sacando un cigarro.

–Que pesada que estás. Solo somos amigos.

–¿Entonces me lo puedo follar yo?

–Te saca casi 6 años Agnès.

–He follado con gente que me saca mas.– me encogí de hombros.

–Córtarte un poco con papá.– Cambió de tema.– Así solo traerás problemas.

–Que se hubiese ocupado de mi cuando debía hacerlo, ahora que asuma las consecuencias.

Llegamos y mi hermana llamó al timbre.

La puerta de abrió dejándome ver a Damiano sin camiseta y despeinado.

–Buenos días bello durmiente.– Saludó mi hermana entrando.

Me acerqué a él.– Como me vuelvas a recibir así en tu casa te juro que te follo contra esa silla– susurré.

Entré para dentro y Damiano me agarró del brazo atrayéndome a él.– Tengo inmensas ganas de que lo hagas, muñeca.– Susurró a centímetros de mis labios.

Por el rabillo del ojo ví como bajaban Ethan y Thomas de un coche, me separé bruscamente de Damiano y pasé a la casa, dándole una cachetada en el culo cuando pasé por su lado.

(...)

–¿Puedo probar una cosa?– Pregunté levantándome hasta donde estaba mi hermana.

Me dió el bajo y me senté donde estaba sentada ella anteriormente.

–A ver que os parece.– Comencé haciendo un ritmo con el instrumento.

Thomas, quién pilló rápido el riff, me acompañó con la guitarra.

–Está genial.– dijo el rubio.

Se nos unió Ethan dando el ritmo con el bombo.

–Sí, sí, sí.– Gritó emocionado Damiano.– ¡Lo tenemos, lo tenemos!

–De nada.– guiñé un ojo.

–Estos dos acaban liados.– Rió Thomas.

–No te pongas celoso, también tengo para ti.– Dije levantándome y dándole el bajo a mi hermana.

Rieron.

–¿Esta noche hacéis algo?– preguntó mi hermana.– Nuestro padre se ha ido y tenemos dos días de libertad.

–Unos colegas dan una fiesta hoy.– Habló Damiano.– Podemos ir.

–Eso suena a alcohol y drogas, me apunto.– dije entusiasmada.

–Pero contrólate.– me advirtió Victoria.

–Voy a decirles que iremos.– Damiano sacó el móvil y les escribió.

(...)

–¿Me dejas tu top granate?– Pregunté entrando en el cuarto de mi hermana.– Es que me hace juego con las botas.

Lo sacó del armario y me lo dió.

–Grazie sorella.

Fui a mi habitación y me vestí. Me puse unos pantalones negros anchos, con las botas del mismo color que el top. Trencé mi pelo igual que lo hice esta mañana y me maquille.

Me hice una foto en el espejo y la subí a instagram.

–Vámonos.

Salí de mi cuarto con algo de dinero y el móvil. Bajé las escaleras junto a Victoria y salimos de la casa.

Damiano nos estaba esperando en un coche.

–¿Y los otros?– preguntó mi hermana entrando en el coche.

–Iban andando.– respondió.

No tardamos mucho en llegar. Era una gran casa, parecida a la nuestra.

Unos tíos nos recibieron. Eran los amigos del cantante.

–Cuando tiempo sin verte Dam.– Saludó uno de ellos.

–No me llames así, idiota.– Contestó.

–Victoria.– Saludó de nuevo el chico.– ¿Y tú eres?– se dirigió a mi.

–Agnès.– respondí.– su hermana.– Señalé a la rubia.

Justo detrás de nosotros aparecieron Ethan y Thomas. El último se posicionó a mi lado y pasó su mano por mi cintura.

Se saludaron todos y pasamos a la casa. Había bastante gente.

–¿Queréis tomar algo?– preguntó el que nos recibió antes.

–¿Tú estás en el menú?– Pregunté.

Noté como se puso nervioso cuando sus mejillas se tornaron rojas.

–Una cerveza.– volví a decir.

–Que sean dos.– habló mi hermana.

–Tres.

–Cuarto.

–Cinco.

El chico fue a por nuesta bebida.

–Joder como atacas.– se acercó Thomas.

–Me gusta poner nerviosos a los hombres.

Rió– ¿Cómo es que volviste de España?

–Pasaba droga y mi padre se enteró. Me montó un pollo y me trajó de vuelta.– hice una pausa.– Pero bueno, ¿qué tal tú?

Me hizo un gesto para que lo acompañase y nos acercamos a un sofá que estaba allí.

–Muy bien la verdad. Todo va bien con el grupo y es lo único que me importa ahora mismo.– dijo sentándose.

Imité su gesto.– ¿Y no sales con nadie?

–¿En plan pareja?– asentí.– No. ¿Por qué?– Rió. – ¿Ya ibas a intentarlo conmigo?

Reí nerviosa.– No, no. Era solo por saber.


Me está gustando como lo estoy escribiendo y eso es una buena señal :)

Still loving you [Thomas Raggi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora