Nos separamos y apoyó su frente en la mía.
Una suave luz alumbraba sus preciosos ojos verdes.
–¿Sabes qué?– apoyó su mano en mi mejilla.
–Qué.
Acarició suavemente mi piel. –Que te quiero.
Te quiero. Dos palabras que nunca antes nadie me había dicho a parte de mi hermana. ¿Yo le quería? ¿Esto es querer? ¿Sentir que soy invencible a su lado es querer? ¿Sentir mariposas cada vez que le beso es querer?
Me ausenté por unos segundos y él se dió cuenta.
–Perdón, perdón.– Se alejó de mi. –Demasiado pronto.
Me acerqué a él. –Yo también te quiero, Thomas.
Sus manos se posaron en mis caderas y me movió de tal forma que me senté en sus piernas. Volvimos a unir nuestros labios.
–Como follemos aquí nos denuncian.– hablé entre besos.
Sentir como reía pegado a mis labios fue la sensación más bonita que había experimentado en mis cortos 16 años.
(...)
–¿Te dijo que te quería?– La voz de Damiano sonó tan alto que tuve que alejar el teléfono de mi oído.
–Lo hizo.
–¿Y qué le dijiste?
–Pues, que también le quería.
–¿Lo sientes de verdad?
–Siento cosas que no sé como explicar y que nunca antes había sentido.– Un leve portazo me indicó que Thomas había despertado. –Luego nos vemos.
Se despidió y colgué.
Me volví a meter en la cama y cuando el rubio abrió la puerta me hice la dormida.
–¿Estás despierta?– preguntó mientras se acercaba.
Noté como se sentó en la cama. Su mano se posó en mi mejilla y la acarició lentamente. Me estremecí.
–Buenos días. –Sonreí.
Me devolvió la sonrisa. –¿Qué tal dormiste?
–Hubiese dormido mejor en tu cama pero, no me puedo quejar.– Reímos.– ¿Está noche podemos hacer algo juntos? Ir al cine, por ejemplo.
Asintió levemente. –Pero ahora tenemos que irnos.– Tiró de mi para que me levantase.
Nos quedamos muy juntos y mis manos quedaron encima de sus hombros, las suyas quedaron en mi cintura.
–Siempre he amado tus ojos.– Susurró.
Él sabía que siempre los había odiado. Odiaba tener los ojos grises, se podía decir que era mi mayor complejo.
–Ya sabes lo que pienso de ellos.– Aparté mi mirada de sus ojos.
Una de sus manos agarró mi barbilla para que lo mirase. Cerré los ojos para que no los viese.
–Abre los ojos.– Ordenó.
–Preferiría abrir las piernas.– Reí.
Mi hermana entró a la habitación. –Ya te puedes duchar Thomas.
Se alejó de mí y se fue.
Me volví a sentar en la cama haciéndole una señal a mi hermana para que se sentase conmigo.
(...)
El ensayo se estaba alargando más de lo normal y yo ya me estaba aburriendo de escuchar las típicas discusiones.
Salí de la habitación y fuí al salón. Ya sabía donde guardaba la hierba Damiano, así que la cogí y me hice el porro.
Salí fuera de la casa a fumar. Anduve por la acera.
–¿Pasas hierba?– preguntó un chaval.
–Sí.
Ahora que no vivíamos con papá tendría que buscarme la vida para conseguir dinero.
–¿Cuánto quieres?
–Dos gramos de María.
Saqué la bolsa que cogí antes y se la dí.– 10€
Me dió el dinero y cogió la bolsa.
–¿Si quiero más vengo aquí?
Negué. –Guarda mi número y si necesitas más me escribes.
Me dió su teléfono para que metiese mi teléfono y se lo devolví.
–Gracias.– Dijo yéndose.
Hablaría con Damiano e igual nos montábamos un negocio entre los dos.
Cuando iba a entrar a la casa de nuevo, los chicos salieron.
–¿Descanso?– Pregunté.
Ethan asintió.
–Tengo que hablar contigo.– Damiano agarró mi brazo y me metió a la casa. Me llevó hasta la habitación donde ensayaban, pues allí no nos oirían hablar.
–Yo primero. –dije al sentarme. –Salí fuera a fumarme un porro y un tío me dijo que si vendía, le dije que sí y le di 2 gramos por 10€.
–¡Es hierba de la buena!– protestó. –Me cuesta 7€ el gramo Agnès.
–Pues para la próxima lo venderé mas caro.
–¿Cómo que la próxima?
–Necesitamos pasta ahora que ya no vivimos con el viejo verde ese.
–No Agnès.– Se levantó. –No vas a volver a pasar droga, ¿Tú sabes donde te puedes meter? Si quieres pasta te pones a currar, no a pasar droga.
–Ni que fueras mi padre, joder.– protesté. –Haré lo que crea conveniente.
–Que no, piensa por dios, piensa donde te metes. Porque ya no te metes solo tú, me metes a mi, metes a Ethan, metes a tu hermana y metes a Thomas.
–¿Meterme dónde?– preguntó el rubio entrando al estudio, seguido por el baterista y la bajista.
Buenoooo la que va a liar Agnès.
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Still loving you [Thomas Raggi]
RomanceDespués de varios años, Agnès y Thomas vuelven a encontrarse. Ella ha cambiado mucho, pero sigue siendo la misma niña extrovertida de siempre.