XVIII

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El humo de nuestros cigarros se empezaba a acumular en el techo del cuarto de Thomas. Después de tener el mejor orgasmo de mi vida -y eso que simplemente usó sus dedos y su lengua- nos acurrucamos en su cama y nos fumamos un cigarro.

— ¿Te puedes creer que en Enero hago 20? – Cuestionó el rubio mientras expulsaba el humo de su cigarro.

— Yo hago 17. – Dije acariciando su pecho con mi mano. — 17 años. – repetí. —Tres años no son tantos, ¿no? – Pregunté mirando mis dedos.

— No lo sé. – Respondió mi novio.

Que bien sonaban esas dos palabras juntas.

— Mucha gente lo vería mal, – siguió diciendo. — Yo hace no mucho era de esas personas. – Dió una calada al cigarro y expulsó el humo. — Creo que depende de cada persona. – dijo finalmente.

— No me vengas con "eres muy madura para tu edad" – Reí. — Tres años no son muchos. – concluí.

(...)

Victoria y yo estábamos tiradas en el sofá, haciendo nada. Thomas había ido a ver a su madre, por lo que no cenaríamos juntos.

— ¿Qué tal va todo con Mencía? – cuestioné moviendo su muslo con mi pie.

Se incorporó un poco. — Va bien. – respondió seca.

— ¿Sigues enfadada?

— No estoy enfadada Agnès. – me miró. — Es que, no aprendes.

— He dejado de pasar, de verdad. – Era cierto. Desde que cambié de número hace apenas tres días, había dejado claro que no pasaría mas, incluso, con el apoyo de Damiano, ambos estabamos dejando de consumir droga.

— Perdón por decirte que entendía por qué papá hacía lo que hacía. – Se disculpó. — Estaba cabreada y hablé sin pensar.

— Sé que no lo dijiste a malas Vic, – me incorporé. — y perdóname tú a mí, por las gilipolleces que hago.

Se acercó y me estrechó entre sus brazos. Un pensamiento fugaz atravesó mi mente. El día que mamá murió, lo único que me calmaba era estar entre sus brazos, porque sentía que ella era la única familia que me quedaba.

— No vuelvas a meterte en líos tan gordos. – dijo al separarse. — Volviendo al tema Mencía... – sonrió tontamente. — Me gusta.

— ¿Te gusta? – Pregunté emocionada recibiendo un asentimiento por su parte. — Dios mío Vic.

— No la traigo aquí a dormir porque me da miedo abrir la puerta de la casa y que solo se oigan vuestros gemidos. – Bromeó.

— Muy graciosa. – fingí indignarme.

— ¿Y tú con Thomas?

— El otro día me pidió ser su novia.– Sonreí. — Tuve, literalmente, el mejor orgasmo de mi vida.

Rió. — No me cuentes los detalles que te conozco. Me alegro de que estéis bien y seáis felices.

— Lo mismo digo. – Sonreí.

Un rato más tarde, decidimos pedir pizza. No teníamos ganas de hacer nada en la cocina.

(...)

— ¡Felicidades Damia! – Grité cuando el cantante abrió la puerta. Me abalancé sobre él y me cogió en brazos. — Eres un viejo ya, eh. – Dije mientras me dejaba de nuevo en el suelo.

—Gracias Agnès. – Sonrió.

Para celebrar el cumpleaños de Damiano, decidimos alquilar un pequeño local a las afueras del casco histórico, con los amigos más cercanos y algún familiar.

— ¿Dónde están todos? – Cuestionó al percatarse de que solo estaba yo.

— Coge las llaves y ven.

Agarró un manojo de llaves que tenía en una cesta en un mueble que había en el pequeño pasillo, salió y de la casa y cerró la puerta trás él.

— No jodas. – Dijo.

— ¿Qué pasa?

— ¿Me habéis hecho una fiesta?

— No. – Mentí. — Solo voy a llevarte a un sitio más oscuro, a descuartizarte y a tirarte al mar. – Reí.

— Si no te conociese me darías miedo. – se unió a mi risa.

El resto del camino lo pasamos en silencio. Fueron los 15 minutos más largos de toda mi vida. Pero, finalmente, llegamos al lugar.

— Es aquí. – dije al entrar.

Victoria, Ethan y Thomas habían pasado toda la tarde decorando el local. Era una fusión entre el grunge y el glam, cómo si Kurt Cobain y David Bowie contasen The Man Who Sold The World al mismo tiempo pero cada uno a su estilo.

— Lo habéis bordado. – Dijo.

Segundos después, estaba tirado en el suelo, con mi hermana, mi novio y el moreno encima de él.

El resto de amigos que estaban allí se acercaron una vez que Damiano pudo levantarse, felicitándolo y abrazándolo.

— Estás guapa, eh. – Susurró Thomas en mi oído.

— Porque me ves con buenos ojos. – me giré y quedamos uno frente al otro. — Tú también estás guapo.

— Lo sé. – dijo con una sonrisa.

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La he liado un poquito y sin querer he borrado la historia de Victoria. Pero bueno, ahora voy algo mas desahogada al solo llevar tres historias.
Anyways, espero que os haya gustado el capítulo, podéis decirme que os ha parecido en comentarios.
También podéis darme vuestra opinión sobre si creéis que de 17 a 20 años es una gran diferencia de edad.
Mil gracias por el apoyo, os quiero <3

Still loving you [Thomas Raggi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora