XIX

909 64 6
                                    

La fiesta transcurrió con bastante tranquilidad. No éramos muchos y el ambiente era muy amigable. Había estado casi todo el rato con Ethan jugando al futbolín.

— La última. – Supliqué. Era la décima partida que perdía contra el moreno y necesitaba saborear la victoria, aunque solo fuese una vez.

— Llevas diciendo eso las últimas nueve veces. – dijo sacando una bola y metiéndola por el agujero, indicándome que aceptaba otra partida.

El primer gol fue mío, al igual que las otras diez veces, pero enseguida Ethan conseguía remontar y ganar la partida.

Thomas se posicionó a mi lado, manejando al portero y a la defensa, ayudándome a ganar al batería.

— De verdad te lo digo, – hablé rodeando la mesa y acercándome a él. — Hazte profesional de este juego.

Ethan soltó una carcajada y negó con la cabeza.

— Tío de verdad. – insistí. — Eres jodidamente bueno. – alabé.

Me dedicó una sonrisa y se fue. En un primer momento fue con mi hermana, pero al ver que estaba atrapada en los labios de Mencía, prefirió ir con Damiano y con Leo.

— Parece que tu hermana va enserio con ella. – Thomas se acercó a mi y paso su brazo por mis hombros.

— Eso parece. – respondí. — Me alegro de que les vaya bien juntas.

El rubio asintió y seguimos mirándolas.

Minutos más tarde, Ethan llegó con la tarta. Todos los presentes nos acercamos a la mesa.

— ¡Pide un desdeo Damia! – Exclamó Victoria mientras encendía las velas de la tarta.

El mayor pensó durante un par de segundos antes de soplar las velas.

(...)

— Voy a domir en su casa. – Dijo mi hermana al llegar a casa. — Volveré por la mañana supongo. – Se acercó a mi y me abrazó para despedirse, después hizo lo mismo con Thomas.

Ambos entramos a la casa, y no le dí tiempo ni a cerrar la puerta cuando atrapé sus labios con los mios. Estaba ansiosa por sentirle dentro de mí. Por recorrer cada centímetros de su cuerpo con mis manos, de llegar al orgasmo juntos y después quedarnos dormidos abrazados.

Me cogió en brazos, rodeé sus caderas con mis piernas y caminó hasta la habitación. Allí me dejó en la cama y se posicionó encima. Comenzó a besar mi cuello, subiendo a mi mandíbula y pasando por el lóbulo de mi oreja.

Mientras tanto, yo intentaba -sin mucho éxito- desabrochar su camisa.

Finalmente conseguí sacarle la prenda y la tiré al suelo. Él repitió lo que hice, sacándome también la camiseta.

Su mirada se clavó en la mía, como pidiendo permiso para follarme.

— Va Thomas, fóllame. – ordené.

Desabroché el botón de su pantalón y lo bajé. Lo empujé levemente hacia mi izquierda, haciendo que se tumbase en la cama. Me quité lentamente la ropa que me quedaba mientras Thomas me miraba atentamente.

Subí a horcajadas sobre él, dejándome caer sobre su erección, haciéndonos soltar un gemido a los dos. Comencé a mover mis caderas sobre él, excitándole cada vez más.

— Deshazte de los calzoncillos ya, por favor. – Rogó mientras yo seguía moviéndome. Me apoyé sobre mis rodillas, elevándome un poco para poder bajarle la tela que impedía que nuestros sexos se uniesen. Finalmente, cumplí los deseos de ambos y, no sin antes ponerse un condón, Thomas entró dentro de mí.

Habíamos cambiado la posición, quedando yo debajo de él y agarrándome firmemente a su espalda, clavándole ligeramente las uñas.

Sus labios besaban mi cuello, intantando ahogar sus gemidos allí. Mientras, mis manos subían y bajaban por su espalda, de vez en cuando se quedaban en su culo, impulsándolo para sentirle más profundo.

— Joder. – Suspiré. — Más fuerte Thomas, más fuerte. – Ordené.

Obedeció al instante y comenzó a penetrarme con más profundidad.

— Mírame. – dijo con la respiración agitada. — Quiero que te corras mirándome a los ojos Agnès.

Sus palabras consiguieron calentarme más de lo que estaba, haciéndome mover mis caderas, para intensificar las estocadas y llegar al orgasmo. Comenzó a golpear el punto exacto, el que me haría correrme.

— Por favor, más profundo y más rápido. – Rogué de nuevo.

Se me estaba complicando mirarle. Mis ojos se cerraban ante el placer y mi cabeza se inclinaba hacia atrás, facilitándole a Thomas el poder morder, chupar y succionar cada parte de mi cuello.

Con una de sus manos estimulaba mi clítoris, haciéndome sentir un placer que nunca había experimentado.

Mis piernas comenzaron a temblar, indicándome que el orgasmo estaba al llegar.

Me esforcé en abrir los ojos y mirar a Thomas, quien, por primera vez se alejó de mi cuello y depositó un suave beso en mis labios.

— Voy a correrme. – Avisé. Él asintió y bajó el ritmo de las embestidas, haciéndolas mucho más profundas.

Sus ojos verdosos se clavaron en los míos, que seguramente habían oscurecido levemente debido al placer que estaba sintiendo.

Finalmente, llegué al orgasmo. Sentí como mis paredes se contraían contra el miembro de Thomas, quien, seguía moviéndose dentro de mí, llegando estocadas más tarde al orgasmo.

Me tumbé en la cama sin fuerzas, mirando como mi pecho subía y bajaba intentando calmar la respiración. Thomas se tumbó junto a mi después de quitarse el condón.

Nuestros ojos volvieron a encontrarse y sentí que el tiempo se paró.

— Te quiero. – susurré antes de besarle.

BUUUEEENNNOOOO AJAJJAJAJAJA.
Siento no estar actualizando seguido, se me hace difícil manejar tantas historias, anyways espero que os haya gustado el capítulo :).
Publiqué una historia con Victoria, por si queréis ir a leerla <3

Still loving you [Thomas Raggi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora