XXIV

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— ¡Libres! – exclamó Inés saltando.

— Dale que nos queda un rato hasta llegar a la estación. – dije mirando el móvil.

Thomas me había escrito.

No leí el mensaje y emprendimos camino hasta nuestro destino. Estaría lleno de gente de fiesta, y sinceramente, las 3 teníamos ganas de fiesta.

— No me creo que haya salido de esa puta cárcel. – dijo Jade ilusionada.

Según tenía entendido, ella llevaba alli 10 años, yo tan solo había estado un par de meses y ya me había hartado.

— ¿Hasta cuándo podremos quedarnos en casa de Ele? – Pregunté temerosa, sabiendo que aún me quedaban algunos meses para poder volver a Italia.

— No te preocupes por eso, Agnès, puedes estar allí el tiempo que quieras. – Respondió Inés acariciando mi espalda. Ella sabía que me preocupaba el hecho de tener que estar más tiempo del necesario con ellas. No quería ser un estorbo.

Un par de horas más tarde, llegamos a la estación de trenes. Como habíamos supuesto, todo el lugar estaba lleno de adolescentes de botellón. Eran a penas las 3 a.m.

— ¡Vamos a emborracharnos! – Exclamó Inés dando saltos.

No era capaz de entender la energía que tenía esta chica.

(...)

No era la primera vez que pasaba la noche del 25 de diciembre despierta. No solo por el hecho de que al día siguiente recibiese regalos por Navidad. Era más bien porque el 25 de diciembre es mi cumpleaños.

Sí, amigos, soy capricornio. Pero he de decir, que debí haber sido sagitario.

— El tren está al llegar. – habló Inés sacándome de mis pensamientos.

Miré mi móvil. Tenía cantidad de mensajes felicitándome y alguna que otra llamada perdida. Entre estas, el nombre de Damiano y de Ethan aparecían en la pantalla.

Me digné de valor para llamar a Thomas, pues su mensaje pedía que lo llamase.

Me alejé un poco de mis amigas para poder hablar con tranquilidad con Thomas.

Temerosa, marqué su número y esperé a que descolgase.

— Bichito.

Sin poder evitarlo unas lágrimas bajaron por mis mejillas.

— Thomi.

— Feliz cumpleaños. – Pude imaginarme su cara en ese momento.

— Feliz Navidad. – Reí. — Gracias.

— Feliz Navidad a ti también. – dijo. — ¿Cómo estás?

— Bueno, bien. – Suspiré. — Perdón por no haberte llamado, ni escrito, ni nada.

— No hace falta que te disculpes bichito. Yo tampoco lo hice. Espero que mi regalo pueda compensarlo.

— ¿Qué regalo? – Pregunté con curiosidad.

— Ya lo verás.  

— Va pásamela. – Oí al otro lado de la línea. Parecía Damiano.

Segundos más tarde pude comprobar, que efectivamente era la voz del vocalista.

— Luego te llamo bichito. – Se despidió Thomas antes de pasarle el teléfono a Damiano.

— ¡Felicidades idiota! – exclamó.

— Gracias. – Reí.

— 17 años, eres una vieja ya.

— Y lo dice el viejuno que va a hacer 22 en 15 días.

— Pero yo me conservo mejor. – Rió. — Te paso con Ethan.

— Dale.

— Feliz cumpleaños Agnès.

— Gracias Edgar.

No logré oír las siguientes palabras del baterista.

— Ethan no te escucho. – dije.

Fin de la llamada.

Miré extrañada el móvil. Igual estaban en un lugar con poca cobertura o algo.

Volví con mis amigas a esperar a que llegase el tren. Mientras ellas hablaban, me dediqué a pensar en el último cumpleaños que pasé con Thomas.

Era mi cumpleaños número 12 y ese mismo día le conocí. Mi hermana organizó una fiesta de cumpleaños para mi, invitando a mis amigos a esta, y, como sabía que se aburriría estando rodeada de niños de 12 años, decidió invitar a Thomas.

— Se han retrasado los trenes. – habló Inés sacándome de mis pensamientos. — Queda hora y media para que llegue el nuestro.

— Bufff, vamos a la cafetería a comer algo. – Jade se levantó y tirando de su maleta caminó hasta la cafetería.

Inés y yo nos miramos y ambas seguimos el camino de Jade. Por lo menos no hacía mucho frío en la cafetería.

— ¿Qué quieren tomar? – Cuestionó el camarero.

— Un café y unas tostadas. – dijo Jade.

— Lo mismo.

— Yo quiero un colacao muy muy muy caliente y un cruasán. – hablé.

Cuando el camarero terminó de anotarlo todo se fue.

— ¿Qué signo del zodiaco eres? – preguntó Inés mirándome y rompiendo el silencio que se había formado entre nosotras.

— Capricornio. – respondí.

— Entonces no queda mucho para tu cumpleaños. – dijo Jade.

Reí. — No, no queda nada.

— Oye esa no es. – Inés señaló la puerta de la cafetería y no pude creer quiénes estaban entrando.

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Antes de nada quiero disculparme. He estado mucho tiempo sin actualizar pero esque no tengo nada de tiempo. He decidido pausar todas las historias excepto esta.
La inspiración tampoco esta ayudando mucho y no estoy muy bien animicamente. Espero que lo entendáis.
Anyways, espero que os haya gustado el capítulo, nos leemos la semana que viene <3

Still loving you [Thomas Raggi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora