Capítulo 7: Segundo y tercer aliado; el príncipe y su vasallo

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Sin más remedio que obedecer, el caballero de nombre Andrés se retira; dejando solos a los tres chicos y al robot, que se quedan en profundo silencio hasta que el príncipe se baja del caballo a darle el resto de su fruta al bello animal.

—Mis disculpas, Don Andrés a veces puede ser… intenso. —empieza el moreno en lengua del Norte perfectamente pronunciada. Acto seguido se ríe un poco.

Los chicos se sorprenden. Todo este tiempo, el moreno podía entenderlos.

No saben bien cómo reaccionar.

—¡Lo sentimos mucho! No teníamos idea de que esta fruta les pertenecía. —Hiro comienza a explicarse mientras juega con sus dedos.

—Si la necesitan, pueden quedársela. — dice el moreno, dejando ver una amplia sonrisa; casi como las que describían en los cuentos que Hiro leía de niño.

En ese preciso momento, Hiro cree que los príncipes azules de verdad existen.

O rojos, este príncipe viste de rojo.

—Muchas gracias… ¿Majestad? —dice Jack inseguro.

Cómo respuesta el príncipe suelta una risita, pero prefiere no replicar nada ante la equivocación del chico de azul. Él es príncipe, no rey.

—No hay por que agradecer. —contesta el moreno, quién dirige sus orbes a Hiro: mismo que aún se estaba sobando la nariz del golpe que se llevó.

—¿Estás bien? —pregunta el príncipe. —Ese golpe estuvo muy feo.

—Sí. Creo que sí. —suelta Hiro.

El contrario se ríe.

—Me habían dicho que mi caballo es un animal muy tosco, pero no pensé que tanto.

Su morena mano aparta la mano de Hiro para revisarlo. No hay segundas intenciones de por medio, pero Hiro se siente en la necesidad de apartarse dando un brinco hacia atrás.

—¡Oh! Lo siento, solo quería revisar si estabas bien. —explica el príncipe, lejos de estar molesto.

—Lo estará, yo lo curaré. —asegura Baymax, llegando hasta él.

El príncipe sonríe maravillado.

—¡Qué artefacto más raro! —no puede evitar externar su pensamiento. —se ve como una máquina pero habla como un humano. ¡Es extraordinario!

—Gracias, me lo dicen seguido.

El moreno se ríe otra vez. No es escandaloso, de hecho es muy agradable.

—¿Saben? Hace mucho que no recibimos visitantes del Norte ¿Qué los trae por aquí?

Jack y Hiro se miran. ¿Qué se supone que deben contestarle? Ni siquiera sabían que estaban en un reino cuando llegaron.

—Bueno… —empieza Hiro, titubeante. —estamos buscando a alguien, su alteza.

—¿Buscando…? —al parecer, esa parte no la entendió bien el príncipe. —¡Ah! Buscando a alguien, entiendo. ¿Tienen alguna pista que los haya llevado hasta acá?

—No, de hecho ninguna. —responde Jack. —Nos topamos con la arboleda de la nada y como necesitábamos comida… bueno, fue casualidad.

El moreno, por su parte, pone una mano en el mentón; pensativo.

—Entiendo. —el príncipe regresa inevitablemente su mirar a Hiro.

Debe ser por su nariz ¿No?
¿Por qué más sería?

—¿Cuál es tu nombre? —pregunta el moreno, más curioso que jamás en su vida.

Es que el joven pelinegro tenía algo. Desde que lo vio por primera vez  mientras discutía con Don Andrés sintió como el chico le clavaba la mirada de forma incesante. Y él, cuando espió sus ojos avellana al querer revisar su nariz, se sintió muy raro; había algo en él que se le hacía familiar, pero a la vez muy misterioso. Eso le encantó.

MI HÉROE [HIGUEL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora