Buffet Froid

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Acto X: Buffet Froid
Parte 2: De esperanzas perdidas y del comienzo al término.






Los ojos de todo el Tribunal estaban puestos en el maestro de pociones, el rostro del hombre de las pociones estaba en blanco, recorriendo uno por uno los rostros de los Lores y Ladys sangre pura que regían en el Wizengamot hasta detenerse en Dumbledore.

—Pese a lo que mi predecesor hubiera hecho como sub directora— ésta vez los ojos oscuros se estuvieron en una sorprendentemente viva Minerva McGonagall en la sección del público; al parecer Harry aún no había hecho su movimiento para asesinarla —Cuando unos estudiantes vinieron a mí con dudas y preocupaciones acerca de cierto pasillo abandonado del segundo piso hacia el lado sur del castillo, no los ignoré, incluso cuando ellos se refirieron como un simple mal presentimiento se lo informé al Director Flitwick y éste a su vez, a Lord Potter, quien como dueño del castillo podría acceder mejor a ciertos lugares con trampas en los que incluso el director no puede llegar, estuvimos al menos tres días explorando aquél pasillo, y si no fuese por las serpientes de los cuadros no nos habríamos dado cuenta de las runas ubicadas en diferentes puntos del pasillo— un silencio pesado se instaló en la sala de Tribunal, varias miradas quedando sobre la figura de Albus Dumbledore, algunas confundidas, otras inquisitivas, pero la mayoría solo miraban indiferentes hacia ambos hombres.


—Desde luego, eran capas de runas y hechizos muy intrincados pero de ninguna manera eran hechizos poderosos, yo mismo me encargué de echarlos abajo— dio una media sonrisa al viejo Albus notando rojo de sus mejillas y la indignación brillando en sus ojos al ver que sus hechizos habían sidos despedidos con tanta facilidad.

—¿Qué más pasó, Maestro Snape?— habló uno de los miembros del Winzegamot.

—Hubo muchas habitaciones trampas a lo largo del pasillo, hubo un compilado de maldiciones oscuras ue había hecho sentir orgulloso al más sanguinario de los señores oscuros— volvió a hablar, con ese tono aburrido y desinteresado —Sin embargo había una habitación que no era trampa— miró con una especie de disculpa a Amelia antes de comenzar a hablar —Había una cama y un montón de cuerdas a su alrededor así como cadenas que suprimían magia, Madame Bones yacía en la cama, drogada, apenas consciente de las heridas en el resto de su cuerpo— dio un momento a los magos y brujas para que lo asimilen todo —Las sabanas estaban manchadas de sangre, así que realicé algunos hechizos de diagnóstico estándares y poco invasivos en caso de que tratáramos con algo más que tortura— su ceño se frunció de manera profunda e hizo una mueca —No voy a negar que por un momento  creí que ocurrió una violación, ella se veía terrible, y solo una pequeña bata cubría su cuerpo— la mujeres dentro del tribunal se estremecieron visiblemente y los Lores miraron con furia a Dumbledore, una de las peores cosas que alguien podría hacer en el mundo mágico era el abuso sexual y Dumbledore lo sabía, todos lo sabían, y no era tan repudiado solo debido al trauma que dejaba en las mentes de las víctimas, sino también por la impresión que dejaba en la propia magia, de alguna manera, asaltar a un mago o una bruja de forma sexual, desgarraba la magia de la víctima a un nivel de núcleo, dejándolo no solo incapaz de controlar su magia, sino que con más probabilidades de convertise en un obscurial.

Ninguna nación quería hacerse cargo de uno, los obscurial eran una especie de criatura con la que nadie debía lidiar y era un destino que ninguna persona, ni siquiera la más perdida de las mentes merecía albergar.

—Después de éso la llevamos a la enfermería para aplicarle los primeros auxilios y de ahí fue trasladada a San Mungo, mientras éso ocurría, Lord Potter continuó revisando todo el pasillo y todo lo que pareció sospechoso se lo entregó a los aurores, quienes fueron llamados apenas llegamos a la enfermería con Madame Bones— el Tribunal volvió a quedarse en silencio, sin embargo, Doge, como siempre, el fiel defensor de Dumbledore levantó su varita iluminada, pidiendo hacer preguntas, Fudge frunció el ceño pero asintió permitiéndolo.

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