Trou Normand

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Acto IX: Trou Normand
Parte 2: De las elecciones fundamentales de la vida.

















Cualquiera que viera a William y pudiera ver a través de su máscara pensaría en uno de ésos gatos domésticos recién alimentado, satisfecho y con una sonrisa perezosa, nada más lejos de la realidad, sí, estaba demasiado satisfecho con los resultados de su última fechoría, más un capricho que nada, en realidad, pero Will era cualquier cosa menos un animal domesticado, no, más bien se lo compararía con un felino grande y salvaje de los bosques, ése que tras una exitosa caza con su compañero se recuesta sobre los restos de su víctima a ronronear de manera tranquila y perezosa.

Y era exactamente éso.


Hannibal lo miraba con sus calculadores ojos rojizos y había una alegría pura tras la barrera de la fría cortesía que le daba a su no tan inesperado invitado.

Jack se veía realmente mal; con la investigación de la antecesora de Will estancada, pues aún no había ninguna pista de si ella estaba realmente viva o no, y la nueva investigación a Alana Bloom abierta por el asesinato de la Dra. Du Maurier, Jack simplemente se veía miserable.


La noticia había tomado por sorpresa a todo el equipo en el FBI, sin embargo, las sospechas jamás cayeron sobre él, sobre todo al interpretar tan bien su papel de ex amigo preocupado, él mismo había insitido en mirar la escena del crimen, o al menos lo que quedaba, las huellas de Alana estaban por todas partes, sobre todo en la oficina de la mujer, las notas de la doctora Du Maurier acerca de Will estaban esparcidas por el suelo y fue una suposición fácil de decir que ahora iba tras él.


La poción multijugos era una cosa maravillosa, replicaba las huellas dactilares, la composición del ADN dentro de los cabellos y cualquier otro tipo de vello corporal, lo único de lo que era incapaz de replicar era la sangre, pero Will no estaba interesado en dejar la suya en una escena tan incriminatoria, no. Solo un mechón de pelo por aquí, otro por allá, algunas huellas en los muebles y una marca sangrienta de la diminuta mano de Alana en una de las sábanas de Bedelia con la sangre de la rubia.


El agente especial retuvo una sonrisa al escuchar la aflicción en el tono de Jack, la culpa por la encefalitis de Will aún lo perseguía, ahora nuevamente otra persona a su cargo perdía la razón y las preguntas de: ¿Los estaba presionando demasiado? ¿Era demasiado duro con ellos? ¿Acaso era él quien los orillaba hasta perder la razón? ¿Era él el culpable? surgían y ni Hannibal ni su esposo ofrecían un consuelo verdadero, hablaba con practicidad y razonamientos, pero Jack solo quería que le dijeran que no era el culpable.



—Podemos empujar a las personas a tomar un camino determinado, Jack— comenzó Hannibal, su rostro ahora mucho más suave, notó el Jefe de la BAU —Pero al final, son ellos quienes toman la decisión al final, ser o no ser, hacer o no hacerlo, sucumbir o no sucumbir a la maldad... a la locura— Aquello había dado un alivio inesperado al hombre, quien solo pudo tomar un sorbo del vino que le habían ofrecido para la cena.

—Lo importante ahora es encontrarla— murmuró William, él había permanecido callado todo el tiempo, el ceño fruncido en preocupación para su jefe aunque en realidad era porque intentaba retener su carcajada —No podemos permitir que vuelva a hacerle daño a alguien, o peor, a sí misma— Jack le dio una mirada de comprensión y asintió.

—Fue algo notable que haya podido escapar del hospital, ¡Había dos enfermeros en su puerta! al parecer escuchó que uno de sus guardias iba hacia el baño y fingió dolor para que el que quedó entrara— un silencio tenso se alzó sobre la mesa, aunque solo desde el punto de vista del hombre, Hannibal y Will se lanzaban miradas brillantes y dementes cada tanto —Cuando llegó el otro enfermero del baño y no encontró a su compañero lo primero que hizo fue entrar a la habitación de Alana, pero ella ya lo esperaba—


MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora