Oeuf.

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N/a: si ven escritura en sí más cool, es gracias a mi nueva beta / editora /mi propia Margaret Tate 💕 así que gracias a ella tienen un nuevo y muy hermoso capítulo.

Acto IV: Oeuf

Parte 1: De secretos descubiertos y corazones confundidos.


Hambre. 

Hambre voraz, apenas controlable.

Fue, sin duda, el primer sentimiento que cruzó la mirada de Hannibal apenas apareció en la puerta de su casa aquella noche. 

Will no sabía realmente cómo sentirse con ello. Pero, sin duda, el latigazo de excitación que lo asaltó no debía ser lo normal. 

—Buenas noches, Will... Debo decir que te ves espectacular— la mirada apreciativa de el hombre no fue nada sutil; y Will se encontró imitando su actuar. 

Hannibal se veía exquisito en su traje negro, bastante clásico; el corte francés de la ropa, la pajarita perfectamente puesta, el chaleco rojo sangre que combinaba con sus ojos... Volvió a llenarse del sentimiento de hambre; sin embargo, ésta vez no provenía del mayor. 

Había un aura de lujuria, anhelo, cariño y posesividad casi obsesiva que los rodeaba. Durante varios segundos quedaron mirándose el uno al otro, hasta que, tomando un impulso, Hannibal acercó a William y unió sus labios en el que fue quizás el beso más apasionado que se habían dado hasta ahora. Los anormalmente afilados dientes del psiquiatra mordían con fuerza el labio inferior del castaño hasta que el sabor metálico de la sangre se mezcló con la saliva de ambos y un gemido roto salió de Will. Demasiadas sensaciones. Las manos del psiquiatra lo tocaban con tanta adoración. 

Sin embargo, un sentimiento de peligro latía muy en el fondo de su pecho, advirtiéndole de algo de lo que aún no tenía conocimiento, al menos no de manera consciente; aun así, su cuerpo parecía ya saberlo. 

El sabor de la sangre y el gruñido casi animal que resonó en el pecho del médico le hicieron temblar las piernas. Fue ese mismo sonido el que le hizo recordar que Hannibal no era del todo humano, había una bestia sedienta, muy dentro suyo, que buscaba salir.

Will gimió con más necesidad dentro del beso y juntó sus caderas. Un estremecimiento los recorrió. La necesidad de arrancar y romper el traje del psiquiatra era tan fuerte en Will; pensamientos sobre lo bonitas que se verían sus prendas rotas en el piso de su consultorio llenaron su mente, soltó un suspiro tembloroso cuando el rubio chupó su labio inferior para luego delinearlo con su lengua. 

¡Ah! Esa lengua que parecía haber probado las delicias de todo el mundo y aun así sentía que bebía el mejor de los manjares en su boca. Un casto beso fue dejado y Will observó fascinado los labios hinchados del hombre mayor. 

—Mano mylimasis (mi amado)— todo su anhelo fue puesto en esa simple frase. 

El de rizos castaños descansó su frente en el hombro de Hannibal, disfrutando del abrazo que recibió. No sabía lo que había dicho, pero escuchar a Hannibal hablar en su lengua materna era simplemente algo digno de admirar. Y lo ponía un montón también, para qué negarlo.

Observaron sus ropas arrugadas y Will hizo una pequeña mueca, no pasó mucho para que Hannibal sacara su varita del bolsillo interior de su chaqueta; un hechizo desconocido fue dicho en voz baja y el menor se maravilló al ver y sentir que las arrugas en su traje desaparecían. Todo volvía a estar impecable nuevamente, dio un bajo silbido. 

—Ese es un hechizo bastante útil— susurró el castaño, el mayor le respondió con una sonrisa cómplice. 

—Adelante, Will, los niños aún se están preparando. Me temo que tendremos que ayudarlos, sólo dios sabe hace cuánto que Harry intenta amarrarse la corbata— Will soltó una suave risa y lo siguió por las escaleras. 

MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora