Potage

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Acto III: Potage.
Parte 2: Del acercamiento a nuestro destino.


Las cosas en Grimmauld Place se estaban complicando, Severus observaba en silencio desde una esquina de la cocina como Molly Weasley y Sirius Black atacaban a un muy serio Dumbledore. No era normal ver al hombre así de callado o sin el brillo particular de sus ojos.

Siendo tan sensible como era en la magia y entrenado en el arte del espionaje; sabía, estaba completamente seguro que el director estaba enojado, fúrico. Y el perro negro o la mujer pelirroja no estaban haciendo ningún bien.

Sin embargo permaneció en silencio, viendo cómo todo se desarrollaba, Dumbledore levantó una mano y todos callaron, al parecer por fin parecían notar la gravedad de la situación.

—Dado los recientes hechos, creo el mejor camino a tomar será desplegar a los miembros de la orden en busca de Harry— comenzó el viejo hombre, todo permaneció en silencio. —No olviden que durante su tercer año hizo lo mismo, así que solo debe estar escondido en alguna parte del callejón Diagon, hablen con cada uno de sus contactos, cualquier pista será bienvenida— y su sonrisa bonachona volvió, Severus casi se rió de lo absurdo que sonaba. Él ya había utilizado todos los medios para buscar al chico, no estaba en el callejón, no estaba en Londres, no estaba en el maldito país. Pero no sería él quien los iluminara por el buen camino.

—Severus... ¿Ningún llamado especial?— preguntó intentando ser sutil. Desde luego no lo fue y muy poco le importó la mirada sucia que le mandó Black.

—No— fue su escueta respuesta. Dumbledore pareció esperar algo más y disfrutó de su ceño fruncido cuando no dijo nada más.

—Muy bien, muchachos no olviden, cualquier pista sirve, yo me encargaré del Ministerio por ahora— Sirius bufó y con cansancio se dirigió a su habitación seguido de Remus. Molly también fue a dormir luego de revisar a sus hijos y solo quedaron ambos hombres en la cocina, el té del hombre de negro permanecía intacto; ni siquiera un sorbo de cortesía fue dado, sospechaba de que mezclaban pociones en ellas; qué clase de Maestro de Pociones sería si no pudiera identificarlas solo por el olor.

—¿Hay algo que no me hayas dicho, Severus?— preguntó el mayor, inclinándose para mirarlo sobre sus gafas de media luna. El Jefe de la casa de las serpientes levantó una ceja.

—¿Por qué lo haría? Ni siquiera se porqué hacemos esta reunión, el engendro de Potter seguro solo hizo una rabieta y está oculto en algún lado— de reojo observó al hombre; un pequeño brillo de satisfacción en sus ojos, una postura relajada, no se veía para nada preocupado por el chico.

—Mi muchacho, no debes dejar que el odio consuma tu corazón, no olvides que Harry no es solo hijo de James— un dolor sordo lo atravesó, como si una daga se hubiera incrustado en su corazón.
''Asqueroso viejo manipulador'' pensó al ver su apenas contenida sonrisa. —Además— continuó el hombre. —Voldemort revivió hace tan poco tiempo y ya fue capaz de reunir gente y atacar Azkaban, me sorprende que no te haya llamado— un dejo de sospecha se filtró en su voz, lo suficiente como para continuar con sus manipulaciones, pero Severus también sospechaba.

Lo hacía desde que una pequeña elfina apareció en medio de sus reuniones diciendo que el ''amo'' solicitaba verlo, poco después Dumbledore lo despachó de su oficina. Pero no fue la última vez que algo así sucedió, desde luego ya no frente a él, pero sí pudo ver a la misma elfina aparecer apenas ponía un pie fuera de la habitación.

Era obvio que escondía algo, siempre escondía algo y había demasiado que pudo evitarse en el pasado si tan solo hubiera compartido sus conocimientos.

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