Amuse - Bouche

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Acto II: Amuse - Bouche
Parte 1: De la caída de los muros de la mente.




Al día siguiente solo fue necesario enviar un mensaje temprano (a una hora decente) a Jack Crawford para que recibiera una llamada del hombre. El intercambio fue breve, el psiquiatra solo dio vagas excusas sobre un asunto familiar que tuvo que extenderse y luego comentó casual que volvería a atender a sus pacientes desde ése día y que si requería su presencia en cualquier asunto solo le avisara. El director de la BAU se oía bastante complacido cuando la llamada terminó y el día de Hannibal transcurrió con bastante normalidad, casi aburrido. Harry venía a él cada vez que uno de sus pacientes se iba únicamente para pasar el rato con él o charlando acerca de todo lo que sucedió con Abigail. De cómo gracias a su nuevo celular -proporcianado por Hannibal, obviamente- pudo hablar con ella por la noche antes de dormir; intercambiando anécdotas y algún que otro secreto, solo había bastado un par de frases y unos enormes ojos verdes ilusionados para que la chica ya no lo quisiera dejar ir. Chico listo y manipulador; le había dicho su padre, efecto veela le había respondido el menor. La mañana pasó entre las ganas intensas del psiquiatra de asesinar a Franklyn y el bálsamo de la compañía de su hijo. Antes del medio día enviaron una lechuza a Mary Quintana con los papeles de la adopción mágica y los de salud para que quedara en un archivo guardado y que no haya lagunas legales en cuanto a la adopción de Harry. Otra carta, aún más extensa que la anterior y con más documentos dentro de ella fue enviado a Tom Riddle por medio de Dobby; el elfo vinculado a la familia Lecter -tanto a Harry como a Hannibal-, luego de eso almorzaron ligero y las citas de la tarde continuaron tranquilas, hasta que a las cuatro de la tarde una llamada de Jack llegó y el psiquiatra no pudo sino sonreír satisfecho.

-Estaré allí en veinte minutos Jack, debo cancelar mis siguientes citas, ¿No habrá problema con ello?- preguntó, como si realmente importara su opinión, a su lado Harry rodaba los ojos.

''-Para nada, creo que es más que necesario que esté aquí, Will últimamente está más alterado de lo normal y así no me sirve, me urge que lo componga-'' el comentario quiso sonar divertido pero no tuvo ni una pizca de gracia para el psiquiatra, quien apretó los labios alertando a su hijo, quien se acercó a él cuando oyó la risa forzada de su padre.

-Por supuesto, lo veré allí- la llamada terminó y la mirada de Hannibal prometía sangre.

-Debo ir a Quantico, allí estará Will, ¿Recuerdas lo que debes hacer?- preguntó y Harry asintió sonriendo, a pesar de lo simple del plan era tan efectivo, los seres humanos eran demasiado simples a veces.

-Sí papi- Harry se sentó en indio en el diván del consultorio de Hannibal, dos de sus libros abiertos a su lado.

-Bien, te enviaré un mensaje cuando llegue, ya sabes, media hora después llamas- le sonrió a su hijo y se despidió con un beso en la frente... ¿Lo estaba mimando mucho? Bueno, era su primer hijo, que nunca disfrutó de una infancia sana, estaba bien arruinarlo un poco. Una última mirada a esos ojos azules y se marchó. Teléfono en el bolsillo del pantalón y varita en el bolsillo interno del saco; ya no podía alejarse de ella, Harry le había dicho que era normal y que practicara empapando de magia la varita, hubo al menos tres accidentes ayer, dos jarrones rotos y una pintura incendiada, había bastante fuerza que rogaba ser liberada. Sin embargo Harry era un buen maestro, y Hannibal el mejor de los estudiantes, no pasó más de tres horas para que su magia bailara en su varita como la de cualquier otro mago, solo que aún no podía liberarla; pero tenían tiempo, y mientras su núcleo se desbloqueaba ambos decidieron estudiar, sobre todo Hannibal. Querría presentar sus TIMOS al final del mes y los EXTASIS unos días antes del ingreso al colegio.

Harry volvió a su lectura ligera, pensando si debería escribir otra carta a la Sra. Quintana -Era conveniente hacer buenas migas con la MACUSA- acerca de su inscripción a Ilvermony o solo al director de ésta. Tomó su pequeño cuaderno de notas y escribió la idea, más tarde podría sopesarlo mejor. Tan inmerso en la lectura se encontraba que casi saltó en su lugar cuando oyó un fuerte ¡Pop!, pensó que quizás fuera Dobby con alguna pregunta acerca de sus deberes en la casa, pero un elfo totalmente diferente a su querido amigo Dobby lo miraba fijamente.

MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora