Me encontré caminando hacia la tienda de Hiperión cuando hice que mis pies se detuvieran, ¿de verdad quería hacer esto?
Sí, sí quería.
El corazón dolía, respirar era difícil y mi mente me traicionaba, haciendo que no pudiera pensar en nada que no fuera eso.
Finalmente entré en la carpa y encontré a Hiperión sentado en una butaca mientras leía un libro.
-¿Estás lista? -preguntó sin siquiera mirarme.
-Sí. -murmuré.
-Bien.
Cerró el libro y se puso de pie sin dudarlo. Me miró a los ojos con determinación buscando cualquier signo de arrepentimiento. Al no encontrarlo, tomó mis manos y me guió a la butaca en la que antes estaba sentado.
-¿Estás segura? -preguntó por última vez.
-Hazlo. -susurré y él asintió.
Dejó mis manos sobre mi regazo y posó las suyas sobre mis sienes. Enseguida, sentí como entraba en mi mente, abriéndose paso entre recuerdos y recuerdos, hasta que encontró el que buscaba.
Mientras lo borraba, empecé a perder la consciencia.
-No cotillees nada más... -pedí para luego dejar caer mi cabeza sobre el respaldo y quedar completamente inconsciente.
Sentí un pequeño pinchazo del que me quejé al instante.
-Ay. -murmuré.
Abrí los ojos y vi que Hiperión había insertado una gran aguja en mi corazón. ¿Qué demonios creía que estaba haciendo?
-¿Se puede saber qué diablos haces?
-Hola, Hiperión, ¿cómo estás? Muchas gracias por despertarme. -dijo mientras aplicaba presión en la jeringa para liberar el líquido en mi sistema.
-Empieza por decirme por qué estaba inconsciente en primer lugar. -pedí.
No sabía qué me había inyectado pero ahora me sentía increíblemente relajada.
-Digamos que eso es clasificado. -chasqueó la lengua, pero sabía que estaba bromeando.
-Solo dilo, y haz el favor de explicar por qué tengo una aguja gigante en el corazón y dime que no me drogaste.
-En realidad, -rió con timidez. Sonó casi avergonzado- Estaba tomando un vino con ciertas capacidades... em... tranquilizantes. -¿estaba nervioso? Nunca lo había visto así- Quisiste probarlo, y te serví una copa. Sin embargo, al ser tu primera vez, debiste tomarlo de a pequeños sorbos, pero te lo tomaste de un trago.
-¿Por qué no me advertiste? -pregunté obvia.
-Lo hice, pero no me hiciste mucho caso. -explicó- Así que caíste dormida. Acabo de inyectarte una sustancia llamada Renhaye para despertarte sin que sintieras los efectos del vino.
Asentí despreocupada aunque algo me decía que Hiperión mentía. Sin embargo, solo lo ignoré y me dispuse a ir a los cuadriláteros.
Cuando salí de la tienda caí en cuenta que estaba siendo demasiado sentimental y blanda, ¿qué rayos me pasaba? ¿por qué lo había tratado de esa manera? Concluí que era el vino y seguí mi camino.
Al llegar, vi a Atlas en uno de los cuadriláteros entrenando junto a una chica. Ella le estaba dando una señora paliza. Luchaba increíblemente y debido a su apariencia, destacaba entre los otros.
Me acerqué hasta estar en la primera fila. Los observé atentamente. La chica tenía unos kilos de más, era gorda, pero eso no le impedía moverse y mucho menos, patear el trasero de un titán.
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Deidades en Guerra ✔️
FantasiaTERCER LIBRO de la serie #DiosesdeSangre ♤Sinopsis♤ La profecía ha comenzado. Todo lo que temían se ha vuelto realidad... No es momento de dejar que los domine el miedo, pero tampoco es momento de que la esperanza los ciegue. Habrán nuevos retos...