Adiós Kazemaru

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Todos los arreglos habían sido hechos, el avión privado que trasladaría al peliazul a Canadá saldría el jueves por la noche, por lo que las personas más cercanas a él tendrían en promedio tres días para despedirse de él.

Endou se quedó en el hospital aquel día, se rehusó a irse a casa, por lo que hasta altas horas de la noche seguía con traje y corbata.
Haruki regresó ese mismo día a Canadá, quería pasar tiempo a solas, además de querer supervisar y acompañar a su hermano menor hasta su último momento, era una sensación terrible, tener la fecha y hora exacta en la que verás partir a alguien.

Fubuki y Goenji tampoco regresaron a Hokkaido, no quisieron incomodar a Endou con visitas, todo no estaba arreglado entre ellos, por lo que con Hiroto y Midorikawa, rentaron un minidepartamento durante unos días, tiempo en el que prácticamente estuvieron todo el día entre el hospital y la ciudad Inazuma, recordando los buenos momentos y tratando de calmar sus corazones.

Endou estaba con la mirada perdida, casi no se había alimentado en esos días, solo quería estar al lado de Kazemaru, le tomaba de la mano, le acariciaba la cabeza, le entregaba todo su amor pero este no despertaba, no daba la más mínima señal de mejorías, lo que desanimaba cada vez más al castaño.

- ¿Por qué? ¿Por qué tuviste que salir ese día por mí? - sostenía la mano del ojiavellana - Yo no estoy listo para dejarte ir... Quiero pasar más tiempo contigo, quiero darte más de mí, enseñarte cosas y que me enseñes a mí - Lloraba, aferrándose y entrelazando sus dedos con los de su aún novio - El tiempo no ha sido suficiente, quiero más de ti, quiero verte nuevamente con tu mal humor al despertar... ¿Por qué no despiertas? ¿Acaso no lo intentas? ¿Qué tan difícil es Ichirouta? Usa todas tus fuerzas... ¡Abre los ojos! - el dolor que el chico de la banda naranja era demasiado, no podía contenerse más, por más que quería creer que algún día superaría todo esto, no podía, simplemente no encontraba manera de sobreponerse a todo esto - Ichirouta... Yo te dije que ya no estabas solo, cuando fui por primera vez a tu casa... ¿Por qué me tengo que quedar solo yo? ¿Tú crees que yo seré capaz de volver a amar a alguien de esta manera? Yo no lo creo...

Las días pasaron siendo insufribles, por más que los chicos insistieron en que tenía que comer, no podía, no quería y la única vez que lo hizo, terminó vomitando, los recuerdos y el miedo estaban en sobre él a cada momento.

"Te amo, cabeza de balón"

"Haría esto y más..."

"Eres lo mejor que me ha pasado en la vida"

"Estoy orgulloso de ti"

"Me enamoré del chico con el alma y espíritu más fuerte"

Todas esas frase volvían, como un maremoto de emociones, golpeando con fuerza y destruyendo la cordura del castaño, miraba su celular pero en el fondo de pantalla estaba Kazemaru, sonriendo.
La galería no tenía fotos desde el día del accidente, había perdido el gusto por tomar selfies y recuerdos, ya no tenía razones para rememorar nada, no quería que su cerebro creara recuerdos que se pusieran encima de Ichirouta.

Fotos en la playa, en el club de fútbol, en la casa, en la ribera del río, en la torre de metal, en el parque de diversiones, en el campo, en el tren, en el salón de clases, comiendo, riendo, durmiendo, renegando, llorando.
Tenía recuerdos de todos y cada uno de los momentos que había pasado al lado del huracán azul, se preguntaba a cada minuto desde que había terminado el juicio si sería capaz de superar a Kazemaru Ichirouta, el chico dulce, amable, reservado y siempre responsable que le había robado el corazón.

El castaño lloraba a mares, aferrándose a la camilla de Ichirouta, como si eso lo fuera a hacer volver, por lo que no se dio cuenta de cuando tocaron la puerta y al no tener respuesta, la abrieron.

Idiota (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora