2: Jimin

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12 años habían pasado desde que perdí a quien consideraba mi mejor amigo. Para muchas personas, podrá parecer una exageración mi situación. ¿Quién le lloraría tanto a un amigo con el cual pasó un corto tiempo? Había conocido a Dong-gyul a los 4 años, en mi primer día de escuela. Recuerdo aquel momento con nostalgia y, cada vez que lo recuerdo, mis ojos se llenan de lágrimas y me hacen desear tener control sobre el tiempo y retroceder hasta ese día.

A los dos años de la muerte de Dong-gyul , tuve mi primer intento de suicidio. A esa edad, ni siquiera sabía el significado de esa palabra, pero simplemente en mi mente había una idea clara: dejar de sufrir y pasar por tantas cosas. Quería ya no sufrir lo que era no encajar en ningún lugar, que las personas, en cualquier escuela a la que fuera, me dijeran que era un raro, una persona que era incapaz de relacionarse con todos los demás. Mi cabeza estaba solo concentrada en hacerme recordar una y otra vez aquellas imágenes que tanto me costaba dejar de lado.

Sufrí burlas y mucho acoso por mi actitud y, por si eso pareciera poco, también comencé a recibir muchas burlas y comentarios negativos respecto a mi apariencia. En mi intento de saciar el vacío tan grande que había dejado la muerte de mi mejor amigo, me refugié por completo en la comida; era la única cosa que me hacía sentir lleno. De alguna forma, mis padres lo vieron normal, porque claro, era un niño que estaba en crecimiento y obviamente el que comiera en grandes cantidades no tenía nada de raro, o al menos eso decían mis abuelos y mis padres se convencieron de eso.

A los 11 años, no pude seguir manejando nada de esto; solo quería descansar. Sin ser consciente de nada, tomé la decisión de tomarme las pastillas que mi madre usaba para dormir; ni siquiera sabía si iba a funcionar, no sabía ni qué quería causar con eso, pero en mi mente estaba la idea de que, al igual que mi madre, iba a poder dormir en paz y al menos por un momento iba a tener un descanso.

Recuerdo cuando desperté y vi la cara de mi madre llena de lágrimas y a mi padre estando a su lado. Los vi llorar tanto que me sentí culpable, pero aunque suene mal, no me arrepentía; no tenía un sentimiento de arrepentimiento en donde pudiera jurar a alguien que no volvería a pasar. Desde ese momento, fui incapaz de ver a mis padres a los ojos o siquiera poder hablar con ellos, así que de a poco me comencé a alejar de ellos, aunque eso fue fácil, ya que ellos trabajaban todo el día, así que no los veía tanto y mi relación con ellos pasó de ser poca a ser nula.

El tiempo pasó y tan rápido habían pasado casi dos años desde aquel primer intento. Mis padres y los demás a mi alrededor estaban "tranquilos" porque decían que lo que había pasado solo fue porque había pensado que esas pastillas solo me harían dormir y que no sabía lo que podía ocurrir. Pero la realidad era que lo hice con toda intención de dormir sin despertar y, aunque me doliera, estaba dispuesto a intentarlo de nuevo en cualquier momento y lo que ellos no habían notado es que en ese tiempo había empezado a matarme de a poco. ¿Y cómo lo hacía? Fácil, me había hartado de las burlas en el instituto, así que hice lo que me pareció más fácil: comencé a dejar de comer y a vomitar cualquier alimento sólido que entrara en mí. Mis padres no notaban nada raro, ya que ni siquiera me veían en el día; ellos llevaban noche y yo fingía estar dormido para cuando llegaban y al amanecer ellos se iban mucho antes de que yo despertara.

Si cuento absolutamente todo lo que pasé en esos doce años, jamás terminaría de decirlo, así que resumiré todo a mi último intento de suicidio que fue hace poco tiempo, exactamente hace unos seis meses. Este intento fue el último que hice y fue luego de ser consciente de la carga tan grande en la que me había convertido para mis padres; ellos ya habían notado varias cosas, ya no veían normal mis actitudes, así que comenzaron a preocuparse. Podía escucharlos llorar y pelear por las noches cuando llegaban del trabajo; mi padre le pedía a mi madre no trabajar y quedarse al pendiente de mí, y mi madre le pedía a mi padre darse más tiempo para estar cerca de mí porque ella no podía dejar su trabajo.

Eso fue lo que hizo que tomara la decisión de hacerlo. Estaba dispuesto a que este saliera bien sí o sí, así que sin pensar en nada más que en no seguir haciendo sufrir a mis padres. Sabía que los haría sufrir, pero sabía que sería momentáneamente; ellos superarían mi muerte y al menos sabría que no tendrían que seguir cargando con mis problemas. Aquel día, durante la noche, mientras ellos no estaban, tomé un cuchillo de la cocina, hice varios cortes en mis brazos y, viendo salir toda esa sangre, entré a la bañera llena de agua y me sumergí sin más; antes me había tomado una pastilla para poder calmarme y no arrepentirme de esto. Lo único de lo que fui consciente fue cuando la respiración me comenzó a faltar y buscaba respirar, pero aun así no salí y me quedé ahí hasta que quedé completamente inconsciente y ahí supe que quizá por fin podría ser libre, descansar en paz y encontrarme con Dong-gyul de una vez por todas.

Aunque si ahora estoy aquí contando esto es porque no funcionó; cuando desperté estaba en una habitación blanca, con una cama en medio y una sola lámpara alumbrando todo. No había nadie más que yo y un silencio que me hacía sentir desesperado. Por más que intenté salir de aquella habitación, no pude y solo logré que varias enfermeras entraran y me hicieran ir con ellas a una sala en donde, al entrar, vi a mis padres. Apenas me vieron, me abrazaron y en ese momento me explicaron que habían hecho lo mejor para mí y que por mi bien habían decidido dejarme un tiempo internado en una clínica psiquiátrica.

Estuve ahí por seis meses, los peores meses de mi vida si me lo preguntan. Me la pasaba sedado, ya que las enfermeras se desesperaban de mis constantes episodios de ansiedad al estar encerrado; me la pasaba encerrado en mi habitación sin ver a nadie y las pocas veces que podía salir solo era para comer y para ver al psiquiatra que trataba mi caso. En algunas ocasiones me sacaban junto a otras personas a hacer varias actividades, pero terminaban por volverme a encerrar en mi habitación cuando comenzaba a perder el control sobre mis emociones y me desbordaba. Ahora que volvía a leer mi expediente, podía notar que aunque todos creían que mejoré, simplemente me sentía peor.

Mis padres me fueron a recoger y me llevaron a casa luego de que me abrazaran y me hicieran saber lo mucho que me habían extrañado. Mi vida había "mejorado", o eso creían todos en mi familia; por fin había salido de aquel lugar y ahora tenía a un amigo, Taehyung, ese chico que había insistido en hablar conmigo hasta que me desesperó y terminé por aceptar tener una conversación con él.

Si le preguntaban a mis padres, ellos dirán que por fin volvía a ser feliz y que había conseguido otra vez a un amigo tan especial como lo fue Dong-gyul , pero por más que llegara a tenerle cariño a Taehyung, jamás podría olvidar a mi amigo. Y por más que me esforzara en mejorar, mi cabeza no dejaría de atormentarme.

Eran diarios los sueños en donde podía jurar que Dong-gyul estaba vivo y que ahora ya era todo un adulto de 21 años, tan lindo y siempre con su ropa pulcra, tan alegre y ...tan alegre y creativo como siempre. Los sueños eran tan reales que, cuando despertaba, sentía un horrible vacío y me levantaba buscando alguna pista que me dijera que era cierto que él estaba vivo y que todo había sido un mal sueño, pero no era así.

Después de todo, creo que mi destino era vivir cargando con todo esto, pero había algo en mí que decía que Dong-gyul estaba vivo. Es imposible, lo sé, pero por más imposible y loco que suene, en mi cabeza hacía sentido.

The memories of a past life Donde viven las historias. Descúbrelo ahora