capitulo 24

187 17 3
                                    

Cami.

Hoy era mi noveno mes con Juli y creo que ayer disfrutamos tanto que hoy apenas nos estamos levantando a las diez de la mañana.

Le comencé a acariciar la cara a Juli para despertarla de la mejor manera en nuestro noveno mes.

— Despertar así y no con gritos es increíble. — Dijo Juli entre sueños.

— Amor, por favor olvida a tus padres. De ahora en adelante tu familia son tus abuelos, tu tía, tus primos y yo.

— ¿Quieres ser mi familia? — Abrió los ojos.

—  Te aseguró que si, cielo.

— ¿Como estás? — Se pegó a mi y me comenzó a dar besos por toda la cara.

— Demasiado feliz ¿Quieres saber porque?

— ¿Por que?

— Feliz noveno mes mi cielo.

— Feliz noveno mes mi amor. — Sonrió y luego me beso. —  ¿Sabes? Me arde la espalda y no sé porque.

— Ve a el baño y mirate.

Se paró de la cama, se puso su boxer, su pijama y se dirigió al baño para verse.

— ¡Pitufina! ¡Acabaste con mi espalda! — Exclamó desde el baño.

— ¿De qué hablas? — Me pare de la cama con una bata puesta y me dirigí al baño.

Al entrar vi que Juli tenía toda la espalda con aruñones.

— Amor. — Reí.

— ¿De qué te ríes? A mi esto no me hizo nada de gracia.

— Cielo es que me da gracia que te haya hecho esto sin darme cuenta. — La abrace pero obviamente no fue correspondido. — Perdóname mi cielo, ¿Me perdonas? — Hice un puchero.

— Está bien coco, te perdono.

— ¿Coco? — Pregunte.

— Es que tú piel se parece a un coco por dentro.

— ¿Tan blanca soy? — Asintió.

— Bueno amor, ¿Tienes hambre?

— Si, ¿Puedes pedir el desayuno mientras me ducho?

— Claro princesa. Te amo. — Se acercó a mí frente y la besó.

— Yo también te amo mi vida.

Ella salió del baño y yo me dispuse a ducharme que no me tarde tanto.

Cuando ya estábamos listas decidimos salir otra vez a conocer Alemania. Esta vez conocimos Catedral de Berlín.
Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm.
Monumento al Holocausto.

Habíamos decido ir a un parque y darnos los regalos de noveno mes.

— ¿Te he dicho que te amo? — Comente luego de darnos los regalos.

— No muy seguido. — Bromeó.

— ¿Y como te lo puedo demostrar?

— Jamás te quites el anillo de promesa de amor. — Hablo sería.  — Pase lo que pase te pido que jamás te los quites. Ver tu dedo y mi dedo compartiendo el mismo anillo me hace feliz, me da paz y tranquilidad. Porque cuando estoy contigo eso es lo que me produces.

— Te prometo que nunca me voy a quitar el anillo. También me haces sentir paz y tranquilidad, me haces feliz y te prometo que siempre voy a estar para ti. — Me acerqué a ella y la bese.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

odio a esa morena (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora