Capítulo 23

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Alexander.

Arreglo el gemelo dorado en mi camisa y espero pacientemente en la barra del bar de mi hotel con el tercer vaso de wiskey americano que me cala la garganta con un solo sorbo. Miro la botella con el ceño fruncido, Jack Daniel's.

—Está hecho señor Roe.

Matt uno de mis guardaespaldas aparece a mi lado.

—Dámela.

Asiente y me entrega el pequeño objeto inmediatamente. La miro complacido y la hago girar en mis manos.

Perfecto.

—Bien, ahora encárgate de tener listo lo que te pedí y en cuanto Ethan regrese que haga a un empleado entregarle todo.

Asiente de nuevo con la mirada sería igual que siempre y va a cumplir mis órdenes. Bebo el último trago de alcohol y lo dejo sobre la barra antes de encaminarme a segundo piso. Es hora de comenzar.

Mientras avanzo a la puerta en la que ella desapareció con ese jodido imbécil siguiéndole los pasos trato de calmar mi mal humor porque estoy loco de rabia en este momento.

¿Ella quiere una cena?

Arreglo las solapas de mi abrigo.

Le daré una cena.

Me paro frente a la entrada y me planeo tocar como todo un caballero, pero... yo no soy un caballero y menos cuando de ella se trata.

Así que, a la mierda con todo, el jodido hotel es mio y no lo haré. Saco la llave electrónica y la inserto abriendo de inmediato con ese pequeño clic.

Puede que me eché a gritos en cuanto me vea, pero exactamente eso es lo que quiero. Sonrío de lado.

Provocarla.

Abro y encuentro la habitación vacía, paseo mis ojos por ella, pero no hay rastro de Emma por ningún lado. ¿Dónde está?

No pudo haberse ido con el idiota todavía.

Camino dentro y el sonido de la ducha me llega a lo lejos. Mis ojos siguen el rastro de ropa mojada en el suelo. Aprieto los dientes conteniendo soltar una maldición. Ella está en la ducha.

Desnuda y húmeda.

Carraspeo y controlo como se hacerlo la punzada que trata de alzar mi miembro en mis pantalones con ese solo pensamiento. Bien, esperaré a que salga.

Endurezco el gesto con las manos en mis bolsillos y espero unos segundos de pie en el centro de la habitación.

—Maldito Alexander— su gruñido molesto resuena perfectamente dentro de la ducha.

Arqueo una ceja ¿Está maldiciéndome mientras está húmeda? Pequeña seductora. Como si mis pies tuvieran vida propia camino siguiendo el sonido hasta que llego a la puerta abierta y el sonido del agua cayendo se hace más grande.

Entre el vapor que empaña los vidrios solo puedo ver parte de su cuerpo bajo el agua, pero solo eso es suficiente.

Joder.

Está de espaldas y mis ojos codiciosos viajan por la poca piel que veo cubierta de gel de ducha mientras frota sus hombros. Debe estar tensa, hoy ha sido un día de mierda para ella. Frunzo más el ceño. Aun puedo recordar lo que le sucedió en la oficina esta mañana y sigo tratando de averiguar que lo provocó.

Quiero saber qué la hizo entrar en pánico, pero como la obstinada que es sé que no me lo dirá, así que tengo que descubrirlo por mí mismo. Verla así fue... Sacudo la cabeza para alejar ese recuerdo cómo puedo, no quiero traer viejos demonios esta noche.

Tentación [Ya en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora