Capítulo 8

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Emma. 

Mierda.

Eso es lo único que puedo pensar.

—Veo que hora me está siguiendo — suelta y aparto la mirada de su cuerpo.

—¿Perdón? — ¿Siguiéndolo? Se volvió loco. ¿Por qué demonios haría algo como eso? —No. — respondo aturdida —No tenía idea que frecuentaba este lugar señor Roe.

No es nada de su estilo, aunque se ve más casual hoy, el hombre no encaja aquí, su sola presencia impone por donde pasa, pero esa es la interrogante más grande del mundo ¿Qué demonios hace aquí?

—¿No le parece mucha coincidencia?

—Demasiada— tal vez es él quién está siguiéndome.

—Entonces está aceptando su delito.

¡Coño! ¡Qué hombre tan exasperante! Ni siquiera voy a perder mi tiempo respondiéndole, lo único que voy a conseguir es ponerme de mal humor.

Su ego no conoce los limites. Ahora cree que lo estoy siguiendo como una maldita acosadora, por favor, tengo cosas mejores que hacer que escuchar su boca parlanchina molestarme todo el tiempo, además, no estamos en la oficina, así que no tengo por qué soportarlo.

—Me da igual lo que piense— me doy media vuelta y me pierdo entre la gente para regresar con Bennett y con Cora.

¿Cómo diablos apareció aquí exactamente está noche? Eso no es casualidad de ninguna manera, ni siquiera si trato de darle el beneficio de la duda. A no ser que... que este aquí para cumplir lo que dijo.

Dijo que podía inclinarme sobre mi auto y follarme.

La punzada que había estado dormida por algunos días vuelve a la vida con ese pensamiento sucio sobre él. Me giro y lo veo acercarse a la barra, se inclina y su perfecto trasero marcado por sus ajustados pantalones queda a la altura de mis ojos.

¡Deja de mirarlo! Me regaño a mí misma y aparto la mirada de inmediato.

Ya lo hizo, ya logró hacer que mi buen juicio se esfumara como humo. Maldito Alexander Roe.

Peor no dejaré que se salga con la suya, si está aquí para fastidiarme no lo dejaré ganar. Estoy disfrutando esta noche que tanta falta me hace y puedo jugar su juego también. El lugar es muy grande como para topármelo de nuevo, así que será mejor que me aleje de él una de buena vez.

Regreso a la mesa donde dejé a mis acompañantes. Bennett está de pie y sus hombros se sacuden cuando se ríe.

—¿Te cansaste tan rápido sexy? — dice Cora cuando me siento a su lado y la noto más feliz de la cuenta por el alcohol.

—Sí, hay demasiada gente. — miento —Prefiero esperar a que algunos se cansen, no quiero sentirme como sardina enlatada.

—Entonces mientras se despeja la pista yo digo que, hagamos otra ronda de tragos de tequila. — dice Bennett y me acerca el primero a mí.

—Por favor— eso es lo que necesito justo ahora. Tomo el vaso y ni siquiera lo pienso dos veces antes de llevármelo a los labios y tomármelo de un solo sorbo.

Me quema la garganta, pero lo aguanto muy bien. El tequila no logra ni siquiera adormecer el efecto de Alexander Roe que no quiere salir de mi mente. A este paso voy a tener que emborracharme.

—Mi turno—Cora se le adelanta al castaño y bebe riéndose.

Seguimos hablando mientras yo despejo mi mente del hombre de ojos verdes que tanto me atormenta con su presencia. Cuando el calor ya se me subio un poco a la cabeza levanto la misma y lo busco entre la gente, pero no lo veo por ningún lado.

Tentación [Ya en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora